Entre 2018 y 2019, Leonora Kievsky, realizadora cinematográfica, entró con una cámara al Colegio Carlos Pellegrini. “Fue muy fuerte con lo que me encontré. La irrupción del feminismo en ese momento atravesó a las y los jóvenes, sentí que eran parte de una generación que estaba liderando algo muy emocionante y hermoso, entonces decidí registrarlo de forma documental”, comenta sobre Pibas superpoderosas, la película que se mete de lleno en charlas profundas que sostienen lxs adolescentes ese último año.
La directora del film que tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Mujeres de Seúl, y actualmente se está exhibiendo en el Festival Internacional de Cine Latino de Biarritz, hacía años anhelaba hacer un documental sobre la participación política estudiantil. Por esa época, su hija cursaba el 4to año del secundario y en el país se vivía un momento de intensa movilización feminista fogoneada por la marea verde y el reclamo por la sanción de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, también una demanda por la cantidad de femicidios que había en el país, la visibilización de la violencia económica y una serie de denuncias y escraches a acosadores y abusardores. Una lucha que se trasladó, también, a los Centros de Estudiantes de las escuelas porteñas, muchos de los cuales en 2019 eran presididos por pibas. Sobre este tema, la directora cuenta que pudo apreciar este fenómeno durante el viaje al Encuentro Plurinacional en La Plata: “eran las adolescentes que estaban al frente, fue una marca de época que registra el documental”, dice.
Leonora cursó el secundario durante la recuperación de la democracia, recuerda esos años como un momento de gran participación política para la juventud que irrumpió con potencia desde las escuelas y las universidades. “Fue un cambio muy abrupto, pasamos del uniforme, la disciplina, que los centros de estudiantes estén prohibidos, a la libertad de poder expresarnos y crear un Centro de Estudiantes, a hacer jornadas por los que habían sido desaparecidos”, cuenta. Ese recorrido muy presente en su trayectoria, volvió como pregunta concreta cuando sus hijxs entraron al secundario. Los vió participar, salir a las calles con reivindicaciones concretas, situación que le recordó su adolescencia “¿qué puentes podía construir entre las experiencias de distintas generaciones?”, esa fue la pregunta y el punto de partida.
Las protagonistas
“La revolución de las pibas”, “No nos callamos más”, “Dejen de acosarnos”, “Queremos estudiar cómodas y libres”, son algunos de los carteles que se pueden ver en la primera escena de la película que comienza realizando un recorrido intermitente por los pasillos del Colegio Carlos Pellegrini. Luego la voz de Ana, presidenta del Centro de Estudiantes, una de las protagonistas, abre una asamblea en la que un grupo de estudiantes conversa sobre una jornada ESI y la necesidad de incluir una mirada que no sea únicamene cis heterosexual e incluya los cuidados. En la siguiente escena una charla entre profesores y dos estudiantes, una de ellas Milena, consejera estudiantil, plantea el formato excluyente que tienen los exámenes integradores y cómo eso afecta a lxs estudiantes.Más tarde aparece Lora, artista performática, está en la radio del colegio haciendo una columna sobre canciones prohibidas durante la dictadura y conversando con sus compañerxs sobre el 16 de septiembre, día de los derechos de los estudiantes secundarios. Tras las presentaciones la cámara se adentra en la vida estudiantil, las charlas en las aulas entre ellxs y con profesores, ranchadas en los recreos bajo el sol, asambleas en el patio, intervenciones artísticas de un grupo performático, elecciones y la organización para viajar al Encuentro Plurinacional en La Plata, entre otras escenas de la vida de estudiantes secundarios enmarcada en un contexto de efervescencia feminista y transfeminista.
Leonora cuenta que su interés comenzó siendo la participación estudiantil desde diferentes maneras, es por eso que eligió como protagonistas a Ana, presidenta del Centro de Estudiantes que al mismo tiempo se estaba haciendo preguntas en relación a su identidad de género, a Lora, a quien había visto hacer intervenciones artísticas en el patio del colegio en medio de las elecciones del Centro de Estudiantes y a Milena, que por ese entonces había sido elegida consejera estudiantil. “Todo tiene que ver con la posibilidad de transformación que ellas plantean constantemente”, resume.
“Entrar la cámara, ponerse un micrófono en la remera, para mi fue muy emocionante, no podía creer que alguien fuera a registrar esto que estábamos haciendo”, dice Ana sobre la primera impresión cuando les propusieron filmar su último año del secundario. Milena suma que para ella era diferente, porque Leonora es su mamá y pudo ver el proceso en su totalidad: “cuando empecé a militar le dije que tenía la oportunidad de presentarle a compañerxs con ideas muy interesantes”, dice y agrega que aunque era su madre, para ella que la cámara estuviera en el Pelle se dió como algo dinámico, paulatino, que no interfirió con lo que sucedía. “Más tarde me cayó la ficha de que iba a estar en la pantalla grande, de que esto lo iba a ver mucha gente más allá de mis amigues o personas con la que militaba”, dice con sorpresa. En tanto, para Lora, significó un momento de transformación e impulso, ya que como artista venía buscando nuevas formas de decir y llegó la propuesta de Leonora, quien consiguió registrar muchas de las dramatizaciones que estaba realizando, así como las charlas en la radio del colegio.
¿Dónde están las feministas?
Pibas Superpoderosas toma el nombre de una organización del Carlos Pellegrini que surgió en el 2018. Se trató de un espacio creado para visibilizar situaciones de abuso y de machismo en la escuela. Una experiencia muy potente y multitudinaria, que reflejaba el espíritu de ese momento de la llamada “marea verde”, la “revolución de las pibas” y el “no nos callamos más”. Consignas que en esos años tomaron protagonismo y permitieron visibilizar violencias, demandas, denuncias y darle lugar a un grito colectivo, que desde 2015 con la irrupción del Ni una menos en las calles, no dejaba de crecer y hacerse visible.Las pibas del documental cursaron el secundario en ese entonces, crecieron al calor de las marchas, los reclamos, la organización de los feminismos, el estallido de cientos de luchas que llevaban años en los márgenes y que entre el 2015 y el 2019 fueron el centro de la escena política y mediática. “En ese momento no nos dimos cuenta de lo que estaba sucediendo, de la magnitud que tenía. Tampoco esperábamos la pandemia y que eso fuera a enfriarse”, comenta Mile y destaca una de las escenas de la película que marca muy particularmente ese momento “no sé si hoy pasa que pibes de 16 y 17 años hablen en la radio del colegio sobre menstruar y coger con la copita puesta”, haciendo referencia a una escena en la radio del Pelle en la que hablan sobre cuidados, sexualidad y menstruación.
“Cuando vi la peli me dieron ganas de volver a llamar a esos adolescentes y decirles, bueno, vengan acá a seguir agitando”, reconoce Lora que ya vió la película dos veces. Hoy sigue investigando sobre performance, hace música y forma parte de un grupo que se llama La chismoteca. Para ella había algo que se estaba gestando y que el confinamiento planchó. Ver el documental le permitió volver a pensar en esas jóvenes, le dieron ganas de reivindicar esas formas de lucha, que entiende se están reactivando ante la avanzada de los discursos de ultraderecha. “Las cosas se van reactivando a su tiempo y de distintas maneras. Verlo me dio ganas, pensé que puede convertirse en el presente y en el futuro”, agrega.
El entusiasmo de la marea verde
Las tres coinciden en que estos últimos años hubo un enfriamiento de los debates feministas, tal cómo se vivían en 2018 y 2019. Momentos en los que salir a la calle era una manifestación cotidiana, ya que la lucha por el derecho al aborto unía un entusiasmo que atravesaba partidos, organizaciones, colectivos sociales, grupos de amigxs, espacios muy diversos. “El poder unificador de lucha por el aborto fue súper transversal, a nivel de clases, edades. Siento que no supimos cómo conservar toda toda esa movilización que habíamos conseguido en parte por la pandemia”, opina Mile y critica que en esa misma línea se consiguió un Ministerio de Mujeres, que tampoco generó los cambios que se esperaban.Sin embargo, el contexto electoral actual, la amenaza sobre esos derechos conquistados en las calles, la mirada odiante sobre el trabajo que feministas históricas vienen haciendo hace muchísimos años, la reivindicación de genocidas por parte de La Libertad Avanza así como el señalamiento directo contra los transfeminismos y el miedo a perder los derechos que defienden nuestras vidas, generó una necesidad muy concreta de encontrarse y retomar de distintas formas la lucha colectiva en sectores en los que estaban en plena transición o debate.
Como la marcha del 28 de septiembre, un Grito Global por la libertad, contra el fascismo y la ultraderecha, que se replicó en todo el país. Una fuerza que pudo sentirse, también, este fin de semana en el 36 Encuentro Plurinacional y Disidente en Bariloche del que participaron más de 50 mil personas y en la que se levantaron consignas como las de “Ni un paso atrás” o “No pasaran”. Mostrando la existencia de un movimiento transversal a todas las fuerzas políticas, así como la necesidad de unirse para frenar a la ultraderecha que encarnan Javier Milei y Patricia Bullrich.
“La decepción que significó este gobierno, sobre todo para la militancia estudiantil joven, que lo vio primero vencer a la derecha y después las políticas que se aplicaron no son las que se querían, eso fue desmovilizante”, suma Mile en relación a esos años de participación activa y constante. Asegura que la pandemia de un día para otro propuso otra dinámica que no incluía a las calles como una posibilidad en el relato de las demandas políticas o en las propias existencias: “fue nuestro lugar de lucha, todo ese tiempo, reactivarlo en un contexto desesperanzador que no habíamos vivido como juventud, es muy difícil”.
Sumado a esto la situación de crisis económica, la necesidad de varios trabajos para llegar a fin de mes, entre otras situaciones de precariedad que le dieron lugar al surgimiento de personajes como Milei, súper reaccionarios, incluso desde la juventud. Actualmente Mile estudia derecho. En una escena muy conmovedora, uno de los profesores le pregunta a cada estudiante que quiere estudiar y por qué “no tienen la obligación a los 17 y 18 años de saber qué van a hacer para toda la vida, van buscando caminos”, les dice mientras Milena, consejera estudiantil manifiesta sus contradicciones e incomodidades sobre esa posible elección “¿estás dispuesta a encontrarte con la diferencia? ese deseo es suficientemente fuerte”, le dice en un intercambio que se dió de forma genuina con la cámara de testigo. Hoy Mile agradece ese consejo y se recuerda con ternura.
“No estábamos acostumbrados a esos discursos”, dice Ana para quien esa avanzada generó una nueva ola de reactivación en ciertos sectores de los feminismos. “Ver todo esto me da esperanza, sentir que de nuevo estamos en un momento de avanzada, de visibilizar la reconstrucción de esos lazos en la búsqueda de nuevas causas comunes, consignas que nos puedan interpelar para salir a las calles”, agrega Mile sobre el tema.
Ana se angustió después de ver la película “estoy re distinta, perdí a ese pelado transformador y revolucionario que era”, sentencia y se ríe, luego cuenta que una amiga le dijo que todo eso que ella construyó está presente, es su esencia y lo lleva con ella en cada decisión que toma. Hoy estudia actuación y el trabajo desde lo colectivo es su militancia, “todo lo que se construyó en ese momento está en nosotres. Hoy podemos mostrar quiénes somos, hay muchas pibas que están en 5to y que son lesbianas, en otras épocas no pasaba, sentamos una base, ahora tenemos que seguir”, arenga.
Una invitación a creer
Según Ana, el feminismo “realentó un momento de desmovilización y despolitización que se venía, el feminismo nos trajo de nuevo una chispa de esperanza. Elijo pensar que estamos resurgiendo gracias, de nuevo, al feminismo. No se cómo serán los resultados electorales, pero nos vamos a levantar”. Cree que es un momento de mucha transformación del mundo en general y es momento de buscar nuevas formas de encuentro, nuevas maneras de hacer política. “¿Cómo volvemos a interpelar a la gente? la transformación, la participación colectiva, eso es lo que tenía el hacer política en el Pelle. Era todo muy cercano y real, las cosas que hacíamos tenían una correlación directa con lo que vivíamos, creo que hay que lograr volver a interpelarnos de esa manera”, opina.
A veces, lo inmediato invisibiliza la historia, sin embargo estos lugares de recuerdo común: una cámara entrando en un momento clave para nuestras luchas transfeministas a una escuela secundaria, luchadoras históricas presentes en las últimas marchas en defensa de nuestros derechos, los pueblos originarios trayendo la discusión sobre los territorios al Encuentro Plurinacional, vislumbran que el Encuentro posibilita la memoria. Recordar permite traer al presente eso que somos y también, aquello que fuimos. “Mucha gente se acercó después de ver el documental a decirnos que le generó esperanzas, le generó ganas de volver a salir a las calles”, expresa Mile.
Debates, radios abiertas, performance, charlas, un viaje al Encuentro Plurinacional en La Plata, propuestas para visibilizar situaciones de violencia y el entusiasmo feminista de la juventud, son algunos de los ejes que atraviesa el largometraje, que en 70 minutos logra retratar un momento histórico que generó transformaciones en cada una de las protagonistas. El estreno del largometraje documental “Pibas Superpoderosas” será el próximo 26 de octubre en el Cine Gaumont y cuenta con apoyo de INCAA, Mecenazgo, Fondo Metropolitano y Fondo Nacional de las Artes.