Ruedan y ruedan palabras/ conformando a la humanidad/ Los que somos tus hermanos/ te buscamos Luis Pujals”. Era 1972 cuando Roque Narvaja editó “Octubre (mes de cambios)”, su primer disco como solista, luego del éxito obtenido al frente de La Joven Guardia, y “Balada para Luis” inauguraba un movimiento compositivo hasta el momento inédito en el rock argentino: señala con nombre completo al protagonista de una canción. No casualmente, no cualquier nombre.

Luis Pujals había nacido en Pergamino en diciembre de 1941. Fue uno de los fundadores del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Su nombre pasó tristemente a la historia como uno de los primeros desaparecidos de la historia de nuestro país, el primero entre la militancia del PRT, cuando el 17 de septiembre de 1971 fue secuestrado por un grupo de tareas de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la provincia de Buenos Aires (DIPBA) y luego trasladado a Rosario, donde fue salvajemente torturado y asesinado.

Según palabras del propio autor de la obra, el mes elegido para nombrar el disco tiene que ver con una consideración eminentemente política. “Es el mes revolucionario por excelencia”, decía al presentarlo en la Revista Pelo. Aunque también había una referencia que tenía mucho más que ver con su momento como artista: “Pensé también que era un mes de transición: no es primavera, no es verano, no goza de la publicidad de septiembre, ni de la de diciembre tan promocionado por las fiestas, ni de la de enero que siempre comienza un nuevo año. Este long play es el final de una lenta maduración de un estilo sobre el cual venía trabajando desde hace tiempo y es, a la vez, la cristalización de un viejo sueño: hablar por mí mismo, sin influencias negativas de ningún tipo, y sobre todo lo mío”.

En ese proceso al que hace referencia, al cantautor nacido en Rosario le tocaba la compleja tarea de correrse del rol de cantante famoso de una banda exitosa, como lo había sido La Joven Guardia. Hacedor de temas como “El extraño de pelo largo” o “La reina de la canción”, el paulatino cambio entre las prioridades de sus intereses artísticos lo había llevado a otro terreno. Al igual que una buena parte de sus congeneracionales se dejaba atravesar por la realidad cotidiana y empezaba a involucrarse en las problemáticas sociales y políticas que marcaban los años de una primavera que todavía no sobrevenía y que iba a durar demasiado poco tiempo.

Todavía en la dictadura de Lanusse, volvió a sus raíces folklóricas, se abrazó al latinoamericanismo y se despachó con canciones en las que los protagonistas dejaban de ser extraños y tenían sus nombres, sus luchas y también sus propios fantasmas. Pujals fue uno de ellos, una figura paradigmática para la época en la que la lucha armada empezaba a ser una posibilidad latente para generar el cambio social en el país. No había cumplido 30 años cuando lo asesinaron y desaparecieron su cuerpo, en una acción que se convirtió en un terrible prolegómeno de la dictadura genocida que llegaría (oficialmente) en marzo de 1976.

En una entrevista con Claudio Kleiman publicada en 2004, cuando Página/12 reeditó aquel disco debut, Narvaja repasaba las canciones del disco y afirmaba: “Siempre me cayeron muy mal las injusticias, por pequeñas que sean. Yo había mamado el peronismo en mi casa, mi viejo era abogado laboralista y, como era una cosa de la casa, me incliné para el lado de los Beatles y todo eso. Pero cuando llegó el momento en que el aire se llenó de necesidad de definiciones, me sentí peronista, y progresista dentro de eso, entonces me puse a militar en la Juventud Peronista. Me recuerdo en esa época como una buena persona, que quería ayudar a los demás. Creo que fue muy lindo lo que nos pasó, más allá de quién tuvo razón o quién la tiene. El hecho de que estuviésemos todos juntos, hablando de algo que superaba nuestro egoísmo personal, nuestra visión corta de la existencia.”

En esas palabras está la definición que cruza transversalmente el repertorio del disco que terminó confirmando a Narvaja como uno de los letristas más destacados de su generación. “El otoño ha llegado hasta tu puerta/ con el seco mensaje del marrón/ de amarillo se viste tu tristeza/ y se apaga el sonido de tu voz”, dice el primer fraseo la balada folk llamada “De leche y miel”, en la que el primer nombre propio aparece en escena: Isabel, una mujer que efectivamente existió. 

Ese es el segundo tema del LP que abre con “Traigan vino”, una canción en la que también empieza a asomar la identidad latinoamericana que en la época ganaba lugar de la mano de artistas como Gustavo Santaolalla o Litto Nebbia, actor central para la realización del disco, ya que fue quien acercó a Narvaja al sello Trova.

El coautor de “La Balsa” fue uno de los músicos que participó de la grabación, a la que se sumó una selección de artistas: Miguel Cantillo, Jorge Durietz (entonces Pedro y Pablo), Uña Ramos, Domingo Cura, Cacho Lafalce y Cacho Arce.

Aunque el autor asegura que al momento de escribir el tema no sabía que Pujals era un militante del PRT-ERP sino que lo había movilizado el ver la noticia por la televisión, la letra del tercer tema del disco parece tenerlo claro. “No fue culpa de tus ganas/ tu prematura inmortalidad/ sino ver a tus hermanos/ conociendo tu verdad/ Esa fue tu sentencia/ Luis Pujals”, dice la segunda estrofa que luego se coronará con una referencia inequívoca: “Cuando canten las bocas/ de los fusiles de cualquier lugar/ Se acordaran de nombrarte/ para siempre junto a tu final”.

La palabra “revolución” aparece por primera vez en el nombre de el cuarto tema del LP, llamada “Revolución, mi amor”, y mantiene su centralidad en el quinto, que cierra el Lado 1, en la que canta “Sobre la confusión/ avanza la revolución/ Desde nuestro panteón, brindamos por la Nación”.

Es Octubre quien manda en la calle/ son los cambios que deben llegar/ Es América toda una madre/ de su vientre saldrá el salvador/ que nos guiará”, es el estribillo de la canción central del álbum que continúa una línea temática concreta que termina concentrando todas las referencia en “Camilo y Ernesto”, el tema inspirado en Camilo Cienfuegos y Ernesto “Che” Guevara, protagonistas junto a Fidel Castro de la Revolución Cubana que era observada como un faro por las juventudes politizadas de todo el continente.

“A través de los Andes” y “Dame el sol”, profundizan teóricamente los alegatos, hablando de la necesidad de huir de la ciudad, identificada siempre por el universo rockero como símbolo de “el sistema”, y denunciando la explotación a un trabajador zafrero. “Trabajador, tu angustia es mi capital”, es la frase que, a dos voces junto Nebbia, se repite hasta cerrar el álbum.

El número 34 de la Pelo pasó a la historia por "masacrar" con una crítica que envejeció mal demasiado rápido al tercer disco de Pappo´s Blues, el que grabó con Pomo y Machi, y que posiblemente sea el mejor disco de los grabados por el guitarrista. Allí aparecen también críticas a “Sudamérica o el regreso de la aurora”, de Arco Iris; y a “Vida”, el primer disco de Sui Generis. En el medio de eso, aparece la crítica a “Octubre (mes de cambios)”, que se queda a mitad de camino entre la celebración y el reproche. Sin embargo, lo describe como un álbum que “a pesar de los apresuramientos, que trata de hablar claro sobre lo que piensa un argentino joven sobre la candente realidad de su país”. De eso se trataba.