El represor Miguel Etchecolatz fue trasladado desde el penal de Ezeiza hasta el hospital público de esa localidad luego de sufrir una descompensación el lunes a la noche. El ex hombre fuerte del Circuito Camps, que acumula seis condenas por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura, está estable y consciente, según la información que las autoridades del hospital le transmitieron al Tribunal Oral Federal de La Plata. En principio debía permanecer internado 48 horas, por lo que hoy mismo podría ser trasladado al pabellón de lesa humanidad de esa unidad penitenciaria. “Se va a morir como Videla, bajo un siniestro pacto de silencio”, lamentó ayer Rubén López, hijo del militante y testigo Jorge Julio López, desaparecido después de declarar contra su torturador en 2006. “Espero que no salga nunca más. Es un ser infame, no un loco”, advirtió meses atrás su hija Mariana, que se cambió el apellido para tomar distancia de quien considera “sinónimo de horror, vergüenza y dolor” y luego marchó contra el fallo del 2x1 de la Corte Suprema de Justicia.

Según habían informado fuentes judiciales, el ex director de investigaciones de la policía de la provincia de Buenos Aires, de 88 años, sufrió un principio de ACV a raíz de un cuadro de hipertensión arterial. Luego, precisaron que el cuadro no era grave. Agentes del Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza, donde cumple sus condenas, lo trasladaron por orden del juez federal de Lomas de Zamora, Federico Villena, hasta el Hospital Interzonal General de Agudos “Doctor Alberto A. Eurnekián”. Pese a que el represor se encontraba ayer “compensado”, seguía internado 48 horas “por control”. Agregaron que se le detectó una “pequeña lesión en el cerebro” que podría ser compatible con “un principio de ACV” pero que su cuadro era estable.

Mano derecha de Ramón Camps e ícono del terrorismo de Estado, Etchecolatz fue condenado en seis oportunidades por crímenes durante la dictadura y está procesado en varias causas que todavía no llegaron a juicio. En 1986, en el segundo y último juicio antes de las leyes de impunidad, recibió 23 años de prisión en la denominada Causa 44 o “Camps”. En 2004, mientras se reabrían paulatinamente las causa penales, recibió siete años de prisión por la apropiación ilegal de una hija de desaparecidos. Dos años después recibió su primera condena a reclusión perpetua, en el juicio que también pasó a la historia por la desaparición de López. En 2012 recibió una segunda condena a perpetua tras el megajuicio “Circuito Camps”; en 2014 la tercera por un doble homicidio en la causa “La Cacha”, y el año pasado una pena de 25 años de prisión por el secuestro y las torturas a una pareja desaparecida. De las últimas cuatro condenas, sólo la de 2006 fue confirmada por la Corte Suprema de Justicia.

“Se va a morir sin decir en dónde está Anahí, donde está mi viejo, si es que tuvo alguna participación”, dijo el hijo de López, en referencia a la apropiación de Clara Anahí Mariani. “Todos los genocidas se hermanaron en este pacto de silencio, es la parte final del plan sistemático de desaparición”, agregó Eduardo López. “Espero que no salga nunca más. Es un ser infame, no un loco, alguien que le importan más sus convicciones que los otros, alguien que se piensa sin fisuras, un narcisista malvado sin escrúpulos”, declaró en su momento Mariana D., quien logró suprimir de su DNI el apellido de su progenitor tras explicar que “resulta su historia repugnante a la suscripta, sinónimo de horror, vergüenza y dolor”.