Una línea imaginaria entre los Montes Apalaches y el Norte Grande Argentino atraviesa la mente, cuando Matt Giliberto delata los cruces sonoros que se dan en el “Buenos Aires Bluegrass”. “Banjos que tocan vidalas o charangos que tocan bluegrass, son situaciones que ya están pasando”, es lo que dice al respecto el cantante y guitarrista del grupo Estación 39, ante la inminencia del festival que tendrá lugar este lunes con entrada gratis y a partir de las 12 del mediodía en el Club Atlético Fernández Fierro (Sánchez de Bustamante 772). “El hecho de traer instrumentos nuevos o poco comunes a nuestra cultura, genera casi naturalmente una fusión de estilos que solo se generan por estas tierras... es algo que se da de forma natural”, desarrolla Giliberto, uno de los organizadores del encuentro inspirado en los grandes festivales de Bluegrass y Old Time que repiten año a año en Estados Unidos.

La versión argenta nació de la necesidad de generar una jornada de encuentro, intercambio y camaradería entre músicos del palo apalache, que unió la intención de Matt con las de Juma, banjista y compañero suyo en Estación 39, y Pablo Ferrando, violinista del octeto Angry Zeta. El resultado se vio por vez primera hace casi un año, y la segunda viene con todo. “La importancia de este encuentro radica en promover el bluegrass, un estilo primo del jazz y del blues, pero alegre, pegadizo, bailable y poco escuchado por estos lados”, enfatiza Matt, acerca de uno de los propósitos de un festival que no solo trata de bandas tocando en un escenario, sino que incluye talleres de danza y washboard, jam´s abiertas al público, feria de artesanos y luthiers, diseñadores, y hasta la presencia activa de un barbero vintage. “Es un evento diurno y para la familia, porque nos gusta que la gente se pueda acercar desde temprano, y pueda disfrutar de todas las actividades que proponemos, además de la música en vivo”, dice Matt.

Entre las bandas que subirán a escena figuran, además de Estación 39, los tríos Robert´s Rat y Sandy Boys; Petunia and the Vipers; el Dúo Bonanza; y la mencionada Angry Zeta, anunciada además como el plato fuerte del día. “La fusión entre el bluegrass y el punk se siente cuando ellos pisan el escenario”, anuncia Giliberto, posado en los rasgos estéticos de este grupo, cuya instrumentación incluye banjo, mandolina, contrabajo, violín, guitarra y una tabla de lavar con una maleta haciendo las veces de bombo. “Hay climas y matices, pero todo es también melodioso”, señala el cantante Zeta Vaccaro. “Se escuchan armonizaciones y juegos de voces que sorprenden… es un show para ver de pie con ganas de bailar, y para disfrutar con los detalles que cada integrante va proponiendo en lo escénico, y fuera de lo musical también”.

El factor “paramusical” pasa en efecto por la puesta teatral que propone el número central del festival. “Cuando arrancamos, vimos que el formato acústico nos permitía tocar en casi cualquier lugar. Aprovechamos entonces que podíamos actuar en la calle, donde por supuesto necesitás atrapar y mantener a la gente… que frene y se quede viendo, ¿no? Bueno, para mantener la atención del transeúnte, fue que empezamos a usar algunos recursos teatrales y también de clown”, cuenta Zeta. Otra carnada para pescar el perfil de la banda que está por llegar a su primera década de vida, es el disco de trece canciones que acaba de grabar en el Outside Indide Studio, de Italia. Fue tal un encargo de un sello independiente suizo, que detectó a la banda en una de las cuatro giras que lleva realizadas por Europa. “Las canciones del nuevo disco ya suenan en nuestros shows. El público las recibe muy bien, y las baila sin conocerlas. Alta fiesta”.