El policía retirado Carlos Azcui debía haber comenzado a ser juzgado el lunes pasado en Rawson por crímenes de lesa humanidad, pero falleció antes del inicio del debate. No corrieron la misma suerte sus colegas de la Delegación de la Policía Federal de esa ciudad, capital de Chubut, José Antonio Pereyra, Pedro Cáceres, Luis Coria y Jorge Lagunas. Al igual que y junto con él fueron procesados por secuestrar y torturar a nueve militantes políticos durante 1975, hechos por los que ocupan el banquillo de acusados en el debate oral y público que continuó durante el martes con testimonios de algunas de las víctimas.
Al momento de los hechos que comenzó a analizar el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia desde la Legislatura provincial –las audiencias no se transmiten–, Azcui era subsargento de la delegación federal local. El mismo cargo ostentaban Coria y Lagunas. Cáceres y Pereyra ocupaban los altos mandos de la fuerza, eran sargentos. En 2014, el juez federal Mariano Miquelarena procesó a los cinco por pedido del fiscal de instrucción Fernando Gelvez. Hasta ese momento, caminaban tranquilos por las calles de la ciudad patagónica. Los procesamientos fueron sin prisión preventiva.
Los casos
Diana Pizá, una de las víctimas, fue la que inició la causa. En 2008 denunció los delitos que sufrió en noviembre de 1975, cuando fue detenida en Trelew. Pizá era militante estudiantil, tenía 17 años. Ella y Víctor Tomaselli, su pareja, fueron llevados a la Comisaría de Trelew primero y, desde allí, a la Delegación de la Federal de Rawson. Allí los golpearon, los amenazaron y sometieron a simulacros de fusilamiento, al submarino seco y a otros métodos de tortura.
La misma suerte corrieron Patricio Torné, detenido el 19 de noviembre de 1975, Eduardo Pedro Manchado y Silvia Asaro, exsubsecretaria de Derechos Humanos de Chubut. A Torné lo tuvieron detenido en una comisaría provincial de Rawson y lo llevaban por las noches a la Delegación, para torturarlo. A Manchado y a Asaro los depositaron en la Alcaidía de Rawson, pero los trasladaban a diario a la Delegación para interrogarlos bajo tortura.
En ese mismo lugar, según la instrucción, Beatriz Santos fue “interrogada mediante un tratamiento vejatorio” tras ser secuestrada en Rawson. Luego la trasladaron a una dependencia de la policía provincial, donde permaneció detenida hasta mediados de diciembre.
Por su parte, Estela Cereseto y Luis Fraganillo fueron secuestrados el mismo mes de 1975, pero en Comodoro Rivadavia. “Íbamos por una avenida, cuando Luis me dijo: ‘Si esos autos vuelven a doblar, corremos’. Los autos volvieron a doblar pero nosotros no tuvimos tiempo de correr”, resumió Estela en un texto que escribió para la colección de relatos de mujeres presas políticas “Nosotras en Libertad”. La patota les llevó a la Delegación de la Policía Federal en Rawson, donde sufrieron torturas.
A Mario Barone lo fueron a buscar a su casa, en diciembre de 1975, una chacra en Trelew. Los represores dieron vuelta todo: lo acusaban de tener explosivos y por su militancia en Montoneros. Fue llevado a la delegación de la Federal, donde sufrió torturas, lo amenazaron con aplicarle la picana y violarlo, lo sometieron a simulacros de fusilamientos.
Al cabo de unas semanas, todes fueron “blanqueados” y trasladades a diferentes prisiones. Pizá, Cereseto, Asaro y Santos fueron llevadas a Devoto. Los varones, en su mayoría, a la UP 6 de Rawson. Varios de ellos declararon esta mañana.
Pizá y Torné indicaron en sus respectivas declaraciones testimoniales en instrucción que en aquellos días tuvieron contacto con el entonces juez federal de Chubut, Omar Garzonio, a quien le contaron sobre las torturas recibidas sin obtener resultados.
A días de haber sido secuestrada, Pizá exigió denunciar lo sufrido ante la Justicia federal. Fue entonces que conoció a Garzonio. Según consignó el diario Jornada, la sobreviviente relató cómo se encontró con uno de sus torturadores en el despacho del juez mientras ella denunciaba las torturas sufridas.