El justiciero 3 5 puntos

The Equalizer 3, Estados Unidos, 2023

Dirección: Antoine Fuqua

Guión: Richard Wenck, basado en el personaje de la serie creada por Michael Sloan y Richard Lindheim

Duración: 109 minutos

Intérpretes: Denzel Washington, Dakota Fanning, David Denman, Remo Girone, Eugenio Mastandrea, Andrea Scarduzio.

Estreno: Disponible en salas.

La tercera entrega de El justiciero llega con la promesa de ser la última. A juzgar por lo que ofrece, la decisión parece correcta. Se trata de un típico producto de explotación de la violencia, muy popular en el siglo XXI, donde un personaje hábil en métodos de ataque y defensa personal imparte justicia por mano propia. En general el protagonista es el irlandés Liam Neeson (¿liamneesonxploitation?), aunque muchas estrellas ya pasaron por esta moderna choricera. 

Acá es Denzel Washington quien encarna a un exagente que entra en acción en defensa de distintos miembros de su comunidad, a los que conoce ocasionalmente, convertidos en víctimas de distintas situaciones criminales. Mismas que el protagonista resuelve enfrentando y derrotando él solo a grupos numerosos, convirtiendo en arma cualquier cosa que tenga a mano, dándole siempre usos muy imaginativos dentro de los límites del cine de acción. Todo eso puede analizarse desde una perspectiva moral, pero se trata más bien de un juego de ingenio físico, coreográfico y cinematográfico.

Esta vez la película comienza con el protagonista cargándose a toda una célula mafiosa en la mismísima Sicilia, sin que se sepa cómo llegó hasta ahí. Herido, es atendido por un médico en una de las típicas villas costeras del sur italiano, con cuyos estereotipados habitantes acabará tendiendo lazos e imaginando un retiro definitivo entre ellos. Pero con la mafia de por medio la felicidad no será tan fácil de conseguir y deberá liberar por última vez a la máquina de matar que lleva adentro para alcanzar algo de paz.

El problema de El justiciero 3 no es el verosímil, porque estas películas se construyen en flagrante oposición a todas las leyes físicas que ordenan la realidad y ahí reside su gracia. Alguien podrá criticar la base fascista que alimenta la idea de justicia por mano propia, aún cuando se trata de una ficción sin aspiraciones de realismo. En particular las escenas en las que el protagonista deja de matar como simple procedimiento sumario para pasar a disfrutar del sufrimiento ajeno.

Sin embargo, el gran problema de esta tercera (¿y última?) entrega de la saga tiene que ver con el paso del tiempo: Washington ya está viejo para estos papeles. No es una apreciación general sobre la vejez sino sobre la de este actor, que ya no puede realizar algunas de las escenas que todavía podía hacer diez años atrás, en la primera película. Un déficit que acá debe resolverse simplificando las coreografías o licuando las secuencias de acción, ya sea a través del montaje o de trucos formales como realizarlas en la oscuridad, donde no se ve muy bien que pasa. Y todo eso, lejos de pasar inadvertido, se vuelve obvio. Fuera de eso, Denzel sigue siendo una máquina de carisma.