“¿Por qué duele el amor?” es tal vez la pregunta más difícil y latente de todos los tiempos aún para el feminismo que ha cambiado, de modo radical, la manera de pensar y sentir los tiempos. Eva Illouz, con títulos en Literatura y Sociología de la Universidad de París X-Nanterre, se animó a la pregunta y la convirtió en uno de sus libros más emblemáticos. Ante la angustia de las mujeres heterosexuales que se castigan pensando que no son suficientemente atractivas, flacas, divertidas o interesantes para conquistar un corazón masculino ella propone una mirada sociológica que corta con la autoinculpación femenina y, en cambio, describe los efectos de la modernidad sobre los sentimientos que no son puros, sino cruzados por cambios de paradigmas sociales y tecnológicos. “Los encuentros entre hombres y mujeres están crecientemente regidos por una ley de la oferta y la demanda de jerarquía y devaluación. Tinder, con sus cien millones de usuarios, es uno de los vehículos modernos de esa evaluación del cuerpo sexuado”, enmarcó Eva Illouz, durante la charla sobre “El impacto del capitalismo en la vida del Siglo XXI. La situación de las mujeres”, en Rosario, invitada por el Gobierno de Santa Fe. También visitó Santa Fe y la Ciudad de Buenos Aires donde dialogó con Las12 no sólo sobre la radiografía del amor (y el desamor moderno), el desapego y el sexo, sino también sobre el triunfo de Donald Trump, en Estados Unidos, como una reacción de los varones blancos desplazados por las mujeres, la comunidad afroamericana y los grupos LGTTB. El miedo ante el ascenso laboral también llega de las urnas a las camas y a las casas (o a los varones que no quieren cruzar de camas y de casas) para blindarse de riesgo por sobredosis de emociones.
Eva Illouz Ben Porath -con todas sus letras y apellidos- es Profesora en el Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Jerusalén y sus libros están editados por Capital Intelectual. Las hojas deshacen culpas y también las margaritas de “Me quiere o no me quiere” como parte de cambios políticos y económicos que quitaron las certezas y, también, generan reacciones de revanchas. Ella subraya que el apego es visto como una debilidad y por eso se tiende a pasar de una pareja sexual a otra como pasando el dedo por las fotos en Tinder, pero cree que el gran problema son los varones. “Habría que lograr un modelo de masculinidad moderno, valioso que no tenga que ver con tener una acumulación de parejas sexuales”, propone.
-En “Por qué duele el amor” explica que los fracasos amorosos se suelen atribuir a problemas personales que llevan a autoinculparse cuando, en realidad, tienen que ver con la modernidad. ¿Cómo evoluciona este análisis ante cambios tan vertiginosos en las conexiones (y desconexiones) amorosas y eróticas del Siglo XXI?
-El principal cambio es que se ha generalizado el uso de la tecnología para establecer relaciones, sobre todo, los sitios de citas y el celular. En los últimos siete años hay una aplicación, “Tinder”, que se globalizó con más de cien millones de usuarios en todo el mundo. La tecnología amplifica e intensifica las prácticas y potencia una tendencia que existía previamente a la aplicación. Tinder marca una separación muy clara entre tres mercados: el mercado sexual, el mercado romántico y el mercado del matrimonio. TInder es un lugar para citas de una sola noche o sexo casual. Este tipo de citas sexuales ya existía desde hace cuarenta o cincuenta años. Pero, a partir de la tecnología, se legitima como una forma social. Es una aplicación utilizada para el mundo heterosexual donde se establece una libertad sexual que imita lo que la comunidad de varones homosexuales hacía en otra comunidad que es Grindr. Una de las cosas que sabemos es que en el mercado del sexo los hombres controlan lo que sucede. Esto proviene de un doble estándar porque los varones obtienen status por la acumulación de parejas sexuales. Las mujeres también quieren acumular diferentes parejas sexuales y sentirse sexualmente libres, pero hay todavía una ideología, fundamentada en cuestiones religiosas, en donde se considera que una mujer muy involucrada en la actividad sexual es liviana y es uno de los motivos por los cuales los hombres regulan el mercado del sexo. Las mujeres siguen siendo educadas como cuidadoras de sus hijos, de sus padres, son enfermeras en hospitales, son las que se ocupan de la limpieza, son las que cuidan a los ancianos en los geriátricos, son las que compran los regalos de los amigos. Esto les da una tendencia al apego. Entonces, en un encuentro sexual, la mujer quiere transformar el encuentro en un apego emocional. Mientras que, para los varones, el desapego es una manera de reafirmar la masculinidad también en el área laboral. Se establece que el que más apego busca es el más débil en la relación.
-¿Qué tendrían que hacer las mujeres para ser más felices? ¿La sociología del amor puede tener una aplicación práctica?
-Hay que hacer una distinción entre la respuesta individual y la colectiva. Una de las respuestas individuales que veo es que una de las actitudes que han tomado las mujeres frente a este problema es copiar el estilo masculino de desapego. ¿Cuál es el precio que pagan por eso?: involucrarse en una relación donde se sienten humilladas. En muchas entrevistas las mujeres relatan que se han relacionado con hombres que las tratan como objetos sexuales con la esperanza que van a llegar a una relación con emociones involucradas, pero después se dan cuenta que es una relación donde solo hay sexo y siguen adelante con la consigna “si a él no le importa, a mí tampoco”. Son dos personas solas e independientes que solo se encuentran para tener sexo. Otra estrategia individual que es muy alentada por los psicólogos y los talk shows es que las mujeres tienen que encontrar la manera correcta de acercarse a los hombres: tienen que ser divertidas, agradables, no hablar de sus problemas, de su familia o de lo que les molesta. Es una estrategia que pone la responsabilidad de manera muy fuerte en la mujer para que el hombre se involucre emocionalmente. Las amigas se juntan a pensar estrategias para atrapar al hombre y enamorarlo. Pero esto lleva a pensar que son los hombres los que definen como es la relación.
-¿Cómo puede intervenir el feminismo ante la desigualdad amorosa?
-El problema es que el feminismo, hasta ahora, no ha logrado teorizar suficientemente cual es una manera igualitaria de abordar el amor. El feminismo hablo básicamente de la revolución sexual que no tiene que ver con el amor, tiene que ver con el sexo. Una respuesta colectiva válida sería reclamar que los hombres y las mujeres no son tan distintos entre sí: los dos tienen necesidad de practicar sexo y lograr amor. Habría que lograr un modelo de masculinidad moderno valioso que no tenga que ver con tener una acumulación de parejas sexuales. Actualmente la acumulación de parejas sexuales juega un papel fundamental en el status masculino. Una manera en la que las mujeres podrían articular un mejor feminismo sería que formulen un modelo de masculinidad poderoso pero que no se base en la cantidad de parejas sexuales del hombre porque eso, de alguna manera, termina devaluando a la mujer heterosexual. Otra solución es que las mujeres se vuelquen a las mujeres. Si los varones no satisfacen la necesidad de amor las mujeres pueden buscar otras parejas donde haya una relación de amor. Y las mujeres que tienen interés en tener hijos (si los hombres no se deciden a participar de ese esquema) pueden construir comunidades afectivas sólidas y estables donde, en conjunto, se críe a los hijos.
-¿La heterosexualidad es la identidad de mayor vulnerabilidad para las mujeres frente a otras identidades sexuales lésbicas o móviles con mayor autonomía sexual y amorosa de los varones?
-La sexualidad es una de las dimensiones donde la mujer sufre la dominación pero es uno de los lugares donde más confundida está en relación a su dominación. El 53 por ciento de las mujeres blancas, en Estados Unidos, votó a (Donald) Trump. Si Trump hubiera dicho las cosas que dijo sobre los mexicanos, los negros o los judíos es muy difícil pensar que hubiera sacado esos porcentajes en esas comunidades. Hay algo muy particular en la dominación de las mujeres porque confunden la dominación con el amor. Por eso aceptan los planteos de dominación.
-¿Trump no gana a pesar de su misoginia sino, entre otras cosas, por su misoginia? ¿Es una representación política de la reacción machista frente al avance de las mujeres?
-Una buena parte del electorado de Trump está compuesto por hombres de clase media y de clase obrera que se vieron amenazados por la cantidad de mujeres en roles que llaman rosas y que perdieron muchos puestos de trabajo. Eso hizo tambalear a la identidad clásica del hombre como proveedor. Ante la globalización y la localización externa de empresas, en muchos casos, el único ingreso de los hogares son las mujeres y eso puso en jaque a los varones. Además, ante la irrupción de los movimientos de mujeres, gays y minorías la izquierda apoyó a estos movimientos y los blancos vieron como las mujeres y los negros obtenían trabajos, de forma ilegítima para ellos, y la izquierda los apoyaba en una decadencia de la clase obrera. Jamás justifico esto, solo relato lo que veo: los hombres de clase media y obrera resucitan una misoginia porque se sienten humillados y buscan volver a sentirse orgullosos.
-En “Erotismo de autoayuda, Cincuenta sombras de Grey y el nuevo orden romántico”, dice que el éxito del best seller es un fenómeno social que va más allá del libro e, incluso, del sexo y que tiene que ver con cambios más importantes que la invención de la electricidad para que una novela de pornografía suave tenga tanta repercusión. ¿Tiene que ver con esta tensión ante cambios tan vertiginosos entre poder y sumisión?
-Hay que pensar en la dominación de varones y mujeres. Históricamente, en muchas sociedades, las mujeres no tenían bienes económicas y, en muchas culturas, pueden ser asesinadas por sus padres y hermanos y no es prácticamente castigado, pero hay un punto en donde las mujeres parecen ser superiores a los hombres y es el amor. “Estoy perdidamente enamorado de vos” es una de las frases con las que los varones cortejan a las mujeres porque el amor es el único momento donde las mujeres tienen la ilusión de que dominan al hombre. Antes existían papeles claramente definidos para hombres y mujeres. Frente al reclamo de igualdad del feminismo nos quedamos sin el ritual de adoración y compromiso de varones hacía las mujeres y de mujeres hacía los varones. Entramos a una modernidad con falta de certezas donde la incertidumbre está en juego permanentemente. En “Cincuenta Sombras de Grey” está claro que hacen las mujeres y que hacen los varones. Cristian y Anastasia tienen una relación masoquista placentera en donde hay placer y certeza. La igualdad no es placentera porque no hay certeza de como establecemos esa igualdad.
-En el libro “La agonía del Eros”, el filósofo Byung Chul Han afirma sobre el colapso amoroso del Siglo XXI: “Eva Illouz atribuye el enfriamiento (erótico) a la racionalización del amor y a la ampliación de la tecnología de la elección. No es solo el exceso de otros, sino la erosión del otro y el excesivo narcisismo”. ¿Qué piensa de esta lectura?
-A ese análisis habría que agregarle más género. La racionalización es diferente para las mujeres y los varones. La racionalización de las mujeres tiene que ver con la autogestión de las emociones, mientras que para los varones la racionalización tiene que ver con no expresarlas. Los paradigmas económicos actuales han enfriado a Eros porque expresar demasiados sentimientos va en contra de la posición económica porque puede poner en riesgo la valoración de sí mismo. La búsqueda de la igualdad pone tanta presión porque es muy difícil para varones y mujeres estar negociando permanentemente sobre los derechos y los deberes de cada uno en la pareja. La igualdad no es espontánea.