La trama parece sencilla pero va creciendo con los pliegues del texto: la historia de cuatros amigos que se reencuentran después de un año de no verse –luego se sabrá que no lo hacen desde la noche en que el quinto del grupo se mató–, en un pueblo del interior argentino. No te mates en mi casa, la segunda obra de Nicolás Sorrivas, que escribió por pedido de cuatro actores de veintitantos (Matías Milanese, Sayi Lavagna, Cali Rotondo y Sebastián Tornamira), es un melodrama con aire para la risa. Entre muertes, heridas no cerradas y definición sexual –la obra fue invitada del reciente Festival Diversa– se apalanca la escena. En el inicio, uno de los amigos, que debió irse del pueblo por la vergüenza de sus padres por su homosexualidad, cuenta que “allá en la Ciudad las cosas son distintas” pero hasta ahí: “Está de moda tener un hijo gay, pero no te bancás un hijo transexual, ¿no?”.
Lanzada al aire sin mayores pretensiones ni continuidad, la premisa dispara la pregunta de hasta qué punto avanzamos, qué nuevos dilemas se nos presentarán, y si la temática gay en sí está superada. “Aún hay mucha barrera por romper –dice Sorrivas–. La ley de matrimonio igualitario es un antes y un después; sin embargo, la sociedad cambia y acepta más lento. Y mucho va de la boca para fuera: todo bien con los homosexuales pero que no nos toque en la familia. Sobre todo, fuera de la gran Ciudad. Falta visibilizar, una ley de educación sexual que hable sobre identidades LGBTIQ, y políticas de Estado que acompañen este proceso social. Los travesticidios nos sorprenden cada semana, les rechazan un crédito a portadores de HIV. Todavía hay mucha ignorancia, y la ignorancia es amiga del miedo. No sé cómo militar sino a través de mis obras.”
Sorrivas fue adolescente en los ‘90 en Coronel Pringles. Los actores, diez años más jóvenes, discurrieron su amanecer sexual y la adultez en otro contexto, pero aún así hay algo que la obra –como elemento artístico y, con ello, como punta de lanza de una sociedad en el mejor de los casos– busca dejar asentado. “Creo en un teatro donde la (homo)sexualidad sea un tema más. Creo que hacía ahí nos dirigimos.” Pero aún falta.
De todos modos, No te mates en mi casa no es una obra sobre la diversidad sexual. Ni siquiera sobre temática LGTBIQ. Pueden estar enlazados algunos ejes, pueden cruzarse los temores particulares de la adolescencia y la entrada a la adultez desde ese lugar y también desde otros como la frustración profesional, la idea de carrera o devenir laboral, del pasaje de ser hijos a padres y otros tantos, pero eso no cambia una matriz central en el melodrama que compone y que bien pinta una época de frustraciones y obligaciones generacionales: todos están un poco rotos y quieren, imperiosamente, que los abracen un poco.
* Domingo a las 20.30 en El Porteño, Corrientes 1630.