José y Nomar Negroni, padre e hijo, pianista y baterista. Dos músicos puertorriqueños, cultores del formato trío, que recorren el mundo. Adonde llegan, contactan a un bajista para completar la tradicional formación jazzera, a la que ponen un refinado e intenso sabor latino. El martes 10, el Negroni’s Trío, que en su primera parada porteña se completará con Sebastián Tozzola, tocará en Café Berlín (avenida San Martín 6656).

Fue cuando Nomar volvió a casa de vacaciones después de cursar en la Berklee que José se dio cuenta que el muchacho estaba listo para salir. Desde entonces, con el esquema de trío con bajista vacante, los Negroni llevan adelante una gestión familiar que desde Naturaleza/ Nature el primer disco publicado en 2002, produjo once álbumes y obtuvo varias nominaciones a los Grammy Latino, distinciones con las que se afirmó en el universo de Jazz Latino y la fusión.

“Vamos a tocar música original y también algunos standards de jazz”, anticipa Nomar  a Página/12. “Con Sebastián haremos una fusión argentino-puertorriqueña, de la que seguramente saldrá esa mezcla que tanto nos gusta y que nos distingue, hecha de latino, jazz, fusión y música clásica. En fin, armaremos un lindo quilombo”, continúa el baterista, que promete lirismo clásico, energía latina y amplios espacios para la improvisación. “Estos son los puntos de partida del estilo del Negroni’s Trio”, asegura.

Nomar y José coinciden en destacar que para ellos el arte del trío pasa en primer lugar por abrir bien los ojos y los oídos. “En el trío cada músico es protagonista y al mismo tiempo necesita del otro. Lo importante es saber cuándo, en qué momento es posible y necesario cambiar entre lo individual a lo colectivo. Muchas veces ese ida y vuelta se define en un segundo. Por otro lado es siempre bueno que el público perciba esa forma de amistad entre los integrantes de un trío. El arte, en todo sentido, es comunicación”, comenta José. “Como todos saben, la batería es el instrumento más importante, ¿o no?” bromea Nomar y enseguida se pone serio: “La batería es el pulso, y el pulso tiene que ver con el corazón. Tocando con mi padre la comunicación está siempre, el desafío es encontrar ese punto con cada bajista que se incorpora al trío y eso le da otra vuelta a la frescura que buscamos”, considera el baterista egresado del Berklee College of Music.

José fue profesor en el Conservatorio de Música de Puerto Rico, donde antes se había formado, durante más de dieciséis años. En tanto frecuentó los palos de la salsa de la mano de leyendas como Papo Lucca y más tarde la Sonora Ponceña y Apollo Sound, mientras se afirmaba como productor y arreglador también en el ambiente latino internacional. “El mundo se ha tomado el trabajo de ponerle nombre a los géneros y a los estilos y en esa mezcla uno termina por entender que la música más que un concepto es una manera de hacer”, dice el pianista. “Es cierto que cada género tiene su concepto y su manera de interpretación, pero en la actualidad hay tantas bibliotecas a mano que es posible trazar cruces, combinaciones y fusiones antes impensadas. Personalmente ando siempre con las antenas atentas a lo que me pueda influenciar o de algo que me interese en función de un objetivo determinado”, interviene Nomar. “Hoy en día, la influencias son muchas y uno termina aprendiendo hasta de lo que no le gusta”, concluye José.