El Gobierno de Israel asegura que todo está preparado para la siguiente fase de su guerra contra Hamas. Cientos de miles de soldados y un gran número de vehículos blindados están movilizados y dispuestos para entrar en la Franja de Gaza, objetivo desde hace 12 días de un incesante e indiscriminado bombardeo de artillería y aviación que ha causado ya más de 3.500 muertos, un tercio de ellos, niños y niñas.
En paralelo, hace una semana que Israel ha bloqueado por completo la entrada de cualquier suministro al enclave. Ni agua ni combustible ni electricidad ni comida; algo que puede considerarse sin ninguna duda como un castigo colectivo a la población palestina y, por lo tanto, un crimen de guerra.
El pasado viernes, entre obús y obús, los aviones hebreos lanzaron miles de panfletos que recomendaban a la población de Gaza abandonar la zona norte de la Franja. Comunicados oficiales también lanzaban ese ultimátum que ha desplazado forzosamente a cerca de un millón de personas a otros puntos también bombardeados, ante las críticas de Naciones Unidas o de la Organización Mundial de la Salud.
La invasión terrestre a gran escala parecía inminente, pero la operación se ha ido retrasando mientras Estados Unidos, principal apoyo de Israel, buscaba ganar tiempo ante la posible escalada de un conflicto que puede dinamitar la ya volátil situación de Oriente Medio.
Operación del alto riesgo
La invasión de Gaza supone correr una serie de riesgos a distintos niveles, según expone Moussa Bourekba, investigador principal de CIDOB y experto en geopolítica global y seguridad. Coincide con él Jesús Núñez, experto en relaciones internacionales y codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH). Ambos enumeran el alto coste en bajas de una guerra urbana cuerpo a cuerpo contra las diferentes milicias palestinas, que juegan con el terreno a favor; la alta probabilidad de causar más víctimas civiles en una zona reducida, severamente castigada y muy poblada; y la posible ejecución de cerca de 200 rehenes civiles y militares, entre los que hay al menos un español, Iván Illarramendi.
Pero también puede desencadenar la reacción de milicias proiraníes, que podrían abrir nuevos frentes de guerra tanto en el sur de Líbano como en la frontera con Siria, para obligar a Israel a diversificar sus fuerzas, explican los expertos. La gran incógnita es qué intención tiene Israel tras la entrada en Gaza, ¿debilitar todo lo posible a Hamarrebatar otro pedazo de territorio en el menguado mapa de Palestina? La sombra de una segunda Nakba que obligue a cientos de miles de palestinos a huir de Gaza es uno de los escenarios más temidos.
"El problema es que ni Jordania ni Egipto quieren una avalancha de refugiados palestinos en su territorio", advierte Núñez, que apunta que el paso de Rafah, única posible vía de evacuación, no reúne las condiciones para la salida de más de un millón de personas. "No todos querrán irse porque saben que quizás nunca puedan regresar. Gran parte de la población jordana son refugiados palestinos que nunca regresaron tras su éxodo", sentencia Bourekba.
El "gran error" de entrar en Gaza
El presidente de EEUU, Joe Biden, aterrizó el miércoles en Israel después de que su secretario de Estado, Anthony Blinken, haya pasado una semana en visita oficial con distintos representantes políticos de la zona (Jordania, Egipto, Israel, la Autoridad Nacional Palestina, Catar, Baréin y Arabia Saudí).
El domingo, Biden advertía al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, de que una invasión terrestre de Gaza sería "un grave error". Tanto Núñez como Bourekba dan por hecho que la operación se acabará produciendo, aunque después de la gira de Biden, que tiene mucho que perder si se ve arrastrado a una guerra más amplia por su inexorable apoyo a Tel Aviv. "El objetivo de la visita es pensar de forma estratégica los pros y los contras de la invasión. Biden no se opone rotundamente e insiste en el derecho de Israel a defenderse. Lo que busca es evitar los mal llamado daños colaterales", apunta Bourekba.
Guerrilla urbana
Entrar en Gaza supondrá un "combate calle a calle y casa a casa", recuerda Núñez, y en ese escenario "la ventaja tecnológica de Israel no se elimina pero se reduce muchísimo frente a un enemigo que conoce bien el terreno. Habrá muchos muertos entre los soldados israelíes y de eso también tendrá que dar cuentas Netanyahu", advierte el experto del IECAH.
Bourebka añade que "las milicias palestinas llevan tiempo preparando este escenario, saben tender emboscadas y preparar explosivos, además de contar con una gran red de túneles". Enfrente tendrán "un gran número de reservistas sin experiencia en guerrilla urbana", en un lugar que no ha sido evacuado del todo. "Es seguro que el número de civiles asesinados aumente muchísimo más, y eso puede dañar la imagen de Israel ante la comunidad internacional y, sobre todo, aumentar el descontento entre los países árabes", matiza.
Casi 200 rehenes
La gran diferencia con otras operaciones militares en la Franja, coinciden ambos expertos, son los 199 rehenes israelíes y extranjeros en poder de las milicias de Hamas y la Yihad Islámica. "Una entrada de soldados en masa provocará con seguridad la eliminación de rehenes o de buena parte de ellos. De eso también tendrá que responder Netanyahu", opina Núñez.
"Precisamente, los rehenes son una de las razones por las que Netanyahu dice que la invasión es más importante que nunca", apostilla Bourekba. "Es una prioridad nacional. En 2011, Hamas logró la liberación de más de mil presos palestinos en Israel a cambio de un solo soldado", recuerda. En cambio, ahora parece estar claro que Netanyahu está dispuesto a sacrificar a algunos rehenes si consigue liberar a la mayoría. "El problema es que hay informaciones no contrastadas de que las milicias han dispersado a los prisioneros por distintos punto de la Franja, y eso sería una dificultad añadida", considera.
Después de entrar, ¿qué?
Núñez recuerda que la incursión de tropas israelíes en la Franja de Gaza es una práctica habitual. "En lo que va de año ha habido operaciones de entrada, localización y detención o eliminación de objetivos de Hamas". Aunque otra cosa son operaciones "a escala significativa", que ha habido cuatro en lo que va de siglo, puntualiza. "La pauta siempre ha sido la misma: ataques aéreos previos con incursiones puntuales para neutralizar a líderes o bases logísticas. Infiltración, golpe y retirada", explica. Todo eso, añade, ya se ha realizado en estos 12 días de guerra. "Lo que ahora se plantea es una entrada en masa del Ejército, algo que no se ha producido desde 1967. Y está la incógnita de si después de entrar se van a retirar o van a permanecer", añade.
En la Guerra de los Seis Días (1967), Israel atacó a la coalición de países árabes y logró anexionarse la Franja de Gaza y la Península del Sinaí (Egipto), Cisjordania, Jerusalén Este (Jordania) y los Altos del Golán (Siria). Tras los acuerdos de Oslo (1993) y hasta 2005, Israel mantuvo más de una veintena de asentamientos de colonos judíos en la Franja de Gaza, hasta que Ariel Sharón ordenó la evacuación forzosa tras décadas de enfrentamientos.
"Veo poco probable que se queden, aunque no es descartable", considera Núñez, que entiende que "un despliegue militar permanente en Gaza, expuesto a constantes ataques de grupos yihadistas, es difícil de imaginar". El objetivo declarado de Netanyahu es acabar definitivamente con Hamas, "aunque militarmente es imposible acabar con estos grupos y su infraestructura, por mucho daño que se les haga. La tesis es que hay un tigre muy peligroso y la opción es matarlo o cortarle la uñas. Hasta ahora se le ha intentado cortar la uñas, pero con el tiempo vuelven a crecer y vuelve a ser peligroso", entiende Núñez.
Para Bourekba, uno de los principales peligros de esta incursión es "que Gaza se convierta en el Afganistán de Israel": una guerra larga, imposible de finalizar y con un alto y continuo coste para Israel en vidas de soldados y civiles, explica. "En los últimos 15 años, las operaciones militares para debilitar a Hamás han fracasado, aunque ahora se repite a gran escala. Se ha eliminado a varios líderes pero no se le ha podido derrocar del poder en la Franja", expone. "Y aunque se acabe con Hamas, ¿qué pasa con la población palestina? La resistencia es una idea y va a seguir habiendo, las ideas son difíciles de matar", considera el experto del CIDOB.
Un escenario probable es que Israel consiga una gran despoblación de parte de la Franja con esta operación. "El Ministerio de Defesan de Israel y varios líderes políticos insisten en que quieren convertir Gaza en una zona inhabitable", apunta Bourekba. "Israel tiene ahora el Gobierno más extremista de su historia, con una visión supremacista que sueña con la dominación completa de toda Palestina. Creen que ahora el tiempo corre a su favor y no creo que frenen cuando les queda un último golpe", sostiene Núñez.
Para Bourekba, es posible que Israel mantenga inhabitable la zona norte de la Franja para emprender a largo plazo una política de colonización con nuevos asentamientos como la que ha vuelto a arreciar en Cisjordania con el actual Gobierno. Eso implicaría que cientos de miles de gazatíes perderían sus hogares y sus tierras, la temida segunda Nakba. "La situación ya ha sido calificada por organizaciones de derechos humanos como una limpieza étnica en un territorio y alertan del riesgo de genocidio", remarca Bourekba.
En estas condiciones, y ante el posible final de Hamás, apuntalar en Gaza un gobierno de Al Fatah, que apuesta por la coexistencia entre los dos Estados, parece muy improbable, tanto por el radicalismo que se instalaría entre la población gazatí como por el "desprestigio" que atraviesa desde hace años la Autoridad Nacional Palestina, opina Núñez.
Nuevos frentes en Líbano y Siria
"Todo va a depender de lo lejos que quiera llegar Israel con la entrada en Gaza y del golpe que aseste", aventura el experto del IECAH, que considera que Netanyahu "tiene una gran presión para quitarse de encima la imagen de fracaso del que le responsabilizan gran parte de los israelíes" tras la operación de las milicias palestinas del pasado 7 de octubre. Ese contexto "puede llevarle a sobreactuar, unido a la alta probabilidad de que intente aprovechar la situación para ir más allá que en operaciones militares anteriores".
Del avance israelí, del tiempo que permanezca en Gaza y del número de muertos palestinos que provoque la incursión, opinan ambos expertos, va a depender que el entorno de Irán, principal enemigo de Israel, vaya más allá de los ataques puntuales que se están produciendo en el sur del Líbano. "Si se prolonga demasiado, Hezbolla –partido milicia chií libanesa apoyada por Irán– puede activarse más y abrir un nuevo frente que obligue a Israel a diversificar sus fuerzas. También es posible que las milicias proiraníes en Siria hagan lo mismo en la zona de los Altos del Golán", advierte.
Bourekba añade a la ecuación "grupos armados en Irak y Yemen" que ya "han amenazado de forma clara a Israel y a EEUU con represalias y ataques en caso de una incursión terrestre en Gaza". El rompecabezas tiene muchas piezas y todas son peligrosas para la estabilidad en Oriente Medio.
"Es ahí donde está el peligro de una escalada que dé lugar a otros enfrentamientos armados a nivel internacional", concluye Núñez. La misión de paz de la ONU en el Líbano (FINUL) ha asegurado que sus efectivos continúan en sus posiciones y que no tiene "planes" de abandonar el país, mientras crece el temor a que la guerra entre Israel y las milicias de Gaza se extienda al territorio libanés.
"Nuestro trabajo continúa, incluyendo actividades regulares como la rotación de tropas hacia dentro y hacia fuera del Líbano. No tenemos planes de irnos y estamos haciendo lo máximo para reducir la tensión y prevenir un mayor deterioro de la situación", dijo la misión en un breve comunicado.