Plegarias atendidas

"Siempre busqué mostrar la personalidad de los sujetos tal como son, no la personalidad que proyectan al público. Por eso me interesaba fotografiarlos”, dijo Henri Dauman en Looking Up, un documental sobre su obra que se estrenó en 2018. Este fotógrafo, que falleció el mes pasado a los 90 años aunque recién por estos días el New York Times divulgó la noticia, supo de qué hablaba. Sobreviviente del Holocausto y emigrado francés, a través de su cámara mostró la cultura política y de celebridades de la posguerra. Retrató a Elvis Presley antes y después del servicio militar, a Brigitte Bardot, a Jane Fonda y a Elizabeth Taylor. Siguió la campaña de John Kennedy en 1960 y documentó el funeral tras su asesinato en 1963, con una serie de imágenes que ocuparon cinco páginas en Life. En 1964, también para esa revista, fotografió una exposición de una galería de arte pop en Manhattan, The American Supermarket, en la que capturó a Andy Warhol de pie entre una pila de latas de sopa Campbell, similares a las 32 que había pintado dos años antes. “Hice una foto de Marilyn junto a Arthur Miller en 1959. Ella estaba extasiada con él pero él parecía no prestarle atención”, contó. También explicó que se ganó la confianza de Jackie Kennedy por su origen francés y que le vaticinó a Jane Fonda que el director Roger Vadim perdería la cabeza por ella cuando viajara a París: Vadim se transformó en su marido. Además obtuvo un singular retrato de Federico Fellini luego de hacerle mirar su dedo índice en una dirección y moverlo un poco hacia la otra, de manera sorpresiva. El trabajo de Duman se publicó hasta los 70 en The New York Times Magazine y en las revistas Newsweek, Smithsonian, New York, Epoca, Der Stern y Paris Match. Y es que no solo se ocupó de celebridades sino que además capturó protestas por los derechos civiles, escenas callejeras en la ciudad de Nueva York y una pandilla del Bronx llamada Savage Nomads.

Juntos a la par

“En silencio viajamos juntas/ hasta que prendemos la radio y picamos en punta./ Entonces bajamos las ventanas y le damos gas/ Solo yo en la ruta con mi van Flash”, dice un curioso poema firmado por Nikki Eatly. Ella y su marido Russell escribieron esta oda y con ella resultaron ganadores del certamen Poetry in Motion organizado por Mercedes Benz para su línea de camionetas. De hecho, el matrimonio le dedicó su poema a Flash, una camioneta plateada que compraron hace 16 años y a la que de vez en cuando se le cae uno de los espejos laterales (esto también se lee en el poema). Al conocer el concurso, Nikki decidió escribir su poema inspirada en la canción “She” de Elvis Costello, que su marido interpretó en un video que emocionó al jurado, encabezado por George The Poet, un gran conocedor del spoken word. “Ahora quiero seguir escribiendo”, afirmó esta chica, que escribió su primer poema para el funeral de su madre. Con los textos enviados se armó una antología que la empresa colgó en su página web oficial. “La idea es demostrar que cualquiera puede escribir poesía”, dijo George. El certamen surgió como decisión de Mercedes Benz de mejorar la imagen de los usuarios de vans. Y que es que según una encuesta que hicieron especialmente, el 71 por ciento de estas personas sienten que sus vehículos son inferiores a otros y dos tercios de los consultados aseguraron que quienes manejan una van son gente mal educada. Así que de este modo, la automotriz encaró su campaña de desagravio.

Mirada maestra

A Miguel Ángel le llevó cuatro años pintar el techo de la Capilla Sixtina. Pat Noum se vanagloria que a él le llevó siete años pintar las imágenes del video game The Master’s Pupil. Se trata de un homenaje a Claude Monet que a Naoum, hijo de egipcios viviendo en Australia, le llevó unas dos mil horas de trabajo. En el juego, los jugadores guían a un pequeño duende a través de paisajes pintados a mano mientras resuelven acertijos que les dan puntos. La singularidad es que las obras están hechas según a visión singular de Monet, que sufría de cataratas. El deterioro de la vista influyó en su trabajo posterior, que a su vez influiría en estilos de pintura más abstractos. La idea es que los jugadores perciban esto así que el título del juego tiene dos significados: se refiere a la pupila de Monet, así como al propio Naoum, alumno de la obra de Monet. “Pintar papel es un escenario de uno a uno, incluso hacer dibujos digitales”, dijo Naoum. “Pero programar es algo completamente diferente, es como aprender otro idioma”, explicó este artista de 34 años, que también se encargó de toda la programación del videojuego. Como parte de la estrategia de marketing para obtener financiación, Naoum publicó una serie en TikTok. Allí muestra el paso de siete años con clips de sí mismo, uno donde tiene pelo corto y otro de este año en el que tiene el pelo por los hombros. Mientras tanto, muestra la evolución de su producto artístico. Así obtuvo más de un millón de visitas en un día.

Cuentos de guerra

Cuando los soldados estadounidenses lucharon en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial, llevaban más que armas. También portaban ideas, literalmente. The Armed Services Editions, una serie de libros de bolsillo especialmente diseñados, comenzaron a circular en la primavera de 1943. Durante los siguientes cuatro años, se imprimieron aproximadamente 120 millones, que llegaron a todas partes, desde las playas de Normandía hasta los campos de prisioneros de guerra alemanes. Este es el tema de The Best-Read Army in the World, una exposición en el Grolier Club de Manhattan, que se podrá ver hasta el 30 de diciembre. Está curada por Molly Guptill Manning, profesora de derecho que acumuló más de 900 volúmenes mientras hacía investigación para Cuando los libros fueron a la guerra, que publicó en 2014. Los libros de bolsillo estaban destinados a ayudar a los soldados a pasar el tiempo. Pero también debían recordarles por qué luchaban y establecer un marcado contraste entre los ideales estadounidenses y las quemas de libros nazis. “Durante la Segunda Guerra Mundial, el público estadounidense se manifestó en gran medida de una manera”, dijo en declaración a The New York Times. “Y eso era que no debería haber restricciones sobre lo que la gente lee”. Uno de los principales problemas era cómo hacer llegar esas “armas”a manos de los soldados ya que enviar libros al extranjero no era práctico. Así que a principios de 1943, el Council on Books in Wartime, un grupo de editores formado en 1942, se acercó a Ray Trautman, el bibliotecario jefe del ejército, con la idea de producir libros de bolsillo especiales para los soldados en el extranjero. El resultado fueron las ediciones que se exhiben ahora, diseñadas para caber en el bolsillo del pecho o del pantalón de un uniforme estándar. El primer título fue The Education of Hyman Kaplan, una colección de historias cómicas de Leonard Q. Ross. Los más de 1300 títulos que siguieron incluyeron clásicos de la literatura, ficción contemporánea, poesía, historia, biografía y humor. Las ediciones también impulsaron la fortuna de algunos autores. Cuando Scott Fitzgerald murió en 1940, El gran Gatsby, publicado en 1925, había vendido 20 mil ejemplares ejemplares. Luego fue seleccionado como Edición de las Fuerzas Armadas y se distribuyeron más de 120.000 copias, lo que impulsó su transformación en un clásico. Un panfleto de 1945 acreditaba a los libros el mérito de haber ayudado a crear “un público lector joven y masculino”.