¡Qué cosa fuera
que Sergio Massa ganara en la primera!
"El Massa", de Rudy-Sanz, parodiando a Silvio Rodríguez.
El pastel de papas, querido lector, se está cocinando mientras usted lee esta columna. Fue preparado con todos los ingredientes posibles, una especie de “pastel de unidad nacional”, incluso con “archirrivales de siempre”, como son las aceitunas y las pasas de uva, que aceptaron coexistir con el morrón, el huevo duro y la cebolla, con el objeto de constituir la unión nacional, diría la Constitución, o, más humildemente, de esperanzar el sabor de la victoria, si fuera posible; del empuje, si fuera necesario: o de la resistencia, si fuera inevitable.
Y mañana a la noche estará allí, interpelándonos (bueno, quizás no taaan caliente como la papa que recibió nuestro ministro de Economía hace más de un año), y dándole sabor al encuentro de gente cercana que, de alguna u otra manera, decidió que momentos como este hay que pasarlos “amuchades”, sea “para la victoria”, sea "para el esfuerzo del balotaje”, sea para engullir juntos el trago amargo, al que ya hemos tratado de exorcizar todos y todas quienes cumplimos años en estos últimos tiempos dedicándole al menos de uno de los tres deseos al triunfo nacional y popular.
Si ya está en marcha el pastel, preparados los bebestibles, energizadas las voluntades y achispados los ánimos, entonces solamente resta esperar el momento casi lujurioso del alivio o el triste llorar de los sauces anunciando cuatro años de abstinencia de lo que sea que nos guste hacer.
Y mientras esperamos, por qué no repasar un poco la coyuntura.
Como dice el (a mi gusto maravilloso) spot: “Tenemos presidente”. Nuestro candidato se comporta como tal, y no lo hace arrogándose las funciones que don Alberto no estaría ejerciendo, sino exhibiendo –con la postura, ideas y discurso– la capacidad para hacerlo una vez que sea electo.
Sabemos que absolutamente todos los seres humanos, políticos incluidos, somos bastante hijos de nuestra circunstancia, y – es mi punto de vista y me hago cargo– lo veo a Massa como alguien “con ganas”: ganas de gobernar, ganas de poder, ganas de historia. Y me digo: “Eso no lo va a lograr doblando a la derecha, porque ahí solo quieren a los suyos; y él, lo dice y se le ve, es un hijo de la clase media”.
Mis alarmas intuitivas me dicen que debería ganar fácil y cómodo, pero para ello sería necesaria una sociedad con un nivel de salud mental que escasea en los últimos milenios.
Si alguien pregunta cómo puede ganar un ministro de Economía en un país con más del 100 por ciento de inflación anual, le respondo:
"Porque enfrente tiene a quienes impulsan esa inflación; a quienes se benefician con ella; a quienes dicen que el peso, nuestra moneda, es excremento; a quienes forman los precios y bajan los salarios; a quienes quieren terminar con la pobreza terminando con los pobres; a quienes creen que los salarios son costos sociales; a quienes se imaginan una parejita feliz diciendo: '¡vamos a tener un váucher!'; a quienes están a favor de la portación de armas y de la importación de ideas; a Drácula, Frankenstein, el Hombre Lobo, el Guasón y Cruella De Vil. Por eso."
Dicen que detrás de los dos candidatos opositores está el Sumo Maurífice, dividido en dos: entre la quiere exterminar el kichnerismo y el que propone dinamitar el Banco Central y poner a ¿Nixon?, ¿Bart Simpson?, ¿Sigfried, el de KAOS? en nuestro billete patrio. Si así fuera, bueno, él fue quien explicó que Alemania, raza superior, podría ganar el Mundial de Qatar. En fin...
El mundo tampoco ayuda. El odio trasciende fronteras; y los pueblos, la gente, las personas, pagan, pagamos, las deudas de los poderosos, los odiosos, los insaciables, y sus agentes. Acá, en Europa y en donde sea. Y crecen los prejuicios, de diferente calaña, que nos impiden conocer al otro/a y ver que es un ser humano tan vulnerable y equivocado como nosotros.
Mañana pugnan en las urnas dos modelos de país, de pensamiento, de existir en el mundo. Si gana uno, todo será probablemente incierto. Si gana el otro, todo será inexorablemente oscuro.
El pastel ya está en el horno, querido lectora; espero que nosotros no. Buen provecho.
Y les recomiendo acompañar el pastel de papas con este video “El Massa”, de Rudy-Sanz (pueden cantarlo después de la veda, o durante, pero en voz baja):