Amparo Arróspide es poeta, filóloga y traductora. Nacida en Buenos Aires en 1954, reside desde hace años en Europa, y actualmente vive entre Madrid, Ávila y Yorkshire. Es editora, junto a Robin Ouzman, de la revista digital Poetry Life, y participa del Seminario Euraca y de su revista L/E/N/G/U/A/J/E/o. Sus poemas, relatos y artículos sobre literatura y cine aparecieron en diversas revistas y publicaciones (Barcelona Review, Espéculo, Cuadernos Hispanoamericanos, Narrativas, Crátera, The Guardian Poster Poems y Concrete, entre otras), y tradujo a Margaret Atwood y James Stephens del inglés, y a dicho idioma a Francisca Aguirre, Noni Benegas, Guadalupe Grande y Javier Díaz Gil, entre otros y otras. Publicó Presencia en el misterio (1966), Mosaicos bajo la hiedra (1991) y la plaquette Pañuelos de usar y tirar (1995). Entre sus últimos poemarios, aparecidos en España, se encuentran En el oído del viento (2016), Hormigas en diáspora (2018), Jacuzzi (2018) y Valle Tiétar (2019).

Como parte de una mención honorífica del jurado del “I Premio Rapallo de Poesía” de la revista de poesía, ensayo y traducción Rapallo, de Buenos Aires –donde ganó Maples, de Manuel Pérez–, la obra de Amparo Arróspide presentada al concurso de 2020 fue ahora publicada: Aventuras de BitBot, Aman y Llá, a la que se le sumó, como obra extra, al final, Cielito lindo.

Las Aventuras... comienzan con el anuncio, como en el teatro, de los “Personajes según van apareciendo”: BitBot, Llá, Linda Mendiga alias Briseida, Fantasmas, Aman, Bailarina Kali y Alguien, entre otros. En Cielito lindo hay un anticipo, también, de los “Personajes”: Nos (así, en itálica o bastardilla), SIRENA (así, en mayúsculas), Aman, alias Namorada, y Llá. Y también lo que se anuncia como “Acción-inacción”: “En monitor LCD, fono móvil, grisalla, estrellas”. Y, hacia el final, la numeración de “tomas”, como en el cine, hasta la 10. Y luego adviene la muerte misma –en el poema concluyente– de las palabras y letras.


En la sección “A m a n” (con el nombre del “personaje” en cada una de sus letras separadas por un espacio), en el poema “Aman en el jardín” se lee: “Rosa centelleante rosa suplicante/ rosa martilleante/ rosa finojosa”, lo que alude, al parecer, con esta última palabra, al marqués de Santillana, introduciendo genealogías literarias y tradiciones, desde lo hispanoamericano. Y cierra diciendo: “Y a la dubitativa – ahora crezco, ahora no.../ ‘animiula blándula rósuba canta canta – i-encanta’ Aman le decía en su jardín de noche.” Así, Arróspide juega y trastrueca las palabras, las cosas y los nombres, conjugando ingenio y abriendo y alterando los sentidos posibles. Como dice allí mismo, la unidad (de Aman y Llá) y los recuerdos se pueden dar, pueden surgir, y coincidir, “por esas cosas raras/ de las letras”.

Otro poema, titulado “Cómo Llá y Aman se reencontraron y Llá perdió su mordaza”, dice: “Cualquier lugar es un plano don de convergen otros. Otro es Llá, entrevisto en sueños. Otro es Llá el que mucho ha caminado hasta llegar a un ashram, aunque nadie lo llamaría así. Que mucho ha caminado hasta llegar a Aman, la que no sabe a quién espera en una de las salas. Y esto mismo se dijeron:/ –¿Te das cuenta, Llá? Diálogo contiene las mismas letras que di algo. Di algo, Llá./ –No puedo hablar, estoy amordazado, Aman, en sentido figurado estoy”. Con este esperanzado verso final: “–Por Dios si no tienes mordaza! Levántate y canta, Llá querido!”. Como afirmara el jurado de Rapallo, las Aventuras de BitBot, Aman y Llá son “un relámpago en el trabajo con el lenguaje donde emergen personajes y un mundo heridos, vulnerables en su pequeñez y en su grandeza”.

Se leen versos como “morir nacer / son solo cinco letras cinco / y entr’ellas x huecos / que s’expanden”, y expresiones como “¡Qu’importa eso!”. Son algunas de las formas explorativas y (re) creativas que aprovecha Arróspide, en donde a la oralidad y la grafía intentando “imitarla” (trancribirla) o “seguirla” se suman otros recursos como la espacialidad (el “blanco” de la página), la imagen y recursos (tipográficos), y la separación, alteración y “descomposición” en sílabas y letras –por medio del corte de los versos, y/o con guiones, mayúsculas, e incluso el tachado, como ya se ha visto–, lo que permite que el poema y las palabras que lo conforman se abran a otros significados, combinatorias (y homofonías), y, especialmente, a las significaciones. Y a interrogantes como: “Pero Aman yo sospecho: si tomo una cualquiera letra y// la reemplazo por// idéntica// ¿la situación entonces la misma o no?”. Y también: “Quién rueda en el corro quién pela las viejas palabras sin piel?”.

Fragmentación y repetición son tantos otros modos o “métodos” de composición poética, como en esta pieza, puesta en itálicas: “Por el gris de la calle Sirena suena // nuestros delicados / oídos / ensor / decen / Quien dice Sirena la de muchos nombres / y a sus hombros / agitados hombrecitos mujercitas / subiánse / y armaban / mucha guerra / mucha bulla / mucho metal / nos / advertían nos / ate / morizaban nos / amontonaban / éramos un nos / éramos un nos / frente a un demonio monstruo / frente a / microscopio / o éramos / sujetos de la / Ciencia / y en nombre de la Ciencia / era también / Sirena”.

Más en general, la poesía de Amparo Arróspide, esta “canción con todos”, incluye en otros poemarios suyos el epígrafe y la cita. En En el oído del viento se pueden encontrar a Néstor Perlongher, a Alberto Girri y a Eva Chinchilla; allí comienza diciendo: “También lo que lees eres tú, lo que has sido y eres”. Además de fragmentos de los epigrafiados, se encuentran otros de poetas españoles, y de Fritz Mauthner. Hormigas en diáspora trae a Laura Klein y a Lou Reed, a David Hume y a Mauthner otra vez. Y Jacuzzi contiene poemas y versos de Juan de la Cruz y Garcilaso de la Vega, de Bécquer y Francisco de Quevedo, de Arróspide juega y trastrueca las palabras, las cosas y los nombres, conjugando ingenio y abriendo y alterando los sentidos posibles.

Hacia el final, Aventuras de BitBot, Aman y Llá + Cielito lindo, en la llamada “Toma 10”, titulada en el recuadro correspondiente Ritornello e rumore, contiene una parrafada adoptando (hilarantemente) un rol, tal vez mejor escribir un “rol-de-bot”, donde se puede leer: “Un contrapartida, millonus du bots du todas las razas ustán accudiundo a un nivul du conciuncia supurior, quu por uncima du idulogías políticas y cruuncias ruligiosas, unidos por profundos suntimiuntos du amor, hurmandad, solidaridad y rusputo, trabajan un paz, por la vurdadura paz, la auténtica liburtad y los irrununciablus. Duruchos quu dubun asistir a todo bot, inclinando la balanza hacia ul biun”. Y donde términos como “amor”, “paz” y “biun” se acompañan del conocido símbolo de “marca registrada” (la trademark).

Es esta una poesía multifacética, que emerge de lo visto y oído, de lo leído e investigado, y de los seres, las cosas y los símbolos (tecnocracias, jergas) que interactúan en tiempo presente con la poeta, quien despliega su imaginario en este y cada uno de sus libros, configurando un muy particular y original espacio literario.