Del libro De Ernesto al Che, de Carlos “Calica” Ferrer, a la selva boliviana en compañía de volúmenes griegos y filosóficos, con paso obligado por Atenas. Contingencias mediante, éste podría ser el periplo de Te encontré Che, el documental que dirige el realizador griego Thimios Kakos, con producción general de Patricia Malanca y protagónico de “Calica” Ferrer, amigo de la infancia del Che y compañero de su último viaje con destino final en Cuba. Malanca y Ferrer estarán hoy a las 20 en Cine Lumière (Vélez Sarsfield 1027), para acompañar la proyección de la película donde Calica guía el viaje que une a Argentina y Grecia, con la bisagra puesta en Che Guevara. La función, con entrada libre y gratuita, forma parte de las actividades conmemorativas por el 95 aniversario del nacimiento de Ernesto Guevara en Rosario, y es organizada por el Centro de Estudios Latinoamericanos Ernesto Che Guevara (CelCHE) junto al Cine Lumière.
“Fueron ocho años de trabajo, y con el realizador griego estuvimos muy atentos a las cuestiones de la vida misma, porque la pandemia había mermado nuestras posibilidades de hacerla. Tuvimos que tomar realmente una decisión: había que estrenar, no importaba cómo, y abandonar un poco los perfectismos. La película iba a tener errores, pero había una cuestión de vida que nos urgía”, comenta la productora (y cantante) Patricia Malanca a Rosario/12.
-Tal como señalás, el trabajo devuelve la imagen de Hebe de Bonafini y del héroe de la resistencia contra los nazis, Manolis Glezos, recientemente fallecidos.
-A Manolis lo había conocido en mis viajes a Atenas; cuando estrenó su biografía, creo que en 2019, fui a ver la película (O teleftaios partisanos, de Andreas Hadjipateras) y estaba él, nada hacía suponer que al año siguiente iba a fallecer. Con lo valioso que era Manolis, eso también me hizo pensar mucho al respecto. De hecho, hay cosas que quedaron afuera de la película, que hablaron él y Calica; son grandes piezas aparte, con las que podría hacerse una película aparte. Creo que esta película le prolongó también la vida a Calica.
-¿Cómo surge el proyecto?
-Los pioneros fueron Thimios Kakos y Marta Silvia Dios Sanz, filósofa y escritora argentina que vive en Atenas y viaja con frecuencia a Buenos Aires. Ella tiene una relación con Calica y su familia, y en un hecho azaroso, cuando viajó aquí con Thimios para unos seminarios sobre Nikos Kazantzakis, Calica y Thimios se conocieron. Él se fascinó con Calica, con su forma de ser y su historia, y empezó a filmarlo. Así lo conoce también a Mario Borio, que vive en Alta Gracia, un estudioso de la obra del Che; y a Luis Hourgras (fallecido en 2015), el escultor de las obras que en Alta Gracia adornan también al Museo del Che. Con todo eso él considera que tenía para armar una especie de informe para los medios griegos, donde trabajaba. Entre él y Silvia planeaban esto, y en el camino me hice amiga de ellos. Estaba fascinada, y ahí es cuando hablamos con la gente del Centro Cultural de la Cooperación para ver si era posible facilitar que Calica viajara a Grecia. Lo logramos, allá se filmó todo lo demás y fue una maravilla. Pero luego, en Grecia accede la derecha al poder y esto merma los bolsillos, mientras que aquí, en Buenos Aires, podíamos pensar un poquito mejor sobre cómo planificar la película. Vino la pandemia y todo se hizo más difícil, y cuando fallece Hebe, me sumé fervorosamente a decidir que a la película había que hacerla, sí o sí, cuando además había fallecido Manolis. Traje de Grecia el material, Gabriel Mariotto y Osvaldo Papaleo rápidamente pusieron a disposición lo que necesitábamos, y se sumó una persona valiosísima, Julio Rivero, en la edición. Armamos un circuito informal y funcionó muy bien, la presentamos en el Palacio El Victorial en San Telmo, en el Centro Cultural de la Cooperación, en Córdoba en el Museo del Che, y luego en el CCK. En el camino -a lo Birri- entendí que uno de los sistemas era éste: acompañar la película donde se pida. En el caso de Rosario, Calica nos sorprendió a todos pidiendo querer ir; así que esto se convierte más en un acontecimiento.
-Por lo que contás, la película misma tuvo una itinerancia nada alejada de la personalidad del Che.
-Hemos sido fieles a lo que la película transmite. Todo el proceso es absolutamente fiel a esta historia, además porque queríamos hacerla así y ver qué nos pasaba, ante el riesgo de lanzarnos al vacío pero con un propósito y una convicción. Creemos que es una película transformadora, pero nunca se sabe qué pasará en 10 o 15 años; por lo menos, apostamos a que las cosas no sean como son hoy.
-De todo lo investigado y filmado, ¿qué te impactó o interesó descubrir?
-Respecto a la vida del Che, creo que una de las cosas que me impacta mucho es uno de los comentarios de Borio, él dice que el Che ya sabía sobre el último estertor de la posibilidad de una revolución e igual se subió a ese tren; le podía salir bien o mal, aun cuando podría haber transitado otros caminos. En el Che hay una intuición de época que me sorprende, al adelantarse y decidir saltar al último vagón de la posibilidad de una revolución en Latinoamérica, como dice Borio. Por otro lado, me impacta la escritura de su diario, en medio de una guerrilla que además lidera; todos los días, metódicamente y de manera pulcra. Su letra me encanta, es carne y hueso esa letra, sentís que todavía hay pulsión de vida. Y por otra parte está Manolis, que era un Che, además de que los dos se conocieron. Realmente, Manolis era un tipo que te ayuda a pensar qué hubiera pasado con el Che si hubiera sobrevivido. Ojalá pudiéramos hacer película así en diferentes lugares del mundo, sobre qué pasó con estas personas que pusieron el cuerpo. Es una generación que está abandonando la Tierra, quedan muy pocos, y son parte de una época que también nos ayuda a pensar la nuestra.