La corrida cambiaria de la semana pasada fue frenética. Se vivieron días de intensidad y de locura en la city, con subas estruendosas del dólar ilegal y el contado con liquidación, declaraciones malintencionadas de Javier Milei para impulsar una hecatombe financiera y la llegada de un salvavidas de yuanes con el anuncio de un nuevo tramo del swap con China.
Este fin de semana largo dio algo de aire para retomar a partir del martes una carrera a todo o nada por evitar el inicio de nuevas rondas de devaluación del dólar oficial. Es decir, el tipo de cambio que importa verdaderamente para definir cuál será el nivel de los ingresos y la distribución hacia adelante.
Las intenciones del candidato de ultraderecha de la Liberta Avanza de provocar una explosión cambiaria, que abra la caja de Pandora para la hiperinflación, resultan evidentes. Su propuesta de dolarización no cierra si el tipo de cambio se mantiene relativamente estable o sube en forma gradual.
El plan de Milei necesita que la economía se desordene, que la nominalidad de las variables sea caótica, y principalmente que el dólar suba todo lo posible para que la conversión de los pesos sea “más barata”.
En las consultoras del mercado hacen las cuentas sobre sus declaraciones. Se estima que con un tipo de cambio de 1000 pesos se necesitan cerca de 30.100 millones de dólares para poder canjear los pasivos en pesos del Banco Central. Con un tipo de cambio de 2000 pesos, la cifra baja a 16.200 millones, y con un tipo de cambio de 3000, el monto cae a 11.600 millones.
El candidato de la Liberta Avanza había asegurado meses atrás que tenía pautado con fondos de inversión del extranjero la cifra necesaria para dolarizar, pero en la práctica nadie cree en esas declaraciones.
Los títulos de la deuda en moneda extranjera cotizan a menos del 30 por ciento de la paridad, es decir que tienen un alto riesgo de impago. ¿Por qué le prestarían dólares frescos y por una cifra que resulta exorbitante? A su vez, son pocos los que creen en los trucos contables que propone Emilio Ocampo, quién se encargaría de hacer la dolarización, y plantea la necesidad de armar un fondo de estabilización monetaria radicado en el extranjero.
En ese fondo de estabilización entrarían en garantía activos fundamentales para la economía argentina. Uno de ellos sería el 51 por ciento de participación que tiene el Estado en la petrolera YPF. Esto implica que no sólo se rifaría la soberanía monetaria sino que se pondría en juego el potencial para el país de los recursos naturales de Vaca Muerta.
Las propuestas del candidato ultraliberal provocan críticas y espanto en ámbitos variados, que van desde economistas conservadores hasta heterodoxos de diversa procedencia teórica. La idea de eliminar el peso hace ruido en frentes muy distintos, pero el más importante es el distributivo.
El impacto sobre los ingresos reales de la población de llevar adelante una dolarización con un tipo de cambio a precios de hoy de más de 2000 pesos es alarmante. Cuando se revisan con cierto cuidado los últimos 60 ó 70 años de datos de la economía argentina, sería volver a una situación similar a la de fin de los ochenta, en medio de la hiperinflación.
En el cortísimo plazo, la principal defensa para evitar que las declaraciones de Milei terminen logrando su objetivo y que los precios se espiralicen (o sea, aumenten mes a mes muy por encima de las variaciones del mes anterior) es que la autoridad monetaria cuente con divisas para defender el tipo de cambio oficial. Por este motivo, el visto bueno del Banco Popular de China para liberar un nuevo tramo del swap de yuanes fue fundamental. Fue el anuncio económico más importante para transitar las próximas semanas.