Enterrando una ambición 7 puntos

The Burial, Estados Unidos, 2023

Dirección: Maggie Betts

Guion: Doug Wright, Jonathan Harr y Maggie Betts

Duración: 126 minutos

Intérpretes: Jamie Foxx, Tommy Lee Jones, Jurnee Smollett, Alan Ruck, Mamoudou Attie, Bill Camp, Pamela Reed, Amanda Warren.

Estreno: Disponible en Prime Video.

Es increible cómo todavía funcionan algunas fórmulas narrativas, aunque básicamente no han cambiado nada desde sus primeras apariciones en la pantalla grande hasta ahora, que hay pantallas de todos los tamaños. El subgénero de las películas de juicios tal vez sea el mejor ejemplo de esa efectiva inmutabilidad. Porque ¿quién no disfruta de una película de juicios bien hecha? El estreno en pantalla chica de Enterrando una ambición se ofrece como una prueba fáctica de esa capacidad para contar lo mismo de siempre y con los mismos elementos y recursos que hace 50, 70 u 80 años, pero aún así seguir entreteniendo y atrapando al espectador en las redes de su calculadísima intriga.

El atractivo de películas como esta se encuentra vinculado a su origen, vecino y subsidiario del policial. Hay un misterio a resolver, distintas líneas de investigación surgiendo y colapsando a lo largo del relato, y un ideal de justicia al final del camino. También hay un héroe. A diferencia del policial, donde esa búsqueda puede asumir formas muchas veces a contramano de la ética, en las historias de juicios las reglas están impuestas por un determinado marco legal, que limita el accionar de sus protagonistas. Aunque, por supuesto, la ley también tiene grietas por las cuales es posible colarse un rato fuera de sus márgenes, a condición de que ese camino acabe regresando siempre a los estrictos códigos y procedimientos establecidos por el Estado. Los famosos vericuetos legales. Todo eso está presente en Enterrando una ambición.

Una de las ramas de las películas de juicios, tal vez la más grande, es aquella en la que un individuo se enfrenta solo a los grandes poderes, ya sean políticos, económicos o sociales, en busca de hacer respetar sus derechos. A ese universo pertenece Enterrando una ambición, en la que un hombre que ha construido una pequeña empresa familiar, amenazado con perderlo todo y ya cerca de su jubilación, debe vender una parte de ella para salvar el resto, que constituye el legado que quiere dejarle a sus hijos. El problema es que el comprador es una gran corporación que, luego de llegar a un acuerdo, empieza a demorar el cierre de la operación para asfixiar al protagonista y obligarlo a bajar el precio.

Planteadas como una versión jurídica del mito de David y Goliat, estas películas demandan de un personaje dispuesto a no permitir que sus derechos sean avasallados. Como en aquella historia bíblica, el punto de vista de la narración siempre está puesto del lado de la parte más débil, justamente porque es con el que puede identificarse ese 99% de la población mundial que todos los días debe enfrentarse, en mayor o menor medida, a distintos poderes que lo exceden. Enterrando una ambición no se aparta de eso, poniéndose del lado del viejo Jeremiah, dueño de una pequeña cadena de casas funerarias a quien un magnate del rubro pretende aplastar.

Sobre esas convenciones del género se eleva un personaje carismático, en cuyas espaldas descansa uno de los mayores encantos de la película. Se trata del abogado Willie Gary, interpretado con toda la gracia de la que es capaz Jamie Foxx. Una figura extrovertida, arrogante y verborrágica que se mueve frente a los jurados con una confianza que combina la elocuencia de un pastor evangelista con la actitud de un cantante de gangsta rap. Enterrando una ambición tiene todo lo que una historia de juicios debe tener: intriga, humor, giros de guion (algunos más o menos sorprendentes, otros bastante obvios) y una idea clara de que una corte de justicia no es más que otro de los escenario posibles en los que el drama se pone en acción. Es cierto que también le sobra un poco de corrección política, pero, bueno: signo de los tiempos.