Afiche de la película de Sarquís

La literatura de Juan José Saer era aún desconocida cuando el cine comenzó a filmarla. Tanto es así que la primera película sobre un texto suyo, el corto Un acto (Federico Padilla, 1962), se hizo tres años antes de la publicación del cuento “El balcón” en que se basa, cuando aún se llamaba “Tormenta de verano”. También de 1962 fue la primera intención (frustrada) de filmar el cuento “Palo y hueso”, que iba a dirigir el crítico Agustín Mahieu. La explicación es la tremenda impresión que Saer y su obra produjeron en un grupo de tempranos lectores suyos que también fueron sus alumnos en el Instituto Cinematográfico de la Universidad Nacional del Litoral, donde dictaba Historia del Cine y Crítica y Estética Cinematográfica. Entre esos jóvenes se encontraban varios nombres que resultaron esenciales en el cine argentino posterior, como Esteban Courtalon, Jorge Goldenberg, Patricio Coll y Raúl Beceyro. Entre ellos también se encontraba Nicolás Sarquís, de origen bonaerense, que se había trasladado a Santa Fe para estudiar cine: “Estábamos todos los días en la escuela, en el bar de la esquina, o en la casa de alguno de los que estaban viviendo ahí”, recordó Sarquís para el libro Generaciones 60/90, entrevistado por Paula Félix-Didier, Maggie Iglesias y Ezequiel Luka. “Éramos soberbios, insolentes, autocríticos, hipercríticos. Saer fue quien más nos indujo a todo eso, era extremadamente riguroso y además sabía muchísimo de cine”.

Antes de atreverse a hacer Palo y hueso, Sarquís acumuló experiencia profesional como ayudante o asistente de dirección en varios largometrajes de la generación renovadora del ‘60 y dirigió un cortometraje titulado Después de hora (1964). Durante 1965 y 1966 fue madurando el guión, con la colaboración del propio Saer y de Raúl Beceyro. Tras obtener un premio del Instituto Nacional de Cine por Después de hora, lograr que un amigo le prestara una cantidad de equipos y obtener la colaboración formal de la Universidad del Litoral, Sarquís se instaló en Santa Fe, reunió a su equipo y encaró el rodaje. Poco antes el realizador había participado del equipo de El encuentro (Dino Minitti, 1965), el primer largometraje sobre Saer, basado en “El taximetrista”, y estaba al tanto del disgusto del escritor por la decisión de trasladar la acción del film a Buenos Aires. No podía cometer ese mismo error en Palo y hueso: todo el film se hizo en San José del Rincón, muy próximo a la ciudad de Santa Fe, entre diciembre de 1966 y febrero de 1967, con gente de la zona. Uno de ellos, Ramón Berón, no sólo interpretó un personaje sino que tuvo a su cargo la construcción del rancho donde transcurre buena parte de la acción, con techo y paredes techo móviles para facilitar la filmación.

Existe un diario de rodaje escrito por Beceyro (que fue ayudante de dirección) y publicado en la revista Tiempo de cine en coincidencia con el estreno porteño del film. Allí se describen con precisión (y con un seco sentido del humor) las dificultades de un trabajo meditado y muy exigente, que se llevó a cabo con un equipo mínimo y muy escaso presupuesto, por fuera de toda tradición industrial: “Día 9 - La producción se resiente por la escasez de dinero. Hay un par de reuniones para organizar mejor los horarios de las comidas. El trabajo es largo y agotador, y recién en este momento comienza la parte fundamental de la filmación: los exteriores e interiores noche en el rancho. La pesadez del verano se supera difícilmente. Por deseo de Nicolás se filman las secuencias en orden cronológico. La unidad temporal del guión y la unidad espacial del decorado permiten esa experiencia poco habitual. Día 34 - Se filman a la tarde las tomas finales del guión, sobre el terraplén. Intervienen los tres actores. No se ensayó lo suficiente con el lente de 300mm. muy difícil de manejar por su escasa profundidad de campo y la filmación es un caos. Gran despliegue de actividad: hay que limpiar 500 metros de terraplén de curiosos y ocasionales turistas de fin de semana. Hay que sincronizar la intervención de los bomberos, camión regador y actores a tres cuadras de distancia de la cámara. Nicolás corre y grita furiosamente”.

Juana Martínez en Palo y hueso, de Nicolás Sarquís

A 55 años de su estreno, el film conserva toda su contenida potencia gracias a decisiones muy precisas de Sarquís y su equipo: la extraordinaria fotografía de Esteban Courtalon, en particular en las escenas nocturnas, define una estética propia atenta a ver lo que nunca se ve; el trabajo del actor Miguel Ligero resuelve el mayor peso dramático del film y armoniza a la perfección con el resto de un elenco que mayormente no era profesional; la puesta en escena integra constantemente paisaje y personajes en una unidad dramática que es determinante al tema. En este último sentido son notables algunas secuencias donde la cámara practica movimientos complejos, que suman información y al mismo tiempo rompen el sentido tradicional de la representación realista. Esa misma lógica se advierte en la concepción de los flashbacks.

Suele creerse que Palo y hueso es un film en el que se habla poco y nada. Por el contrario, las palabras y la manera de expresarlas son muy importantes en el film. Lo que sucede, y no es lo mismo, es que Sarquís ya evidencia en esta primera película suya el virtuoso dominio de los silencios que ratificará en su obra posterior. La ausencia histórica de políticas nacionales de preservación audiovisual tuvo, entre sus muchas víctimas, a Palo y hueso. Sus negativos originales se encuentran perdidos y hasta hace poco no se existía copia completa en 35mm. En el Fondo Documental San Pablo Films, donado por la Asociación Hijas de San Pablo a la Biblioteca y Centro de Documentación y Archivo del INCAA-ENERC, se encontraron dos copias incompletas, una en 35 y otra en 16mm. Con esos elementos reconstruí el film en 2015, ampliando a 35mm. las secuencias que sólo habían sobrevivido en 16mm. Enseguida el INCAA financió un nuevo negativo para garantizar su preservación. Todo eso se pudo hacer porque la empresa Cinecolor de Buenos Aires tenía aún un laboratorio fotoquímico, que por desgracia cerró poco después, impidiendo nuevos y necesarios rescates.


Palo y hueso se exhibirá el sábado 28, en Enerc, Moreno 1199. A las 22. Gratis.