El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, estimó este ayer que discutir con Corea del Norte “no es la solución”’, dando a entender, en un tuit ambiguo, que para él la búsqueda de una solución diplomática con el régimen de Pyongyang está condenada al fracaso. “Estados Unidos ha estado hablando desde hace 25 años con Corea del Norte y pagándoles dinero por medio del chantaje. Hablar no es la solución!’’, escribió en Twitter el presidente, un día después de que Norcorea lanzara un misil que sobrevoló Japón.
Corea del Norte redobló ayer la apuesta y advirtió que el misil balístico que ayer sobrevoló Japón es apenas el “primer paso de una operación militar de mayor escala” y que planea realizar más lanzamientos en el Pacífico, después de que la ONU emitiera una condena unánime, aunque no fue acompañada de nuevas sanciones.
El aviso lo dio el líder norcoreano, Kim Jong-un, quien agregó que este “primer paso de la operación militar del Ejército Popular de Corea en el Pacífico” constituye “un significativo preludio para contener a Guam”, la isla del Pacífico occidental donde Estados Unidos tiene dos importantes bases militares y viven 160.000 personas.
A principios de agosto, tras una roce diplomático sin precedentes entre Washington y Pyongyang, Kim amenazó con disparar cuatro misiles hacia Guam, una amenaza que pocos días después matizó, señalando que esperaría “un poco más” para observar los movimientos de Estados Unidos.
Si bien con esa nueva decisión enfrió por algunos días la tensa relación, ayer demostró que tiene capacidad militar para cumplir con la amenaza y lanzó el Hwasong-12, que recorrió 2.700 kilómetros.
“En el ejercicio quedó demostrada la capacidad operativa de las unidades de artillería Hwasong de la Fuerza Estratégica del Ejército Popular de Corea del Norte para una guerra real y la eficiencia de combate del recién equipado misil de medio alcance”, resumió el país asiático en un mensaje difundido a través de la agencia KCNA.
Kim según analistas, dejó claro que está dispuesto a seguir ignorando las condenas y la presión que la comunidad internacional ejerce a través de sanciones y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, que desde hace más de dos décadas prohíben a Corea del Norte el uso de tecnología de misiles balísticos y los ensayos nucleares.
El organismo internacional, en una reunión de emergencia celebrada tras el último test, condenó “enérgicamente” el ensayo y las “indignantes” acciones de Pyongyang, e insistió en exigir el “cese inmediato” de sus lanzamientos de misiles. China, principal aliado de los norcoreanos, también se mostró en contra del ensayo armamentístico.
El canciller chino, Wang Yi, admitió ayer que el lanzamiento “violó las resoluciones de Naciones Unidas y ha minado los tratados de no proliferación”, por lo que tendrá respuesta de la comunidad internacional.
“China no está a favor de la prueba balística y por tanto estamos trabajando con otros miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”, destacó Wang en una rueda de prensa en la que prometió que “daremos la respuesta necesaria al reciente lanzamiento de misil”.
El canciller chino dijo que ambos países asiáticos “son vecinos y tienen una vieja amistad, pero al mismo tiempo Corea del Norte ha violado las resoluciones, por lo que China, como miembro permanente del Consejo de Seguridad y país importante y responsable, debe tomar una posición clara”.
Los jefes de gobierno de Japón y Corea del Sur pidieron ayer elevar “hasta un nivel extremo” la presión sobre Pyongyang y adoptar nuevas sanciones “más efectivas y específicas” sobre el país, para lograr que acceda a iniciar un diálogo para poner fin a sus programas armamentísticos, pero no se anunciaron nuevas sanciones.
El Ejército estadounidense, por su parte, realizó una nueva prueba exitosa de su sistema anti misiles en el Océano Pacífico, cerca de Hawaii, mientras en Washington, el secretario de Defensa de Trump, James Mattis, opinó que aún hay espacio para una “solución diplomática” con Corea del Norte.
Pyongyang insiste en que el ensayo de ayer fue una demostración de fuerza en respuesta a las maniobras anuales “Ulchi Freedom Guardian” que Washington y Seúl realizan en territorio surcoreano, a las puertas de su territorio. Estos ejercicios son la mayor simulación bélica computarizada del mundo y Pyongyang la considera, como otras maniobras que los aliados realizan periódicamente en la península, un simulacro de invasión.
Pese a las insistentes pruebas de Pyongyang, algunos analistas señalan que la oportunidad de diálogo podría presentarse una vez que terminen mañana las maniobras de Corea del Sur y Estados Unidos. Pyongyang suele usar los ejercicios para justificar sus ensayos, pero Washington y Seúl no tienen previsto celebrar otro más hasta la próxima primavera, cuando tendrán lugar nuevamente las maniobras “Key Resolve” y “Foal Eagle”.
Pero Trump no parece demasiado dispuesto a dialogar de ninguna manera. Consideró que el nuevo lanzamiento es un signo más del “desprecio” norcoreano por “sus vecinos, por todos los miembros de las Naciones Unidas y por las normas mínimas de comportamiento internacional aceptable”.
El presidente republicano no precisó lo qué está considerando la Casa Blanca, aunque este mes ya avisó en Twitter de que “las soluciones militares están completamente preparadas, listas para el combate, por si Corea del Norte actúa de forma imprudente”.
Desde Ginebra, además, el embajador estadounidense ante la conferencia del Desarme de la ONU, Robert Wood, insistió en que el único objetivo de Washington en el tema es que Pyongyang abandone sus programas prohibidos, y pidió la plena cooperación de la comunidad internacional “contra las acciones cada vez más peligrosas y desestabilizadoras de Corea del Norte”.