Mala época

1998

El debut de Rodrigo Moreno en la dirección, junto a un grupo de directores de su generación, significó la continuidad y la confirmación de los nuevos derroteros del cine argentino. Poética urbana, mirada sobre los márgenes del relato, historias de crisis y de resistencia. Sobre el marco de unas elecciones legislativas, cuatro personajes –un provinciano en la ciudad, un albañil paraguayo, un adolescente y un sonidista– prueban ser parte de un sistema que los castiga y los excluye, en un derrotero que concibe lo colectivo como aspiración. Premiada en el Festival de Mar del Plata de 1998 fue un nuevo ejercicio crítico sobre aquel tardío menemismo, en busca de nuevos temas, rostros frescos y de un lenguaje que escribiera una historia propia.

El custodio

2006

El primer largometraje en solitario de Rodrigo Moreno significó su temprana consagración. Nuevamente la política se asume como un denso telón de fondo: Rubén (Julio Chávez) es custodio de un ministro de gobierno y su rutina consiste en cumplir su tarea con discreta precisión. Lo vemos planchar su camisa, acomodar el chaleco protector, esperar con un café en el auto, mirar para otro lado ante los desbordes privados de su jefe. Quien tiene un mundo propio, que asoma en dibujos a mano alzada y agridulces reuniones familiares, se confina en ese rincón de lo visible, en un tiempo arrebatado. Como una sombra proyectada, su presencia discurre en la película al mismo tiempo que Moreno explora los pliegues de ese trabajo, la observación punzante de lo naturalizado.

Un mundo misterioso

2011

Es quizás la película de la que nace el mundo de Román en Los delincuentes. Está la crisis de pareja, la estadía en el hotel, el derrotero imprevisto guiado por la ausencia de rutina. Y también Esteban Bigliardi como intérprete. Alfred Hitchcock decía que el tiempo sin trabajo es aquel en el que el mundo ordinario se suspende y lo extraordinario acontece. Por eso sus personajes viven la aventura de sus vidas mientras se reponen de un accidente o se van de vacaciones. La vida de Boris se altera cuando Ana le pide un tiempo de separación. Su salida del departamento que comparten se convierte en un extraño viaje lleno de imprevistos, un paso sigiloso hacia lo extraordinario del mundo a menudo oculto tras la rutina diaria. Moreno dilata los tiempos de los planos, descubre la poesía de lo cotidiano, y lo hace en un laberinto sin centro en el que enreda a su personaje y también a sus desprevenidos espectadores.

Réimon

2014

Las tensiones de clase son también entre espacios. La ciudad de Buenos Aires y los cordones del conurbano se conjugan en el itinerario de Réimon, quien del trabajo a su casa recorre las instancias posibles de una diferencia social no siempre visibilizada. Bautizada por sus empleadores con la sonoridad de un idioma ajeno, la protagonista expresa en su mirada todo lo que calla en sus palabras. Los perros que duermen, el asado que crepita en la parrilla, la lectura de los libros a cámara, todas son inquietas invitaciones de Moreno a descubrir el mosaico de una vida no siempre filmada. En su gesto de sumar rostros e historias diferentes al cine argentino, el director impone el interrogante sobre el tiempo del trabajo y el del ocio como problemas nunca formulados, como anhelos de respuestas siempre esquivas.