Victoria Villarruel, la candidata a vicepresidenta de Javier Milei, volvió a la carga. La diputada de La Libertad Avanza (LLA) dijo que hay una “historia amputada” de los años ‘70 –a los que ella no llama dictadura ni terrorismo de Estado– y se quejó por la marcha de repudio que se realizó por el acto negacionista que organizó en la Legislatura porteña, que contó con la concurrencia de defensores de genocidas.
Villarruel está de gira por las provincias. Este jueves estuvo en Córdoba, desde donde brindó una extensa entrevista a Cadena 3, en la que habló de su reivindicación de la “memoria completa” y sus planes en seguridad y defensa, si es que LLA llegara a ganar las elecciones.
La número dos de Milei aprovechó, además, para arremeter contra el ministro de Economía y candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, a quien definió como un “presidente de facto”. Lo curioso es que Villarruel llama “gobierno de facto” a la dictadura que usurpó el poder entre 1976 y 1983. Massa no fue el único destinatario de los dardos de la candidata ultraderechista: del presidente Alberto Fernández dijo que solo aparecía para los viajes y de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo que “ahora está en silencio porque viene el ocaso”.
La disputa por la memoria
“Vivimos en una década de los ‘70 eterna”, se quejó Villarruel en la entrevista que le concedió al periodista Sergio Suppo. La afirmación es curiosa para alguien que hizo carrera justamente por la reivindicación de lo actuado durante esos años por las Fuerzas Armadas.
Villarruel lleva más de la mitad de su vida militando en organizaciones pro-militares. Comenzó su recorrido en la Asociación Unidad Argentina (Aunar), creada en 1993 por Fernando Exequiel Verplaetsen –exjefe de inteligencia del Comando de Institutos Militares con asiento en Campo de Mayo y último jefe de la Policía bonaerense durante la dictadura–. Aunar se opuso a las autocríticas de las Fuerzas Armadas a partir de la confesión de Adolfo Scilingo, resistió las investigaciones que llevaba adelante el juez Baltasar Garzón en España y fue tildada de “procesista” por el diario La Nación.
Después del paso por Aunar, Villarruel integró Jóvenes por la Verdad –que se dedicaba a distintas iniciativas solidarias con los genocidas presos–. En esa época organizó reuniones con el dictador Jorge Rafael Videla, según contó el mayor retirado Pedro Mercado, marido de Cecilia Pando. En 2006, fundó el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), que fue parte de una estrategia para torpedear los juicios por crímenes cometidos durante la dictadura que se estaban reanudando después de 20 años.
“Haber sido el vocero más conocido ha sido bastante duro porque lo llevé adelante desde que Néstor Kirchner era presidente”, dijo Villarruel, usando para sí misma el masculino, y aprovechó para redoblar su apuesta para reescribir la historia –incluso más allá de lo que han dicho los tribunales–.
“Esta historia, armada a medida de un sector, para ser superada, necesita verdad y justicia. Y esto no ocurre hasta que finalmente haya políticos valientes que decidan que, para que Argentina empiece a transitar un presente y un futuro de concordia, hace falta que digamos la parte de la historia que fue amputada”, dijo la diputada que, cuando declaró en un juicio de lesa humanidad de Tucumán, dijo que no le constaba que Estela de Carlotto o Hebe de Bonafini hayan sido víctimas de la dictadura.
Villarruel atacó nuevamente a los organismos de derechos humanos y dijo que hubo una “manifestación sumamente agresiva” afuera de la Legislatura porteña, donde ella había montado un acto con el supuesto objetivo de recordar a quienes sufrieron hechos de violencia por parte de las organizaciones político-militares en los años ‘70 pero que, en realidad, sirvió de plafón para que se mostraran los defensores de quienes enfrentan procesos por crímenes aberrantes.
Defensa y seguridad
En un hipotético gobierno de LLA, Villarruel tendrá bajo su órbita las áreas de seguridad, defensa e inteligencia. En materia de seguridad, mostró una agenda bastante imprecisa en la entrevista: fortalecer a las cuatro fuerzas federales –Gendarmería, Prefectura, Policía Federal y Policía de Seguridad Aeroportuaria–, abocarse a la lucha contra el narcotráfico, contra las “usurpaciones” de tierra dado que tiene una cruzada contra las poblaciones originarias –tal que la llevó a celebrar el 12 de octubre como el “día de la hispanidad” en sus redes sociales– y atacar los piquetes y los cortes de calles y rutas.
Villarruel no quiso quedarse atrás frente a lo que dijo Patricia Bullrich en el último debate presidencial y anunció que LLA quiere llevar la edad de punibilidad a los catorce años. En la plataforma que los libertarios presentaron ante la Cámara Nacional Electoral (CNE), decía que evaluarían posibles cambios, pero no estipulaba que ya tenían una decisión tomada.
El domingo, Milei adelantó que promoverían una reforma de las leyes de Defensa Nacional, Seguridad Interior e Inteligencia Nacional –el paquete normativo de la democracia–. Pero, por el momento, no queda claro para hacer qué, porque Villarruel insiste en que no quiere mandar a las Fuerzas Armadas a realizar tareas de seguridad. “Nosotros no estamos de acuerdo con el ingreso de las Fuerzas Armadas al combate del delito. Esa no es la función de las Fuerzas Armadas”, resaltó.
Villarruel –hija y sobrina de oficiales del Ejército y nieta de un contralmirante de la Marina– expresa una posición corporativa: los militares no quieren que se los arrastre al conflicto interno, como propone Bullrich, que sugiere que sean enviados a Rosario para hacerle frente al narcotráfico. “Las Fuerzas Armadas no pueden ingresar al territorio nacional a combatir a civiles porque eso sería plausible de acusaciones de lesa humanidad, como ocurre hasta el presente con el tema de los ‘70”, alertó la diputada de LLA.
En sus declaraciones, el inconsciente de Villarruel le jugó una mala pasada. "Las Fuerzas Armadas están para combatir al enemigo interno", dijo. Al segundo, se corrigió: "Externo, perdón". En la plataforma de LLA, sí figura la concreción de una nueva doctrina de seguridad nacional –que remite inevitablemente a las fronteras ideológicas que guiaron el accionar criminal de las dictaduras militares de los años '70 y '80–. No hay mayores precisiones sobre qué involucra la nueva doctrina de seguridad nacional para Milei, Villarruel y compañía.