Las ganas de ver a Érica Rivas en Matate, Amor -por primera vez en Rosario- agotó rápidamente entradas y sumó una nueva función. De esta manera y en el marco de las celebraciones por su 30 aniversario, el Teatro del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río) ofrece hoy a las 19.30 una nueva oportunidad para ver a la actriz, en el unipersonal que versiona la novela de Ariana Harwicz, y que dirige Marilú Marini.
“Estoy muy feliz y contenta de ir a Rosario, lo quería hacer desde hace mucho, casi desde que la obra se gestó. Con Ariana (Harwicz) siempre decíamos que al momento de hacer una gira iríamos a Rosario, algo además tan necesario, porque al salir de gira es cuando la obra empieza a tener otras miradas que la enriquecen”, comenta Érica Rivas a Rosario/12. Harwicz versionó para el teatro su propia novela (nominada al Man Booker International Prize) junto a Rivas y Marini, y desde su estreno en 2018 lograron un impacto que repercutió en cada una de las funciones, también internacionales. Matate, Amor indaga, impiadosa, en las nociones de familia, maternidad y felicidad, con Rivas en una caracterización que ha sido unánimemente celebrada.
“Siento que es un texto que me habla mucho, y al que siento en armonía conmigo, ¡aunque no sea un texto armónico! (risas), pero sí con lo que quiero hacer, con lo que quiero explorar. Me cuesta mucho decidir hacer teatro cuando me doy cuenta de que es algo que voy a tener que repetir todas las noches, como un disco rayado. También porque yo tomo la actuación no solo como profesión sino como aprendizaje, y siento que hay materiales que te interpelan más que otros. Aquí esto se nota, ya que es una obra que además produzco. Y cuando dejé de hacerla en 2019 fue porque tenía que empezar a filmar El prófugo (2020, Natalia Meta), un proceso de trabajo muy largo y alucinante que me implicó mucho tiempo. Tuvimos la pandemia y luego empecé a hacer ¿Qué pasa hoy acá?, con Martín Rechimuzzi, a partir de una necesidad grande de hacer otra cosa. Pero este texto siempre estuvo como golpeando la puerta, como si me dijera que había algo que no había terminado, más allá de que mucha gente no la había visto. Siento que es un texto que no perdió nada, sino que, al contario, creció en mí”, recuerda.
-Vos serías la cara visible de un trabajo que refracta con Harwicz y Marini.
-Exactamente, pero te diría no solamente nosotras tres, sino todo un equipo, que es muy grande: Iván Gierasinchuk, a cargo del diseño de luces; Diana Szeinblum en el diseño de movimiento; además de la asistencia de dirección de Fiamma Carranza Macchi, quien también como actriz hizo a Harwicz en otro texto milagroso (La débil mental). Te diría que es una de esas cosas que se dan muy pocas veces, en donde ocurre algo imbricado, que se va retroalimentando y crece. Somos nosotras tres las que nos vamos abrazando y trabajando, pero con las demás personas, que están también en la misma sintonía. Todos y todas muy puestos en lo que estamos ofreciendo.
-Dado el recorrido de la obra, ¿qué cuestiones aparecieron tal vez insospechadas?
-Pasó por un montón de lugares, muy profundos en cuanto a muchas cuestiones, como el deseo femenino, la sensación de extranjería en el mundo, la incomprensión de la maternidad, pero lo que a mí más me resuena es el humor que se le puso a todo, como si te dijera que hay un tono que no tiene que ver con la solemnidad, porque es un texto que atraviesa también partes muy hilarantes. De hecho, cuando estuvimos en Madrid, Ariana estaba fascinada con eso, decía: “Creció mucho más en comedia, ¡me encanta!”. Viste que uno piensa que los autores no quieren que la gente se ría, pero es todo lo contario. Yo veo que hay algo en los autores de estar todo el tiempo peleando con la solemnidad de la palabra escrita. Pero en ella se vio mucho agradecimiento. “Quiero volver a ver esta parte donde hacés y decís tal cosa”, me decía. La obra va creciendo en eso, más allá de que es una autora maravillosa, con un estilo muy propio. Pero también creo que es algo que vi desde el principio, ella tiene mucho humor, y haber logrado eso en la adaptación al teatro es lo que más me gusta. Por otro lado, me parece que esta es una época que necesita del humor o sería insoportable. Más allá de lo crudo o cruel que pueda ser el personaje con ella misma y con la maternidad, este soliloquio tiene humor; y es necesario reírnos un poco.
-¿Cómo resultó la gira por Europa?
-Estuvo muy bueno, fue muy intenso y necesario para nosotras; también porque a los textos, cuando los sacás de gira, empiezan a crecer, a tener más aristas y preguntas. Hay lugares en donde uno no había pensado qué sucedería, y el texto rebotó de maneras distintas, creció mucho.
-Por lo que sé, se producen respuestas muy entusiastas por parte del público.
-Sí, imagínate que la protagonista de Matate, Amor es una extranjera que habla o que escribe en un idioma que nadie alrededor de ella conoce, y de repente, que este texto, al ser representado en Europa, rebotara sobre gente que era extranjera en ese lugar -porque mucha gente que asistió era argentina-, hizo aparecer algo nuevo y la volvió una experiencia artística distinta.
-¿Disfrutás de hacer un unipersonal?
-Me cuesta pensar que estoy sola, primero porque, como te digo, somos varias personas las que estamos haciendo y tejiendo la obra; y después porque siento que el texto es una compañía enorme, no podría hacerlo si no lo sintiera así. De alguna manera, tengo que recordar que se trata de un unipersonal porque en verdad no lo siento de esta manera, sino que la obra, como espacio emocional y físico, está muy habitada y me siento muy acompañada.