Uno de los principales paradigmas del neoliberalismo apunta a que mediante el mercado se obtiene la mejor asignación de los recursos en la economía. Este dogma es, precisamente,  el principal derrotero de este proyecto nacido a finales de la década del 40 del siglo pasado .

Para su pleno funcionamiento, este modelo se afianza en el crecimiento económico con la maximización de las ganancias empresariales, que se logran con la reducción de los “costos” salariales. Esto significa, en la práctica, una caída de los salarios reales a través de diversos mecanismos como son los fuertes procesos devaluatorios de las monedas nacionales y las reformas para flexibilizar y desregular el mercado laboral. El objetivo final es una distribución regresiva del ingreso a favor del factor capital y en función de la baja de la remuneración a la fuerza de trabajo.

También con el objetivo de aumentar los beneficios empresariales, el modelo neoliberal promulga la reducción del gasto social del Estado para contraer el gasto público y  reducir la presión fiscal que permita pagar menos impuestos a las empresas. Si el mercado de trabajo se desregula , lo que provoca una reducción de salarios reales y el Estado acota su capacidad redistributiva y normativa, ¿quién compensaría el ingreso y las prestaciones perdidas por las trabajadoras y trabajadores?

Un viejo conocido: el FMI

El neoliberalismo es un proyecto político con apoyo del FMI como instrumento de condicionamiento, coacción y dependencia para canalizar e implementar políticas de ajustes acorde con los intereses de los Estados de los países centrales, que son los principales miembros aportantes de capital al FMI y, por tanto, los que definen las decisiones más importantes de este organismo. Estados Unidos cumple el rol más importante en este sentido.

En los años 90, las reformas neoliberales, como la reestructuración y ajuste de las políticas públicas en salud y educación, generaron un deterioro de estas actividades que prestaba el Estado a la sociedad de forma gratuita. Se promovió que las mismas fueran asumidas por el sector privado en forma creciente y arancelada. En los procesos donde se han reducido los niveles de calidad de esos servicios públicos, han proseguido etapas de implantación de empresas de medicina pre pagas y educación privadas como resultado del relajamiento del estado en el cumplimiento de sus funciones básicas.

El objetivo fue y es mercantilizar esas funciones inherentes a nivelar a la sociedad en el acceso a derechos humanos imprescindibles. Las consecuencias de esas acciones privatizadoras son la desigualdad social. También con influencias del Banco Mundial, el modelo neoliberal persigue privatizar más intensamente la educación superior universitaria con lo que se privaría definitivamente a los sectores de menor capacidad económica el acceso a ese nivel educativo.

Actualmente tampoco escapan de esta lógica mercantilista el replanteo de ciertos sectores políticos y empresarios para reimplantar las privatizaciones de los fondos de jubilaciones y pensiones. Con el ingreso de Argentina al Fondo Monetario Internacional en 2018, Cambiemos y Mauricio Macri comprometieron la soberanía nacional.

Haber regresado al Fondo en el año 2018 y estar dentro de sus principales deudores implica para el país una fuerte injerencia de ese organismo en las políticas internas generando restricciones a la soberanía nacional. Néstor Kirchner había logrado la independencia del fondo en el año 2006 desendeudando al país de este organismo.

Bajo este paradigma neoliberal de endeudamiento, miembros del fondo ejecutan funciones de regulación e intervención sobre los estados endeudados, contrario a lo que promulgan y exigen a esos países en sus mercados internos.

Bajo condiciones el crecimiento genera mayores índices de pobreza dadas las reducciones de los salarios reales que implican menos capacidad de consumo. El efecto es de mayor regresividad en los sectores precarizados y en los desempleados con el riesgo de agudizar las expresiones conflictivas de la puja distributiva en el corto, mediano y largo plazo dado que este modelo neoliberal conjuga de forma perfecta el crecimiento económico con la desigual, ineficiente y regresiva distribución de los recursos.

Las negociaciones permanentes de la nación con el FMI exponen un capítulo más de las relaciones de nuestro país con el organismo, que ha conllevado a un profundo ciclo de endeudamiento en dólares, ajustes, dependencia y condicionamiento para la toma de decisiones estratégicas nacionales

“Donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades” , escribía Rodolfo Walsh en su Carta abierta de un escritor a la Junta Militar del 24 de marzo de 1977. Cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia.

Un mundo mejor es posible

Los gobiernos nacionales y populares de comienzos del Siglo XXI en América del Sur y en Argentina aplicaron paradigmas diferentes a los mandatos neoliberales que habían operado intensamente durante la década de los años 90.

A contramano de las acciones políticas, sociales y económicas llevadas a cabo por Néstor y Cristina Kirchner, que fueron de carácter progresivo para el bienestar de la mayoría de la sociedad, los últimos ocho años no han sido de la misma naturaleza. Sobre todo durante el ciclo de Mauricio Macri que, con su desmedido endeudamiento, dejó sentadas las bases de la dependencia y condicionamiento externo.

Entre los impactos más profundos quedaron la regresividad que implica la caída continuada del salario real, hecho que ha conllevado a una caída del nivel de vida de las personas trabajadoras que, en muchos casos, quedan por debajo del umbral de la pobreza. Esta realidad no pudo ser detenida ni revertida por el actual gobierno.

Con el FMI cogobernando la economía del país y por tanto con incidencia sobre la política - porque toda economía es política- se restringen las decisiones autónomas de carácter desarrollista, nacional, popular y soberana.

En días recientes el Fondo flexibilizó algunas de las exigentes metas para dar cumplimiento al acuerdo que establece las condiciones que Argentina debe cumplir para garantizar sus pagos de capital e intereses. Solo se han postergado muy puntual y parcialmente los mandatos del Fondo que, en términos financieros, alivian a corto plazo la carga económica, pero la acrecientan a mediano y largo plazo con mayores intereses debido a la postergación de pagos.

* Docente en la UBA y en UNQ en Economía y en Impuestos.