Temas nuevos, compuestos en colaboración con colegas y amigos como Néstor Soria o Teresa Parodi, esos que hoy ya están pidiendo redondear la forma de un próximo disco. Otros “viejos”, tal vez en nuevas versiones, alrededor de figuras que son hitos ineludibles, como la del Cuchi Leguizamón. Temas de otro colega y amigo que se fue recientemente, Jorge Marziali. Temas solo, con su guitarra, y también con sus alumnos de la Licenciatura de Música Argentina que dirige en la Unsam, para quienes no ahorra elogios. Y, también desde la música, el reclamo que se une al de toda una sociedad, en coincidencia con la marcha por la aparición de Santiago Maldonado, o más bien continuándola. Todo eso será y habrá en el concierto que Juan Falú prepara para hoy a las 21 en la sala Caras y Caretas 2037 (Sarmiento 2037), en lo que define como “una presentación muy importante”.
“Es una sala grande de Buenos Aires, donde desarrolla algunas programaciones el Instituto Patria, y ellos me han invitado”, señala el guitarrista y compositor. Falú es de esos pocos que, sin necesidad de más armas ni amplificaciones que las de una guitarra, sabe concitar encantos, revelaciones, despliegues de otro tipo. Pero esta vez, cuenta, a esa intimidad compartida sumará momentos con jóvenes intérpretes de diversos instrumentos, músicos que están cursando la licenciatura que él dirige en la Universidad de San Martín, y que lleva ese título capaz de despejar etiquetas y debates intragéneros: “música argentina”. “Con estos alumnos vamos a hacer composiciones de Jorge Marziali. No lo estoy presentando como un homenaje a Jorge, porque ese homenaje lo estamos preparando con toda la dedicación que merece, para el 29 de octubre, en el Ecunhi. Pero mientras tanto, vamos acercándonos a algo de esta obra tan vasta y rica”, cuenta Falú, recordando el legado del mendocino que falleció el 9 de julio pasado.
–¿Qué lo entusiasma de los temas nuevos?
–Todo lo nuevo parte de un entusiasmo, así que esa palabra está bien. Entre las nuevas composiciones hay algunas con letras de Teresa Parodi, como dos dedicadas a mujeres trabajadoras jujeñas que ella conoció, trabajadora de la tierra una, alfarera la otra. Hay otro tema nuevo con Néstor Soria (coprovinciano con quien ya hizo “Zamba del arribeño”), hay también temas míos en letra y música o música sola... Me entusiasma poder mostrar todo esto también como el anticipo del material del nuevo disco. Voy con mi guitarra a mostrar esas obras nuevas, pero también voy a mechar ese repertorio con alguna versiones libres, así aprovecharé para recordar al Cuchi, por ejemplo, porque así están siempre en mi repertorio los maestros, de algún modo: el Cuchi Leguizamón, Atahualpa Yupanqui, Eduardo Falú, Ariel Ramírez...
–¿Cómo aparecen esos temas nuevos?
–Por suerte estoy activo y este año empezó bien: ya en enero empecé a encerrarme para componer, fui revisando viejas letras... Y así apareció, por ejemplo, un poema de Néstor Soria, que tenía unos cinco ó seis años guardado, esperando mi “inspiración”. La actividad creativa para mí es esencial, casi existencial: si eso se apaga, no sé si tiene atractivo lo artístico. Tocar está muy bien, pero sin crear sería difícil. Uno anda buscando siempre y yo no sé cuál es exactamente la búsqueda en la creación, pero sé que es una energía que viene muy, muy de adentro, por eso es irrefrenable.
–Si bien aclara que este no será un homenaje a Marziali, sonará especialmente su obra. ¿Cómo la valora y cómo lo recuerda?
–Evidentemente, Marziali era como una especie de trotamundos con su guitarra, no tenía pretensiones de grandes producciones; sin embargo, la gran producción de él es, justamente, su obra. Y eso queda mucho más en evidencia con su ausencia. Es una obra muy frondosa, muy rotunda, muy buena y muy clara: hay un decir muy claro en Marziali. Aparte de eso, tengo el orgullo de haber sido amigo de un creador de esta talla. Hemos sido amigos de mucha guitarreada doméstica; cuando se comparte eso el agujero es enorme, porque Jorge estaba incorporado a la casa, a la familia. La tristeza que hoy tengo es la misma que tienen mi mujer y mis hijos, porque era un amigo siempre esperado en la casa. Y es hermoso que los alumnos se hayan entusiasmado con la consigna de hacer arreglos para sus obras. Lo hicieron tan bien... Se esmeraron inclusive en mostrar algunos temas que no son tan conocidos.
–¿Fue parte de la propuesta de enseñanza?
–Sí, y a mí me enorgullece especialmente esta integración que hay en las actividades artísticas que hacemos, ya sea en muestras internas o abiertas al público, esa actividad artística y también creativa que hay dentro de la licenciatura. Me gusta mucho porque quiere decir que no estamos enseñando a tocar bien solamente, sino a poder hacer.
–En coincidencia con la marcha por la aparición de Santiago Maldonado, ¿el concierto se sumará de algún modo?
–Por supuesto. Esta va a ser una jornada muy importante, hay que estar en esa marcha por Santiago, hay que dar testimonio. Hay que poner todo nuestro corazón para acompañar esta consigna, que es un clamor nacional impresionante, al que se suman todo tipo de manifestaciones. Para el concierto estoy pensando cómo podemos decir, manifestar o significar con algo, con una melodía, con un cartel. Lo cierto es que queremos levantar en todo escenario que pisemos, la pregunta que hoy se hace toda una sociedad: ¿Dónde está Santiago Maldonado?