En una audiencia accidentada realizada ayer en la Sala I del Tribunal de Juicio de Orán, los hermanos Delfín y Raúl Castedo se declararon inocentes del asesinato de la pequeña productora rural Liliana Ledesma, cometido el 21 de septiembre de 2006 en Salvador Mazza, en el límite con Bolivia.
El primero en declarar, sin juramento de decir verdad, fue Delfin Reynaldo Castedo. Dijo que hacían distintos trabajos rurales: desmontes, represas, división de campos y pozos de agua. En el caso que motivó la denuncia de Liliana Ledesma, por desmontes supuestamente no autorizados, dijo que fue a hacer un servicio de "500 hectáreas de agricultura y 500 hectáreas de pastura".
"Es mentira lo que decía Liliana (respecto de que se realizaban desmontes sin autorización). Cada vez que se desmontaba yo lo certificaba", añadió.
Sobre el otro punto de la denuncia de Liliana Ledesma, el cierre de caminos vecinales en la zona cercana a la frontera con Bolivia, Castedo negó que este camino fuera vecinal. "Yo ví los planos y ni figuraba ningún camino vecinal", aseguró. Sostuvo que solo la familia Ledesma se quejaba por el cierre de este camino al que, sin embargo, el Concejo Deliberante de Salvador Mazza había declarado como vecinal, porque por él pasaban las personas que tenían sus puestos más allá de la finca El Pajeal, atravesada por esta vía de comunicación.
"Una vez vino Liliana con el padre (Eugenio Ledesma) a hablar y yo le ofrecí darle una llave para que pasen y ella quería que saque el portón, yo le dije que hasta aquí llego, no era mía la finca", añadió sobre esta disputa. La finca figuraba a nombre del entonces diputado provincial José Ernesto Aparicio, a quien Liliana Ledesma señalaba, junto con los hermanos Castedo, como responsable del cierre de caminos, y afirmaba que esto se hacía para dejar una zona liberada para el contrabando de mercadería legal e ilegal.
"No maté a nadie, no mandé a matar a nadie", aseguró Castedo rechazando la acusación que pesa sobre él, de haber mandado a matar a Ledesma para silenciar sus denuncias. Aseguró asimismo que entre las personas que trabajaban en la finca no había "ningún matón" sino peones de campo.
Sobre los diez años que estuvo prófugo tras el crimen de la productora rural, dijo que se cometió el asesinato estaba en Buenos Aires y si bien después se presentó en la justicia luego se fue porque tenía miedo. "Me dijeron 'andate que esto se tornó político' y yo le tenía miedo a una poblada por lo que dijo Liliana", sostuvo.
En el mismo sentido, negó haber conocido a Lino Abdemar Moreno, uno de los autores materiales del asesinato, que cometió junto a Aníbal Tárraga, Casimiro "Nene" Torres y María Gabriela Aparicio, hermana del diputado Aparicio. La acusación sostiene que estas personas actuaron bajo las órdenes de los hermanos Castedo. Moreno, Tárraga, Torres y Gabriela Aparicio fueron condenados a prisión perpetua en 2010. Pero Moreno está prófugo desde junio último, cuando aprovechó que le habían autorizado salidas transitorias para fugarse.
En la audiencia de ayer se leyó también su declaración durante la primera parte de la investigación del asesinato. Entonces había volcado la versión de que Liliana Ledesma había sido detenida en Bolivia con una carga de 40 kilos de droga.
Por otro lado, Delfín Castedo se quejó también por la condena que recayó sobre él y su hermano, entre otras personas, en una causa por lavado de activos que se tramitó en la Justicia Federal de Salta. "Me condenan por la sociedad, no por narcotráfico. La opinión pública presiona a la justicia", sostuvo.
También su hermano Raúl Amadeo "Ula" Castedo se reinvidicó inocente. "Yo era muy joven, no tomaba decisiones ni podía manipular a alguien". "Yo soy inocente de lo que se me acusa". "Yo no tengo esa capacidad de convencer ni obligar a que cometan un homicidio", aseguró.
De igual manera, dijo que en trabajaban haciendo desmontes y mejoras al campo. "Me encargaba de los insumos y la salud de los empleados, si alguien se enfermaba lo llevaba al pueblo", relató. "Yo no era dueño de la finca, los problemas de ahí no tenían nada que ver conmigo", agregó. También afirmó que "jamás nadie" tuvo problemas con ellos.
En su declaración en la instrucción, que ayer fue leída en la audiencia, había afirmado que no tuvo problemas con Liliana Ledesma pero sí con su padre. Dijo que encontraban alambres cortados, el portón roto. "Muchas veces se los veía pasar con bultos" a los integrantes de la familia Ledesma, dijo en una línea que los hermanos ensayaron tras el asesinato de Ledesma: sembrar sospechas sobre actividades ilegales de su familia.
Sobre los dichos de Ledesma acerca de la existencia de "cocinas" de droga en la finca El Pajeal, Raúl Castedo aseguró que buscaban perjudicar al diputado Aparicio.
Y como su hermano explicó el hecho de que se fugaran en el temor ante una posible reacción del pueblo tras la muerte de la productora. "Aparicio nos dijo que nos vayamos porque había mucha presión política. Habían dos rosarinos que nos buscaban y ya habían entrado en la casa de Delfin", sostuvo.
Interrupciones del defensor
Durante la declaración de Delfín Castedo se suscitó un entredicho de proporciones cuando la fiscala Claudia Carreras intentó preguntar sobre escuchas telefónicas que se incorporaron como prueba en esta causa. El abogado defensor Horacio Daniel Morales se opuso, pidió que primero se le permitiera hablar de nuevo con Delfín, lo que el Tribunal rechazó porque al inicio ya se le había dado tiempo para que conversara con ambos acusados. Morales insistió reiteradamente, incluso levantando la voz, lo que a su vez motivó que el presidente del tribunal, Edgardo Laurenci, también subiera el volumen de su voz. A tal punto llegó la cosa que el Tribunal pasó a un cuarto intermedio para que el defensor se calmara.
De vuelta, Morales siguió en su tesitura, oponiéndose a que Delfin respondiera preguntas si antes no hablaba otra vez con él. De nuevo el Tribunal lo rechazó, pero la insistencia del defensor motivó un nuevo cuarto intermedio. De regreso, Morales optó por informar que su defendido no iba a responder más preguntas.
Superada esta instancia, se decidió escuchar a Raúl Castedo, que había anticipado su decisión de hablar. Otra vez Morales pidió hablar con su defendido, y adujo que al inicio no había tenido tiempo de conversar con él. Esta vez el Tribunal lo aceptó y hubo un nuevo cuarto intermedio. Cuando se reinició la audiencia Ula anticipó que solo iba a responder preguntas de la defensa.
La actitud del abogado defensor motivó una queja de la fiscalía: "La defensa pretende dirigir la audiencia. Quiero que se le advierta que la autoridad es el tribunal. Falta el respeto interrumpiendo la indagatoria", advirtió Claudia Carreras.