El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, visitó este domingo y por primera vez Stepanakert, la capital de Nagorno Karabaj, e izó la bandera azerbaiyana, en un gesto que reafirmó el control de Azerbaiyán sobre el enclave, antes poblado por mayoría armenia, que fue recuperado en septiembre tras una ofensiva relámpago de las fuerzas azerbaiyanas.
"Hemos logrado lo que queríamos, hemos cumplido el sueño del pueblo azerbaiyano durante décadas", dijo Aliev en un discurso victorioso en la ciudad.
"Hemos recuperado nuestra tierra", añadió, explicando que su país había "esperado 20 años" para poder hacer esto.
"Es una gran felicidad y un evento histórico", dijo Aliev, después de izar la bandera.
Según él, "izar la bandera azerbaiyana" en Nagorno Karabaj había sido su "objetivo número uno" desde que se convirtió en presidente de Azerbaiyán hace 20 años.
Llegó al poder en 2003, sucediendo a su padre, Heydar Aliev.
Se trata de la primera vez que Ilham Aliev, de 61 años, visita la capital de Nagorno Karabaj desde que la región cayó en manos de los separatistas armenios en la década de 1990.
Vestido con uniforme militar caqui y una camiseta negra según imágenes publicadas por sus servicios, también izó la bandera con tres franjas horizontales --azul cielo, rojo, verde-- en otras localidades de Nagorno Karabaj, con motivo de este viaje inédito y sorpresa.
Azerbaiyán logró hace menos de un mes una victoria militar en solo 24 horas contra los separatistas armenios de Nagorno Karabaj, que desde entonces se vació de gran parte de su población.
Antes de esa victoria, Azerbaiyán y Armenia se habían enfrentado en dos guerras por el control de este enclave montañoso, una en la década de 1990 cuando se desintegró la URSS y la otra a finales de de 2020, ganada por Azerbaiyán.
La visita de Aliev este domingo a Stepanakert y otras localidades en Nagorno Karabaj marca simbólicamente el final de este conflicto que empezo hace más de treinta años.
Sin embargo, las tensiones siguen entre Azerbaiyán y Armenia, que acusa a Rusia de abandonarla, lo que Moscú niega, y ahora está preocupada por la seguridad de su propio territorio.