Desde Roma

El 16 de octubre de 1943 es recordado por la comunidad judía de Roma y por los habitantes de la capital italiana, como uno de los peores días de la historia del siglo XX. Ese día los nazis, que habían ya ocupado Roma con el pretexto de ayudar a sus aliados fascistas desde el 10 de setiembre, hicieron un enorme rastrillaje por distintos barrios, llevándose más de 1.000 judíos, la mayoría mujeres (muchos hombres ya se habían escapado pensando que vendrían a buscarlos sólo a ellos) y cerca de 200 niños, que enviaron a los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau. Sólo 16 de ellos lograron volver al final de la guerra.

Antes del rastrillaje, los nazis habían pedido a la comunidad judía 50 kilos de oro a cambio de la seguridad de su gente. El oro fue entregado pero la SS, no obstante, comenzó a secuestrar y deportar a los judíos de la ciudad.

Algunas familias no querían dejar sus casas, no creían que podía pasar lo que pasó. Otras familias hicieron todo lo posible para esconderse. Entre éstas la familia judía de Elda Citoni, hoy una lúcida señora de casi 89 años, que contó a PáginaI12 esa dolorosa experiencia.

Con cinco hijos, cuatro niñas y un varón, la madre de Elda, que era muy previsora, consiguió un convento donde las cuatro hijas mujeres fueron alojadas durante los nueve meses de ocupación nazi de Roma. La madre, el padre y el hermano de Elda, siempre en Roma, cambiaron de lugar donde se refugiaban al menos 12 o 13 veces.

“Una prima de mi madre nos llamó por teléfono para advertirnos que los alemanes estaban llevándose a los judíos. Mi madre se había ocupado en días precedentes de buscar un refugio para nosotras, las cuatro hijas de 5, 8,12 y poco más de 15 años. Finalmente encontró un convento que estaba en Monte Mario (no lejos del Vaticano, ndr). Los siete fuimos en un tranvía hasta allí. Mi hermano no podía estar allí porque era un colegio solo para mujeres. Era una escuela primaria por lo cual nosotras, las pequeñas, estudiamos allí. Mis hermanas mayores estudiaban por su cuenta. Mis padres y mi hermano, que tenía casi 15 años, fueron dando vueltas por la ciudad para encontrar distintos refugios. Nuestros padres nos hicieron cambiar el apellido a cada uno de la familia. Solo que mi hermana más pequeña, teniendo sólo 5 años, a veces no recordaba cuál era. El nuevo apellido era Moroni, pero ella decía Citoni. Y cuando no recordaba la maestra la retaba. Contar todo esto así, no parece nada. Pero en cambio fue algo terrorífico. Yo era muy sensible, muy tímida, sufrí mucho por el hecho de no ver a mi familia por tanto tiempo”, contó Elda.

Roma sufrió un bombardeo terrible en julio de 1943 de parte de los Aliados que querían debilitar al fascismo de Benito Mussolini. Las bombas cayeron en el barrio de San Lorenzo pero luego también en otras localidades cercanas a la ciudad, como el aeropuerto de Ciampino y el aeródromo de Guidonia. Se calcula que murieron más de 1.500 personas. Y estos hechos tremendos, que antecedieron a la invasión nazi, provocaron también mucho sufrimiento y dolor a los habitantes de la ciudad. “Durante los bombardeos escapábamos al sótano del edificio donde vivíamos. Cuando estábamos en el convento ya no hubo bombardeos pero sentíamos las sirenas y veíamos los aviones que pasaban”, contó. En 1957 Elda se casó con Adriano Castelnuovo. Tuvieron tres hijos y quedó viuda. Uno de sus hijos vive hoy en Israel con su familia.

-¿Qué les diría a los jóvenes de hoy luego de haber vivido estas tremendas experiencias?

-Que la humanidad no es una buena humanidad, que hay mucha maldad en el mundo y hay que estar siempre atentos. Les recomiendo estar siempre muy atentos.

-¿Es importante recordar el pasado?

-Si, es importante recordar para no repetir los mismos errores. Es muy importante.

Eventos

Después de los recientes atentados en Francia y en Bruselas de parte de terroristas islámicos, el clima de inseguridad y las medidas de prevención se están extendiendo en toda Europa. En Roma se escuchan las sirenas de coches de carabineros que corren por las calles y se ven helicópteros del ejército que vuelan por los cielos.

Pese a todo, esta semana, en la capital italiana se han organizado numerosos eventos que recuerdan el rastrillaje judío de 1943.

Entre ellos, una exposición en el Museo Capitolino de Roma, el museo del municipio, “I sommersi. Roma 16 ottobre 1943” (Los sumergidos, Roma 16 de octubre de 1943). La muestra, muy conmovedora, reúne recuerdos de las familias desaparecidas en ese momento, juguetes y dibujos de los niños, joyas, documentos, textos de diarios, certificaciones de autoridades romanas de la época, fotografías.

“A 80 años del rastrillaje de los judíos de Roma hemos sentido el deber de hacer un ejercicio de memoria colectiva sobre este día de horror, sobre sus causas y sus consecuencias”, dijo el acalde de Roma, Roberto Gualtieri, miembro del Partido Democrático (centro izquierda), al inaugurar la muestra. “Roma no puede y no quiere olvidar ese hecho abominable”, concluyó.

“Han pasado 80 años pero el recuerdo está todavía vivo y la herida no se ha curado. Nuestra Comunidad no puede y no quiere olvidar el sufrimiento que esos hechos provocaron entonces y a enteras generaciones sucesivas de judíos”, dijo por su parte Victor Fadlun, presidente de la Comunidad Judía de Roma.

En efecto, para no olvidar se ha organizado la semana de eventos titulada “Recordamos el pasado porque nos interesa el futuro”. Se trata de proyecciones de películas alusivas, debates en escuelas y universidades, caminatas a pie por los distintos lugares que recuerdan esos momentos en Roma, conferencias sobre el tema en distintas universidades de la capital, una marcha de la memoria, obras de teatro y una ceremonia oficial de conmemoración a la que asistió, entre otros, el presidente de la República Sergio Mattarella, y el rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni.