La corrida sobre el dólar de las últimas semanas tiene componentes adicionales a las típicas presiones cambiarias que acompañan a los procesos electorales. El primer componente es la frágil situación del Gobierno nacional en materia de reservas internacionales.

En grandes números, del stock de 26 mil millones de dólares con que cuenta el Banco Central, poco menos de 10 mil millones corresponden a encajes por los depósitos en dólares en los bancos. El resto se compone de oro por algo más de 3 mil millones, más unos 13 mil millones del swap con China que no pareciera estar aún habilitado para gastarse. Es decir, el oficialismo casi no cuenta con poder de fuego para intervenir en el paralelo sin riesgo de comerse los encajes de depósitos en dólares y con el riesgo de desatar una corrida sobre los mismos.

Mientras tanto, la derecha extrema se beneficia ampliamente por la subida del dólar. Como señaló Javier Milei, cuanto más aumenta el dólar, más fácil es implementar una dolarización. Por ejemplo, desde el viernes anterior a las PASO hasta comienzos de octubre, la suba del dólar en las cuevas hizo que la cantidad de dólares que se precisa para canjear la base monetaria pase de 10 mil millones a 7.500 millones, frente a los 19 mil millones que se precisarían según el tipo de cambio oficial.

Por su parte, la cantidad de dólares necesarios para rescatar la totalidad de depósitos del sistema al blue pasó de 50 mil millones de dólares a 38 mil millones, frente a los 96 mil millones que se precisan para canjearlos al oficial. Por su parte, el valor de los pasivos remunerados del Central (pases y Leliqs) al blue pasó de 29 mil millones de dólares a 23 mil millones, frente a los 59 mil millones que cotizan al oficial.

Al respecto, la incipiente salida de depósitos que incitó Milei en sus declaraciones, calificando los plazos fijos en pesos como excremento, también facilita doblemente una futura dolarización. Por un lado, porque esos pesos que salen del banco van directo a presionar sobre la cotización del dólar paralelo. Por el otro, porque de generalizarse la salida puede forzar una crisis bancaria que descargue sobre el actual Gobierno el costo de un nuevo plan Bonex con el que se excitan algunos asesores de Milei, para canjear los depósitos del sistema bancario por un bono en dólares a largo plazo en lugar de billetes verdes, dada la falta de moneda norteamericana para aplicar la dolarización.

Pero la corrida finaciera-cambiaria no sólo torna más viable el programa de dolarización, sino que también lo fortalece políticamente. La suba del dólar descarga sobre el oficialismo el costo político de la hiperdevaluación implícita en el plan dolarizador.

Las declaraciones incendiarias de Milei y sus asesores no son casuales y su poder de daño aumentará progresivamente con el número de votos que pueda lograr en las próximas elecciones, caudal de votos que aumenta al calor de las subas en la cotización del dólar.

Por otro lado, el caos económico que genera la corrida sobre el paralelo predispone un ambiente social permeable a aceptar grandes reformas sociales que pueden generar pérdidas masivas de derechos por parte de la población. La famosa doctrina del shock de la que ya hablara la escritora canadiense Naomi Klein, al analizar los ambientes sociales que se propiciaron en diferentes países en la previa a la aplicación de reformas neoliberales.

@AndresAsiain