Al igual que hizo el martes el presidente de EEUU, Joe Biden, este jueves su secretario de Estado, Antony Blinken, ha brindado a Israel todo el apoyo militar de Estados Unidos. El compromiso es firme, pero las consecuencias de este respaldo sobre la estrategia estadounidense en Oriente Medio podrían ser desastrosas para Washington en la región y resquebrajar el frente unido contra Irán que busca la Casa Blanca entre sus aliados árabes, especialmente Arabia Saudí.
Si la amenaza de "guerra total" lanzada por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se cumple, la Franja de Gaza puede convertirse en el Armagedón del que tantas veces ha hablado Biden en relación con la invasión de Ucrania por Rusia. Ahora ese término del Apocalipsis acerca ominosamente la batalla del fin de los tiempos al escenario bíblico, solo que no en la llanura de Megido a las afueras de Jerusalén, sino en la castigada Gaza.
La Franja de Gaza, sometida a ataques y un bloqueo total desde 2007, está controlado por las milicias de Hamás, el grupo que llevó a cabo el pasado 7 de octubre un ataque armado masivo en territorio israelí, con el resultado de más 1.200 muertos y el secuestros de unos 150 civiles. Esos hechos desencadenaron el actual asedio israelí de Gaza, bajo las bombas desde ese día y con 300.000 soldados y centenares de tanques dispuestos a entrar en ese territorio palestino, sin miramiento alguno con sus 2,2 millones de habitantes.
Esos bombardeos indiscriminados sobre núcleos de población civil han causado la muerte de cerca de 1.500 civiles palestinos y solo son una muestra de la destrucción que puede desatar una invasión.
El primer ministro israelí, el ultraderechista Benjamín Netanyahu, lo ha advertido así: "cada miembro de Hamás es hombre muerto". Esto significa que no habrá prisioneros y nadie pedirá clemencia. Los milicianos de Hamás combatirán hasta la muerte y lo harán por todos los medios, incluso parapetándose entre la población civil, como ha ocurrido en otras ocasiones, a sabiendas de que las fuerzas israelíes los aniquilarán a todos.
Es con Netanyahu, y sobre todo con las fuerzas ultraconservadoras que reclaman que el Ejército arrase los territorios palestinos para después repoblarlos con sus propios colonos, con quienes tienen que lidiar Biden y sus enviados en Tel Aviv. Con ellos y con la promesa de ayudar a Israel hasta el final, aún a riesgo de desencadenar una guerra regional de consecuencias devastadoras, ante la cual la contienda de Ucrania quedaría como un mero conflicto ex soviético.
Un escenario nuevo que excluye el diálogo
Se han acabado los tiempos en que, en un estallido de violencia, la diplomacia y los servicios de inteligencia estadounidenses trabajaban entre bastidores para conseguir un alto el fuego. Eso ocurrió hace dos años cuando se desató otra oleada de ataques a Gaza.
Entonces no era mayor problema hablar con Netanyahu media docena de veces y alguna otra con el presidente egipcio, Abdel Fattah al Sisi, e incluso con el líder de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, quien en realidad no tenía entonces ni tiene mando alguno en Gaza.
Incluso había contactos con líderes de Hizbulá e Irán, con agentes de Catar (un país cuyo dinero está detrás de buena parte de los grupos islamistas) y con "diplomáticos" rusos en la región, que igualmente conocían bien a los radicales islámicos.
Se buscaba alcanzar cauces mínimos de diálogo, sin caer en las demandas de algunas facciones del Partido Demócrata estadounidense que reclamaban el uso de la fuerza. La Casa Blanca optaba entonces por los medios pacíficos para solucionar el problema y así se lo dejaba claro al Gobierno de Tel Aviv.
La situación actual es radicalmente distinta. El Estado de Israel con el ataque de Hamás, que tuvo un alcance impensable, se ha topado con una amenaza existencial y está respondiendo con toda su capacidad militar y toda su violencia. Oriente Medio no volverá a ser lo mismo tras el 7 de octubre. "Hamás quería un cambio y lo va a tener. Gaza no volverá a ser igual", dijo el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant.
Blinken lleva a Israel el apoyo de EEUU
Este jueves en Tel Aviv, el secretario de Estado Blinken volvió a respaldar a Israel y su derecho a defenderse contra Hamás. El problema es que nadie contempla si ese derecho incluye la posibilidad de masacrar a la población civil de Gaza o impedir que lleguen a la Franja alimentos, medicinas, bienes básicos y combustible, sin electricidad ni agua potable, y con los hospitales rebosando de heridos en una situación que ni siquiera se ha visto en la Ucrania en guerra. En Ucrania hay vías para la retirada. En Gaza no.
"Percibo una intensa determinación en Israel de ganar y Estados Unidos está aquí como su aliado para ayudar a garantizar que así sea", afirmó Blinken en su reunión con el presidente israelí, Isaac Herzog, convertido al extremismo más despiadado.
"Hay una nación (Gaza) entera ahí afuera que es responsable. Que los civiles no estaban al tanto, que no sabían lo que iba a pasar, es completamente falso", acusó Herzog.
Poco antes, Blinken daba una rueda de prensa conjunta con Netanyahu y subrayaba aún más el compromiso de su país con su aliado de Oriente Medio. "Puede que seáis suficientemente fuertes para defenderos por vuestra cuenta, pero mientras Estados Unidos exista, nunca tendréis que hacerlo. Estaremos siempre a vuestro lado", manifestó Blinken.
Son conocidos los lazos entre Biden y Netanyahu desde hace décadas. Sin embargo, las circunstancias de los últimos años, con el radicalismo de extrema derecha de la coalición que gobierna hoy día Israel, han puesto las cosas muy difíciles a la diplomacia estadounidense, sobre todo con la presión de la calle responsabilizando al primer ministro israelí de lo ocurrido con Hamás.
Sin interlocutores israelíes moderados
En estos momentos, es más fácil respaldar la opción bélica que la mediación. ¿Con quién se puede reunir un representante de la Casa Blanca ante el fundamentalismo judío, político y religioso que domina en Tel Aviv y Jerusalén?
Y, además, las elecciones presidenciales en EEUU están a la vuelta de la esquina, en noviembre del año próximo. Israel no es Ucrania, en torno a cuya ayuda crecen las dudas entre los estadounidenses. El lobby judío en el Congreso es muy fuerte y tanto republicanos como demócratas tienen mucho interés en hacerse con sus apoyos.
Al igual que hizo el presidente anterior, Donald Trump, y sus diplomáticos para orquestar los acuerdos de Abraham con Marruecos, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Sudán reconociendo a Israel como Estado, ahora el equipo de Biden pretendía hacer lo mismo con Arabia Saudí, el premio gordo del gran juego de Oriente Medio.
Pero si EEUU apuesta por un ataque que destruya Gaza, las conversaciones con Riad se esfumarán y el enfurecimiento en todo el mundo árabe (y musulmán) podría llevar al surgimiento de nuevos grupos yihadistas que recuerden a los disminuidos ISIS y Al Qaeda.
Riesgo de reactivar el yihadismo global
Puede que haya gobiernos enfrentados actualmente a EEUU, como Rusia, que vean conveniente jugar la carta del radicalismo islámico si son necesarias respuestas asimétricas para doblegar a Occidente.
Afganistán está en manos de los talibanes y EEUU ya no tiene nada que hacer allí. En Irak, los estadounidenses han perdido influencia en medio de un auge del chiismo y una cercanía a Irán. Ambos países pueden hacer daño a Washington acogiendo grupos yihadistas.
Milicias que podrían obtener la atención de Irán, patrocinador de Hizbulá y del propio Hamás, y cuya mano en los ataques del 7 de octubre puede entreverse, incluso sin que lo digan los propios miembros de Hamás, como han hecho.
EEUU es muy cauto, pues un reconocimiento de esa participación o la existencia de pruebas concluyentes podrían llevar a una declaración de guerra por parte de Tel Aviv y su respaldo por Washington. Mejor no saber.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, indicó este jueves en Bruselas tras una reunión de la OTAN que no hay "indicios claros" y se mantendrá la prudencia.
Una excesiva presión sobre Irán, incluso antes de llegar a la guerra total, podría poner en marcha ese "eje de resistencia" patrocinado por Teherán en Oriente Medio y materializado en decenas de grupos islamistas chiíes o no (Hamás es suní), dispuestos a esparcir una nueva yihad por todo el planeta.
Por eso, la alternativa que se plantean es aplastar a Hamás, con contundencia, en su nido de Gaza, y es lo que ahora valora EEUU a pesar del alto riesgo de esa operación militar y de la bola de nieve que puede crearse.
Para atajar la deserción entre los países árabes que tienen buenas relaciones con Washington, en caso de un ataque a gran escala israelí sobre Gaza, Blinken anunció en Tel Aviv que se reunirá con los líderes Arabia Saudí, Catar, Egipto y Emiratos Árabes Unidos.
El mensaje de Estados Unidos es claro y está dirigido a Hizbulá y al propio Irán. Y lo ha repetido el presidente Biden: "se lo estamos diciendo claro a los iraníes. Tengan cuidado".