Viva Elástico regresa a los escenarios porteños este viernes, a las 20 hs. Y lo hará en La Trastienda, donde seguirá presentando su último álbum de estudio, Al fin será. Este bastión del indie argentino post 2000 también aprovechará la ocasión para comenzar a tantear sus nuevas canciones. “En este momento, estamos preparando repertorio”, advierte Jean-Jacques Peyronel, bajista de la banda originaria de la zona sur del Gran Buenos Aires. “Si bien aún queda trabajo por hacer, por lo menos uno de esos temas lo tocaremos en el show”. Sobre el recorrido que tuvo hasta ahora su cuarto álbum de estudio, lanzado en junio de 2022, el artista de 31 años hace un balance parcial. “En la post pandemia, costó mucho salir a defender los discos. Las cosas se aceleraron, y este material se nos quemó rápido. Lo teníamos casi terminado antes de que nos encerraran, y lo frenamos por la incertidumbre. Nos quedó largo el proceso”.
Desde su ingreso en 2017, el hijo de Michel Peyronel fue ocupando un papel fundamental en las decisiones estéticas del grupo. “Entré con el tercer disco, No es privado”, explica el músico, compositor y productor en un bar de Palermo. “En realidad, el repertorio ya estaba hecho. Sólo tuve injerencia en la elección del productor, junto con Ale (cantante, compositor y guitarrista del sexteto). Es un disco particular: te puede gustar o no. Si bien en esa ocasión trabajamos con Emisor, un artista que nos gusta mucho, el último disco lo produjimos Ale y yo. Tuvo sus cosas buenas y malas. La mala es que no tuvimos a alguien externo que nos hiciera devoluciones, mientras que lo bueno fue que al hacerlo nosotros nos divertimos mucho. Para esta instancia, convocamos como productor a Gustavo Iglesias. Nos pone en un lugar de crisis constante, que es algo que no veníamos teniendo desde el proceso anterior. Y abre muchas puertas e ideas”.
-Hacerse un lugar en un grupo de rock que ya está armado no debe ser muy distinto a tratar de encajar entre tus nuevos compañeros de clase, cuando cambiás de colegio.
-Los demás te van midiendo. Es interesante. Psicológicamente, da para un documental. Una banda es un grupo humano particular, porque hay mucha disputa de ego e ideas.
-¿Cómo se dio tu ingreso en Viva Elástico?
-Tenía otra banda llamada Ministerio de Energía. Cuando nos disolvimos, Viva Elástico también estaba en un proceso de cambio. Los conocía de haber compartido fechas. Sabía del estilo de canciones que hace Ale, y de su potencial artístico. Así que me emocionaba la idea de grabar con ellos. Entré con ese envión a la banda.
-¿Nunca te picó el bicho de ser frontman o de tener un proyecto solista?
-Al menos en el corto plazo, no es mi prioridad. Estoy colaborando en un montón de proyectos. Con mi viejo escribimos, grabamos y produjimos juntos el último disco que sacó. Tengo otro proyecto familiar con mi hermana Uma, quien está empezando en esto. Hace música muy copada.
-Formás parte de una generación de artistas cuyos padres escribieron en los años ochenta uno de los capítulos más brillantes del rock y el pop argentino. Al momento de hacer música, ¿te pesa el apellido?
-No me pesa, siempre y cuando esté bien con papá y con mi hermana. De todas formas, mi caso de “hijo de…” no es el habitual. Mi viejo es súper famoso acá, pero no fue que estuvo en una novela o se convirtió en un ícono pop. Fue parte de una banda importante en los ochenta, por lo que hay muchas generaciones que aún lo están descubriendo. Aunque tengo toda esa tradición, no quise hacer algo tan similar a lo que él hizo. Si tuviese una banda de heavy metal o de hard rock, seguro me compararían.
-¿Por qué te decidiste por otro género?
-Tanto mi viejo como mi tío nunca fueron tan sesgados. Papá escucha todo tipo de música, lo que quedó demostrado cuando hizo radio. Si toco lo que toco fue porque era lo más divertido que tenía a mano. En un momento, te pica el bicho y no hay vuelta atrás.
-¿Cuál es tu instrumento base?
-Mi primer instrumento fue una guitarra criolla que me regaló mi viejo. A partir de los 13, empecé a coparme con la guitarra. Tomé clases con el Conejo Jolivet y Alambre González. Y luego me copé con el bajo. En la música pop, me interesa más lo que hace el bajo. Es algo más constante y esencial en la estructura de las canciones. También toco teclados, que es algo que aporté a Viva.
-Cuando te presentás en vivo con tu padre, te toca hacer las guitarras de Pappo. ¿Qué se siente cumplir ese rol?
-Ya te imaginarás… Y con mi viejo también hago las voces altas. Me hace laburar una bocha. Pappo me marcó una cualidad cuando era chico. Cada vez que me veía tocando la guitarra, me decía que tenía buen ritmo. Me di cuenta de que eso era algo bastante esencial. Desde los 15 años, estoy tocando en un nivel apropiado. Mi principal fuerte es tener buen oído y buen ritmo.
-¿Llegaste a ver a Riff en vivo?
-Tengo las mil y una historias. Imaginate que me quedaba dormido en un bafle sonando a volumen Riff. Pappo era re divertido. Siempre se copaba conmigo, cuando comenzaba su stand up. Era gracioso a niveles extremos.
-A diferencia de aquellos años, te tocó ser parte de una época saturada de artistas y propuestas.
-Este es un momento en el que decís: “este metió una ficha en la historia musical que va a quedar para siempre”. El Mató a un Policía Motorizado lo hizo con un tema como El tesoro o Dillom con su nuevo disco. Pero estamos tranca. Creo que lo venimos haciendo bien. Es un proceso súper sano y natural. No me lo tomo como algo angustiante. El contexto cambió mucho, con respecto a la década pasada y la anterior. De pronto, pasaron a ser miles de millones. No hay que enloquecer porque cada uno tiene su camino.
¿Y cuál es el camino de Viva Elástico?
-Nuestra misión es seguir sacando discos cada vez mejores. Creemos que tenemos canciones muy buenas, y eso nos hará crecer. Me interesa que la cosa salga bien. El estudio es seguramente la parte más importante. Es el espacio donde confluyen las sensaciones, y en el que no podés cagarla. Lo que hagas ahí quedará para siempre. Lo demás es pura inercia.
-¿Cómo te encuentra esta época?
-Estoy cien por cien modo ninja. Muy camaleónico e instintivo. Cuando empezás a pensarla mucho, se pierde la frescura.