Bajo el lema “reiniciando el periodismo”, la Media Party 2017 tomará el Centro Cultural Konex del 13 al 15 de septiembre con la ambiciosa y estimulante misión de repensar las formas y modos del oficio. Las conferencias y talleres abordarán temas ligados a la innovación, el trabajo de datos y los nuevos medios de comunicación, además del asunto crucial de las noticias falsas. Y esta quinta edición recibirá disertantes de vasta experiencia y trayectoria.
Entre los más destacados está Jacqueline Maher, jefa del equipo de periodismo interactivo de Condé Nast Internacional (CNI). Fue contratada para crear un grupo interactivo como parte del nuevo y más amplio plantel de trabajo digital con base en Londres. Su coloquio hará referencia al trabajo durante los últimos años en CNI, un gigante editorial con más de 100 años, responsable de Vogue, The New Yorker, Vanity Fair y Wired, entre muchos otros. Y también sobre su experiencia personal al frente de un grupo.
“La misión de mi equipo es perseguir maneras innovadoras de hacer nuestra cobertura, no la innovación por sí misma, pero pensando por fuera del pasado de nuestras marcas y buscando mejores acercamientos para contar historias. Por ejemplo, ¿cómo podemos aprovechar el prodigioso rol de Vogue en la moda para dar vida a las magníficas colecciones de ropa, o explicar cómo funciona la industria sin perder la elegancia ni la voz de la marca? Puede ser a través de concursos interactivos, bots de conversación en una variedad de plataformas, y otras narraciones visuales.”
Para Maher, el principal desafío en los nuevos medios de comunicación es el de la escala, especialmente en Condé Nast International, cuya cobertura abarca todo el mundo, “desde México hasta Europa, Rusia, China...”.
En el mismo aspecto de la innovación, Kareem Sakka, editor en jefe del portal árabe Raseef22, explica la dimensión del término en su región: “Innovar es ser transparente, cuestionar las ideas que nos fueron impuestas por medios controlados por el Estado y la interferencia colonial, durante décadas oscuros que cambiaron nuestras identidades y aspiraciones. El uso de un lenguaje moderno y fácil, la inclusión, la aceptación de los derechos de las minorías y del estilo de vida de los demás es innovación en sí misma. En un entorno estructurado que utiliza el árabe clásico –que no es el idioma nativo de cualquier hablante árabe–, innovamos con los dialectos locales, adaptando los elementos visuales al mundo árabe”.
Pablo Mercado es Jefe de Tecnología en Vox Media, una de las compañía de medios digitales de mayor crecimiento en el mundo. Dice que el primer desafío para los nuevos medios es el ritmo implacable del cambio. “La tecnología y los hábitos de consumo, así como los acontecimientos mundiales, impulsan cambios en el panorama de los medios de comunicación a un ritmo implacable. Las empresas de medios deben tener la capacidad de adaptarse rápidamente y, mejor aún, de establecer la dirección del cambio.” Mercado no deja de destacar la importancia de que los medios “cultiven y retengan la capacidad de ingeniería para aprovechar las oportunidades a medida que surjan, y capitalizar las ideas y la creatividad del equipo”.
Los tres comparten la idea de que las personas que crecieron con Internet esperan un enfoque más ágil de la cobertura, que se adapte más a ellos y los encuentre donde están. “Definitivamente, los lectores millennials, como cualquier otra persona, quieren información, y como periodistas sabemos que una de las mejores maneras de transmitirla es a través de la narración”, apunta Maher. Mercado dice: “El aumento del consumo ‘más rápido/menor’ no significa que haya menos sed de historias o de noticias más elaboradas o detalladas, sino más bien que la gente está constantemente en contacto, buscando y respondiendo a los eventos”. Y para Kareem, los millennials en el mundo árabe “aman las libertades nuevamente descubiertas para contar las historias que eran hasta ahora negadas: las minorías religiosas y étnicas, la juventud rebelde, historias del éxito, reescribiendo historia, cuestionando narraciones, abuso y corrupción son todos temas que consiguen la atención de los nuevos lectores”.
Todo es mentira la verdad
Entramos en lo que es básicamente la “era de flujo” de noticias, y en esta edición del Media Party se pondrá especial acento en las noticias falsas o fake news. Las noticias se convirtieron en un producto emocionalmente impulsado (a eso remite la posverdad) y su contenido y las historias se enmarcan o se muestran en lugares específicos para desencadenar la ira, la tristeza o el miedo. Tanto el Brexit como la campaña presidencial de Donald Trump –con el articulo de Buzzfeed que identificó más de 100 sitios pro-Trump alojados en la República de Macedonia– pusieron el tema de las noticias falsas y la posverdad en el radar global.
Entre los destacados disertantes sobre el tema está Jonathan Albright, director de investigación en el Centro Tow de Periodismo Digital en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia. Su trabajo es supervisar todos los proyectos del centro y confeccionar la agenda de investigación, que abarca temas de periodismo digital, redes sociales y noticias en línea. Según Albright, el principal desafío de la era de posverdad es la gente: “En el futuro, además de mirar tecnologías, algoritmos y filtros para resolver nuestro problema de ‘noticias falsas’, debemos centrarnos más en las personas. Las noticias se escriben para la atención, están medidas por la atención, y monetizadas por la atención. A menos que podamos cambiar esta variable, seguiremos teniendo más y más problemas”.
Por su parte, Ed Bice fundó Meedan, una compañía de tecnología social que comenzó como un proyecto de traducción de colaboración abierta. “En 2003 pensamos que el punto más prometedor para promover la paz sería la web”, detalla. “Imaginamos redes sociales colaborando para compartir los medios traducidos y las interfaces que permitirían la navegación y la interacción de los medios en varios idiomas.” Teniendo un equipo en El Cairo, Meedan se encontró curando y traduciendo una gran cantidad de medios en tiempo real durante las revoluciones.
“El último año ha sido un momento extraordinario para trabajar en la verificación de medios. Pero para los defensores de la web abierta, este año también ha causado una profunda crisis de nuestro optimismo web: no imaginamos que la más abierta de nuestras plataformas sociales, que es Twitter, sería utilizada más eficazmente por demagogos que por los periodistas que históricamente la han llamado ‘terreno propio’.”
Para Bice, el principal reto es arreglar la web: “Hay varias áreas muy rotas, comenzando por el control de los datos personales, los de gráfico social, el control de feeds, el de la distribución de contenido y los ingresos publicitarios, etcétera. Todos estos temas están relacionados, y mi depresión a corto plazo no ha eclipsado totalmente mi convicción de que, a largo plazo, la web es una estructura que se inclina hacia lo auténtico”.
El equipo comandado por Bice desarrolla un marco para la estandarización de contexto, disputa y verificación de datos. “Estamos llamando a este esfuerzo el Grupo de Trabajo sobre Indicadores de Credibilidad (Credibility Indicators Working Group). Se construirá a partir de la norma de anotación del W3C (Consorcio de la World Wide Web) y, esperamos, se aprovechará del existente grupo W3C que trabaja en identidades y afirmaciones verificadas.”
Bice admite: “Es un esfuerzo para estructurar indicadores de verdad y una... ¡terrible idea cargada de peligro! Pero la situación actual recomienda que hagamos algo”. Su enfoque –inspirado en el software de código abierto, donde mucha gente puede contribuir y donde el expediente de esas contribuciones es claramente visible– es recomendar “un modelo que permita cualquier número de ‘escrituras’ en el esquema, y ‘profundidad’ sin límites al chequeo o al informe de verificación”.
Con un escenario en el que enormes corporaciones y holdings ocupan lugares de gobierno, y ante la cuestión de si los medios de comunicación deben hacer visibles sus intereses económicos de antemano –para que uno, como lector y ciudadano, sepa quién está diciendo qué cosa–, Albright propone: “Es un problema que está interrumpiendo nuestros procesos democráticos. Si los ciudadanos son incapaces de conocer las conexiones entre las organizaciones noticiosas, las plataformas de medios sociales, los actores internacionales y las corporaciones multinacionales, entonces no puede confiar en las noticias que encuentra. No son sólo las propias organizaciones, sino las tecnologías, los algoritmos que se utilizan para promover, clasificar, filtrar, sugerir y señalar el contenido como ‘relevante’, ‘creíble’ y en muchos casos, ‘veraz’”.