“El origen del dinero es siempre oscuro. Un magma en el que se entremezclan explotación, muerte, humillación, injusticia y sometimiento”, dice la tía Vita en una carta dirigida a su sobrina Lucrecia, una voz anarquista que irrumpe con una potencia inusual, atizada por la rabia contra el orden establecido. En Derroche, María Sonia Cristoff emerge como una de las grandes saboteadoras de la literatura argentina, una escritora de una singularidad extrema en su modo de esgrimir una suerte de dialéctica de la apropiación y la expropiación de voces y géneros, como la escritura epistolar, la autobiografía, la crónica, las memorias de un chancho salvaje, el teatro y hasta la composición de canciones anarquistas panfletarias, que le permite expandir el desborde contra la autoridad y el boicot como gesto político subversivo. La novela de Cristoff quedó entre las cinco finalistas del Premio Fundación Medifé Filba junto a Una oportunidad, de Pablo Katchadjian; El ojo de Goliat, de Diego Muzzio; Barro, de Natalia Rodríguez Simón y Los brasileros, de Rodolfo Omar Serio.

El jurado de esta edición del Premio FMF, integrado por María Moreno, Betina González y Federico Falco --ganador del premio con su novela Los llanos en 2021--, eligió las cinco novelas finalistas. “Esta lista reúne novelas que cruzan géneros, se narran en tiempos y paisajes indefinidos, realizan reflexiones metaliterarias, corren las fronteras de lo políticamente correcto y exploran la frontera entre la fantasía y el terror. Una diversidad de voces y estilos que demuestran lo rica y diversa que es la literatura contemporánea argentina”, plantean los organizadores de este premio, dotado de 1.200.000 pesos, que se propone invitar a leer las novelas de Cristoff, Katchadjian, Muzzio, Rodríguez Simón y Serio para “dejarse atrapar por personajes y realidades alternativas”.

En Barro, Natalia Rodríguez Simón narra a tres voces la vida de una comunidad que es “salvaje, tierna a ratos, violenta a otros y profundamente humana”. En Una oportunidad, Pablo Katchadjian, con un protagonista que cree estar bajo los efectos de un hechizo y para volver a la normalidad le recomiendan que llame a unas brujas, escribe “una historia delirante y divertida” en la que entrecruza reflexiones metaliterarias apelando al lector. 

“Es la selva. Me estoy besando con la selva. Y chapa como los dioses. Tiene la lengua calentita, suave, carnosa. Le baila la lengua como una comparsa. La selva, la lengua y la comparsa bailan, una y trina, al ritmo de la Creación”. Así comienza Los brasileros, novela de Rodolfo Omar Serio en la que se mezcla el espiritismo con las fiestas, los afters y las drogas, con un paneo del mapa homosexual argentino previo a la Ley del Matrimonio Igualitario. Diego Muzzio en El ojo de Goliat une al doctor Edward Pierce neuropsiquiatra con hospital propio –el St. Bartholomew– con el ingeniero David Bradley, un paciente –también de Escocia–, en la inmediata posguerra de la Primera Guerra Mundial, quien ha enloquecido mientras inspeccionaba un faro situado en el Sur del Mundo.

En noviembre el jurado anunciará la novela elegida, que se sumará a los ganadores de las ediciones anteriores: El último Falcon sobre la tierra, de Juan Ignacio Pisano, Los llanos, de Federico Falco y Materiales para una pesadilla, de Juan Mattio.