Un cuaderno con textos inéditos de Historias de cronopios y famas, una de las obras más importantes del escritor Julio Cortázar, se vendió esta semana en una subasta por 42.120 dólares.
Se trata de un documento que contiene 60 hojas y que estuvo escondido durante años en el fondo de una caja de papeles viejos en Uruguay. Este cuarderno, que el escritor argentino mecanografió en 1952, contiene 46 textos: 35 que se incluyeron en la versión final del libro, cuatro que salieron en revistas de época, y siete inéditos. La identidad del comprador permanece oculta.
Cortázar, según reconstruyeron los investigadores, había enviado el mecanoscrito a Buenos Aires desde París a mediados de 1952. Después publicó los clásicos de Final del Juego (1956) y Las Armas Secretas (1959), comenzó a trabajar en la novela Rayuela (1963) y publicó la versión final de los Cronopios en 1962. Nada se sabía de estos textos perdidos, que el hijo de un coleccionista fallecido en 2019 en Montevideo encontró al escarbar entre las últimas cajas de su padre.
“Es un verdadero hallazgo literario. De algunos autores, tal vez entre comillas, es medianamente corriente encontrar material inédito. De Cortázar no”, dijo al diario El País de Uruguay Roberto Vega, dueño de la casa de subastas Hilario, de Buenos Aires, que preparó la subasta junto a la casa Zorrilla, de Montevideo.
El descubrimiento de los inéditos había movilizado a un pequeño grupo de expertos que trabajó durante un año tras las pistas del mecanoscrito. Poco se sabe de la familia que acaba de desprenderse de ellos, que pidió permanecer en el anonimato.
El dueño fue un coleccionista desconocido, oriundo de Montevideo, que antes de morir le había dicho a la familia que en su colección tenía algún original de valor.
“Dedujeron que era de Borges, pero no apareció. El hombre tenía muchísimo material repartido en bibliotecas y cajas”, cuenta Vega. Nadie sabía cuándo lo había adquirido el hombre, pero la investigación puedo rastrear cómo llegó el texto al Río de La Plata.
“No sabemos el mes exacto de este mecanoscrito de 1952, pero Cortázar llega a París en noviembre de 1951. Es decir que estos mágicos cronopios nacen allí, en esa ciudad misteriosa y siempre anhelada por Julio”, contó el librero anticuario e investigador Lucio Aquilanti, bibliógrafo de Cortázar y experto en su obra, que se encargó de rastrear el origen del texto tras un pedido del dueño original.
Aquilanti encontró las coincidencias: desde la máquina de escribir que usaba Cortázar en la época, una Royal que utilizó hasta que su esposa, Aurora Bernárdez, compró una Olivetti en 1966, hasta las correcciones hechas a mano que pudo comparar con los originales de su colección personal, que hoy custodia la Biblioteca Nacional Argentina. El resto estaba en las cartas personales del autor.
Historias de cronopios y de famas se publicó en 1962 como una colección que incluía la veintena de anécdotas sobre esas criaturas en su cuarto capítulo, el final.
Los inéditos, titulados Inventario, Carta de un fama a otro fama, Mariposas automáticas, Los viajes y los sueños, Diminuto unicornio, Rabia del espejo y Rey del mar incluyen dos poemas, microrrelatos, pequeños ensayos con los que Cortázar jugaba en esa época y un texto sobre las contrapartes de los cronopios, las famas, que quedó fuera de la edición final.
“Son textos en prosa poética, de trasfondo filosófico, como aguafuertes sociológicas, siempre con humor y cierta cuota de ternura. Los textos que fueron podados en todas las ediciones posteriores siguen esa misma línea”, concluyó Aquilanti.