A unos 841 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires se encuentra La Carolina, un pueblo que mira a las bondadosas sierras de San Luis, y que esta semana recibió el reconocimiento "Best Tourism Villages” de la Organización Mundial del Turismo (OMT) a los pueblos turísticos más lindos del mundo.
Al conocerse esta distinción, el secretario de Turismo de la provincia puntana, Luis Macagno, destacó que es un "gran orgullo" para San Luis y para La Carolina ese reconocimiento, que calificó como el "más importante que se otorga a un destino a nivel global".
La postulación de este pueblo al evento fue realizada a través de la gestión de la Secretaría de Turismo puntana y el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación. Sobre esto, el funcionario indicó que "se trabajó mucho en la presentación".
"Confiábamos en que La Carolina iba a tener una posición destacada, pero nunca esta nivel de reconocimiento por parte de la OMT. Hoy es un antes y un después para el turismo de San Luis”, sostuvo Macagno.
“Este pueblo de altura y calles empedradas fue el epicentro de la fiebre del oro en Argentina durante los siglos XVIII y XIX, primero con los españoles, luego con los ingleses, quienes agotaron los recursos de sus montañas dejando un pasivo ambiental en la región”, detalló.
Asimismo, el funcionario agregó que “afortunadamente de la mano del turismo sustentable, rescatando y poniendo en valor su maravillosa historia, La Carolina supo crecer y generar desarrollo y oportunidades para su gente, y hoy la cultura minera atraviesa todo el lugar, con las minas abandonadas que se pueden visitar, buscar oro de manera artesanal en su Río Amarillo, con sus pirqueros que, con su oficio ancestral siguen construyendo en piedra casas y pircas por toda la zona”.
Un pueblito con una gran historia
La Carolina es un pueblo de aproximadamente 300 habitantes que se sitúa a 80 kilómetros al Norte de la ciudad de San Luis. Está situado sobre la base del Cerro Tomolasta, a 1600 metros de altitud sobre el nivel del mar, con el aire freso y puro, y rodeado de hermosos arroyos, según la página web oficial de dicha localidad.
El lugar es conocido por haber albergado grandes cantidades de oro, que a mediados del siglo pasado fue casi agotado por grupos de mineros de varios lugares del mundo. No obstante, la historia del oro de La Carolina sobrevive entre los nostálgicos pirquineros, ya que cuando el río crece y arrastra, esperan pacientemente con la ilusión de descubrir una fuente de riqueza.
"Actualmente consta de un tesoro de tranquilidad y paisajes hermosos que dan lugar a que el turista, como el habitante cotidiano, puedan disfrutar de experiencias únicas", indican desde el pueblo en su sitio online. Algunas de las atracciones turísticas son sus calles y casas empetradas, que conservan el aspecto original del pueblo colonial.
El pueblo, convertido en uno de los principales sitios de interés de San Luis, atrae a grandes y chicos por sus opciones: expediciones al interior de las minas, visitas a la Iglesia de piedra, cabalgatas, recorrida por la gruta con pinturas rupestres y la histórica Casa de Juan Crisóstomo Lafinur, actualmente Museo de la Poesía Manuscrita, todo en conjunción con una gastronomía autóctona.
El senderismo y el avistaje de fauna y flora auctóctona son otra de sus atracciones. Además de estar rodeado por las sierras sanluiseñas, recorre el pueblo en forma de cuña dos cauces de agua, el río Amarillo y el río Las Invernadas, que se unen formando el río Grande.
La distinción internacional que enaltece al pueblo sanluisino
El reconocimiento a La Carolina fue otorgado durante la 25º Asamblea General de la Organización Mundial del Turismo (OMT), que se desarrolló en la ciudad de Samarcanda, en Uzbekistán.
Se seleccionaron 54 destinos de turismo rural de todo el mundo con activos culturales y naturales. Asimismo, el evento pondera el compromiso de los pueblos con la preservación de los valores comunitarios, y el compromiso claro con la innovación y la sostenibilidad en las dimensiones económica, social y ambiental, según se explica en la página web la OMT.
La distinción busca visibilizar experiencias y roles de la actividad turística en el desarrollo local desde sus dimensiones sociales, ambientales y económicas.
Las localidades deben tener baja densidad demográfica (hasta 15 mil habitantes), estar situados en un paisaje natural y/o cultural característico y compartir valores y estilos de vida propios de la región puestos en valor turístico.