“Yo se lo diría”, dice Eugenia. “Yo no”, responde Matilde. “Si no se lo decimos será difícil convivir. No hay convivencia que aguante un secreto”, contesta Eugenia. “Yo soy la madre y opino de otro modo. Además sólo será una visita. No va a venir a instalarse”, explica Matilde.
La escena transcurre en un escenario en el que solo hay una alfombra y dos sillones de terciopelo bordó. Al fondo, en las sombras, se ve una mujer joven que espera. Es el comienzo de De profesión maternal, protagonizada por Sol Cintas, Cecilia Labourt y Elvira Onetto con la dramaturgia de Griselda Gambaro. Dirigida por Alejandro Vizzotti, la obra se puede ver todos los domingos a las 17,30 en El Camarín de las musas (Mario Bravo 960).
Durante 50 minutos, la tensión entre una madre que dejó a su hija de dos años al cuidado exclusivo de su padre, y su hija ya adulta, no cesa. Si bien Gambaro escribió esta obra en los 90 y fue estrenada en 1999, con María Rosa Gallo como Matilde (la madre), Catalina Speroni como Eugenia (su pareja) y Alicia Zanca como Leticia (la hija), cobra una nueva actualidad a la luz de la lucha de los transfeminismos por desnaturalizarlo todo, inclusive el llamado instinto maternal.
“Si el que abandonaba hubiera sido el padre, no llamaría tanto la atención ni sería tan dramático todo”, dice una chica joven al salir del teatro; y es que los transfeminismos pusieron en cuestión que los vínculos se construyen al calor de las culturas, que no vienen dados biológicamente. “Quiero que te arrodilles en cada recoveco, que te vayas ganando el pasado y lo construyas de nuevo. Soy una nenita en la cuna, y tengo dos años, y seis y vas a buscarme a la escuela. Estoy enferma y no te apartás ni para beber un vaso de agua. Cada día estás conmigo, cada mañana despierto y te veo, me duermo y te veo… ¡Construí ese pasado! No, ¿qué digo? Nadie lo mueve, y yo te guardo rencor. Pero el rencor cansa”, dice Leticia mirando fijamente a su madre que no baja la mirada. En la sala, la tensión va en aumento mientras que las luces iluminan más intensamente a las dos actrices paradas en el medio del escenario.
Griselda Gambaro nació en el barrio porteño de Barracas en 1928. Durante la última dictadura cívico militar tuvo que exiliarse en Barcelona porque figuraba en las listas negras. Sus obras teatrales giran en torno a la condición humana, pero como puede verse en De profesión maternal, no lo hace abstractamente sino a través de relaciones sociales que pueden encontrarse en nuestras vidas cotidianas. La culpa, el arrepentimiento, la búsqueda de justicia, la reparación, el amor y el odio están presentes en su escritura de un modo que atraviesa las vivencias humanas. Su novela Ganarse la muerte fue prohibida por Videla por encontrarla “contraria a la institución familiar y al orden social”. La dramaturga participó de la experiencia de Teatro Abierto, el movimiento cultural argentino que comenzó en 1981 cuando todavía la Argentina estaba bajo la dictadura. En 2005, Gambaro abrió la Feria del Libro siendo la primera mujer en hacerlo.
De profesión maternal llama a revisar la concepción de familia tradicional con sus mandatos y costumbres. Pone sobre la escena que los vínculos son construidos socialmente no naturalmente dados. Y lo hace desde el drama pero también, a veces, desde el humor.
El vestuario es de Paula Molina, la escenografía, de Ariel Vaccaro, la iluminación, de Mariano Dobrysz, la fotografía, de Pablo Garber, el diseño gráfico, de Diana Rutkus, la prensa, de Paula Simkin y la producción ejecutiva, de Carola Parra.