Intrigas palaciegas, dos monarcas particulares y, sobre todo, mucho humor. En esa aventura se embarcan Lucía Maciel y Paula Grinszpan quienes asumen el triple rol de actrices, dramaturgas y directoras en Las Reinas, una comedia desopilante sobre los entretelones del poder que se presenta en el Teatro Astros (Corrientes 746) el próximo domingo 15 de octubre a las 20, el 29 a las 19.30, y el 12 de noviembre a las 17.

Las actrices se convierten en Diana y Daiana, dos reinas que tienen dificultades para gobernar y llevar tranquilidad a sus súbditos. A pesar de sus desesperados intentos por mantener el orden, la pérdida de un “ticket” terminará de desestabilizarlas por completo, y será el detonante del surgimiento de un nuevo sistema económico. Acompañadas en el trabajo de dirección por Lucía Panno, y en escena por la música en vivo de Miguel Canevari, ambas se prestan a un juego actoral que ofrece una mirada aguda sobre el poder sin bajar línea.

El proyecto se estrenó en 2022, y realizó temporada en Mar del Plata en el Teatro Auditorium y en las capitales más importantes del país. Incluso se presentó en Madrid. Con varias funciones realizadas en el circuito off, en el Centro Cultural Morán, la pieza sigue abriéndose camino sobre la calle Corrientes con importantes repercusiones. “La idea es ir a otros lugares y repetir algunos. Porque la obra creció y crece mucho cuando gira, y va cobrando más volumen y se va desplegando en muchos sentidos”, comentan las actrices, quienes aseguran que crearon esta pieza con el objetivo de volver a compartir escenario.

“Luego de haber dirigido Paraguay, que fue la primera obra que escribimos y dirigimos, teníamos ganas de hacer una nueva obra y actuarla juntas. Nosotras ya habíamos hecho varias experiencias como dupla actoral en La Pilarcita, y en series web, y nos daban ganas de volver a repetir la experiencia”, aseguran.

-Mencionan que esta obra surgió del deseo de volver a actuar juntas. ¿Qué elementos lúdicos encontraron en el hecho de ponerse en la piel de dos monarcas?

Lucía Maciel: -Nosotras trabajamos desde el arrojo y la prueba, y desde un lugar muy lúdico de exploración en donde el tema no es lo prioritario. Encontramos en esa metodología una forma de poner más la atención en lo que trae el actor que en la necesidad de contar una historia en particular. Luego de ese acopio de material, donde mucho es de descarte, en este caso en particular entramos en una zona más de trabajo de escritorio para encontrar escenas y cabos sueltos que queríamos unir. Y después de esa etapa, volvimos a trabajar sobre ese texto para desandar cosas que quizás no nos cerraban o se nos volvían pretenciosas. No nos pensamos nunca como reinas, sino más como dos hermanas que se pueden pelear porque una le perdió un sweater a la otra. Y organizamos ese comportamiento en el reino más desde el trato que podían tener dos hermanas en nuestra contemporaneidad. De hecho, creemos que lo que genera humor es que uno las ve hablando y no hay protocolos de la realeza. Son dos mujeres hablando como si estuvieran en un departamento de Capital Federal. La obra está trabajada desde el absurdo más allá de la linealidad del relato.

-En este trabajo se involucraron desde la actuación, la dirección y la dramaturgia. ¿Cómo es la experiencia de ejercer ese triple rol?

Paula Grinszpan: -Después de la experiencia de Paraguay nos daban ganas de hacer un obra para nosotras como actrices, una obra simple desde la puesta y las ambiciones, con una escenografía que pudiera caber en una valija, para llevarla con nosotras a donde quisiéramos. Queríamos que fuera una obra “autosustentable”. Y fue complejo estar en tantos roles al mismo tiempo, pero una vez que la se estrenó sentimos que este proyecto es muy gratificante y que nos da mucha libertad. En ese sentido, Lucía Panno, que es también directora de la obra, fue fundamental para darnos el marco que nos permitió explorar, jugar y confiar en las pruebas que en toda la primera etapa eran frágiles, pequeñas y volátiles. Y también fue clave al momento de devolvernos su mirada sensible y muy afín con nuestra forma de pensar la obra.

-La obra habla de dos monarcas que tienen problemas con la administración de su reino y eso les trae problemas con el pueblo. Es imposible no enlazar ese argumento con el contexto actual de un año de elecciones en el cual el debate político domina la agenda. En este marco, ¿sienten que la obra tiene otras resonancias y dialoga de una forma particular con la realidad de estos días?

L.M.: -Más que dialogar con la situación de la Argentina, la obra dialoga con la idea del poder, que es algo universal. Más allá de que hay referencias a nuestra cultura popular, esta historia no pretende bajar una idea sobre el contexto actual argentino. Creo que la puesta permite que nos encontremos con lo absurdo de cómo funcionan algunas cosas del mundo, como los vínculos, los trabajos, las familias, y del sistema capitalista en el que vivimos, pero no desde un punto de vista intelectual ni desde la necesidad de denunciar. Es un contacto más desdibujado y lúdico el que hacemos con este tema, aunque sin duda nos termina pareciendo un buen ejercicio desnaturalizar y encontrarnos con las atrocidades y sinsentidos que vivimos los seres humanos en todos los momentos históricos. Si hay algo que nos identifica es esa mirada sobre las cosas donde resuena el humor, donde siempre se está observando lo extraño de las cosas o de cómo funcionan algunas cuestiones o determinadas personas.

-Precisamente, el humor es central en la pieza. ¿Qué importancia le dan a este recurso como intérpretes?

P.G.: -Nosotras en general resonamos mucho con el humor y con la no solemnidad, pero a su vez sentimos que en el escenario, cuando actuamos, somos actrices "dramáticas", porque también "sufrimos". Después, el humor está dado por el contexto y los textos.