Para frenar la oleada negacionista "hay que educar e informar”, dice el joven tucumano Leandro Rossi tras coronarse subcampeón del Mundial de Oratoria de España. “Hay que educar en derechos y en historia social y encontrar nuevas estrategias para llegar a los jóvenes que se informan por Tik Tok”, amplía en la entrevista con Página/12, a propósito de la exposición que le valió su medalla de plata en el certamen. Como andamos con racha mundialista el triunfo casi casi no sorprende. Pero sí el tema elegido por este joven de 22 años, a punto de recibirse de abogado, para hablar de las influencias de la Inteligencia Artificial (IA) y las fakes news, el tópico del torneo celebrado en Madrid el 11 de octubre.
Rossi abordó el tópico desde la perspectiva de derechos humanos. Valorizó el uso de la IA en la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo, para generar los rostros posibles de los nietos apropiados. Así argumentó contra “el neofascismo y el negacionismo” encarnados por Javier Milei. Y con un tema político --"todo un riesgo en un debate académico” subraya--, expuso la situación política de la Argentina en relación a la seducción de los jóvenes por los discursos de odio.
“No se puede acusar a los jóvenes” advierte. “Si esta gran franja etaria absorbe estos discursos tenemos que tener una estrategia desde el Estado que abrace a esta juventud totalmente desolada --amplía-- que termina sintiéndose seducida por propuestas que nada tiene que ver con la realidad, ni con nuestra historia”, razona. Desde esa posición planifica un futuro donde la abogacía rima con su militancia LGBT y en DD.HH., e incluso con una carrera política.
“Mi meta era clara --escribió en redes sociales luego del certamen--, no me interesaba ganar la competencia. Mi premio era lograr exponer cómo el señor Javier Milei revienta cualquier concepto en materia de derechos humanos cada vez que tiene un micrófono en frente. Y lo logré”, sostuvo con firmeza el representante argentino en esta tercera edición del Mundial de Oratoria, donde compitieron más de 400 participantes.
La contienda se estructura "en debates similares a los presidenciales, con exposiciones, preguntas y cierres” cuenta. Se evalúa la argumentación durante el intercambio sobre el tópico que asigna la Liga Española de Debates Universitarios. Rossi había participado en las dos ediciones anteriores, virtuales, por las restricciones de la covid 19. En la anterior quedó quinto. “Y este año, con un discurso muy politizado porque quería argumentar e intentar exponer la situación que estamos atravesando, llegué a la final” resume.
Sus convicciones tienen el sello de una infancia esforzada en Tafí Viejo, en el gran cordón periurbano de la capital tucumana. Allí creció el medallista ayudando a su “mamá soltera” a criar a sus dos hermanas menores. Apurando el paso entre las fincas de limoneros que lindan con un barrio ferroviario para llegar a la escuela, de la que egresó abanderado. Y su familia se trasladó a San Miguel de Tucumán cuando comenzó la universidad. “Voy a ser el primer universitario de mi familia” se enorgullece.
El factor “Abuelas”
Desde la fundamentación fue que el joven pudo hacer la diferencia en este Mundial “cuando quedábamos 15 participantes”. Para hablar de las ventajas y desventajas de la IA y las fake news en la vida democrática eligió "un análisis de tinte político”. Algo que “no está bien visto en la academia”. Incluso su rival italiano en las semifinales “lo utilizó para desestabilizarme --cuenta--, fue un riesgo que tuve que tomar porque estaba seguro de que tenía que exponer a Milei para argumentar en defensa de la lucha de Abuelas”.
Buscó generar complicidad con el público español, comparte. “Comparé a Milei con la propuesta de Vox --el partido español ultraconservador--, para que pudieran ver que no es lo mismo sentir miedo, angustia o desolación por un candidato argentino --dice--, tan lejano, de Latinoamérica; que ver ahí un reflejo de lo que pasa España”.
La final fue con un participante español. Al argentino le tocó “ir por lo positivo de la IA”, un desafío que tomó a su favor. Y lo utilizó para plantear su objetivo: “Difundir la lucha de Abuelas en la búsqueda de niños apropiados, y contar del trabajo que hacen en la generación de los posibles rostros de sus nietos, con IA”. De esta manera pudo argumentar en contra del negacionismo que ha recrudecido en la Argentina actual.
El desplazamiento del sentido común expuesto en esta campaña electoral en relación a la última dictadura puede observarse claramente en su ciudad, comparte: “Hasta hace poco ‘el hijo de (Antonio) Bussi’ estaba fuera, apartado de la política. Hoy tiene stands y la gente se saca fotos con él” describe. “La cosa empeoró, y se habla a su favor como candidato, esto hace a la situación infinitamente peor” fundamenta, no sin alarma.
“Sobre el movimiento LGBT siempre hubo agresión --detalla--, pero antes había una especie de pudor social que contenía esa violencia, hoy no” se preocupa. De ahí que haya elegido exponer “cómo, frente a sociedades derechizadas, ya no hay pudor en decir que no fueron 30.000 desaparecidos, y está legitimado esto con un candidato presidencial que suelta el comentario a cada rato. Esto hace pensar que cualquiera puede decirlo” argumenta. Y enfatiza: “Este es el problema, y tenemos que frenarlo”.
Infancia con aroma a limoneros
De su infancia en Tafí rescata los primeros recuerdos sobre la presencia del Estado en garantizar equidad, igualdad de oportunidades: “Por la situación en la que estaba mi mamá, soltera con tres hijos, sin trabajo y sin hogar, le entregan una casa cuando en el gobierno de Néstor Kirchner lanzan una gran campaña habitacional en todo el Norte, y se construyen muchos barrios de casitas iguales. Gracias a eso pudimos acceder a una vivienda” repasa. “También a una educación de calidad porque también se construyó ahí una escuela” agrega.
Romina, su mamá, “trabaja de vez en cuando en una peluquería y no sabía cómo hacer para mandarnos a la escuela, o para ir a buscar trabajo porque estábamos a 40 minutos de la capital. Pero se crea una escuela también por el plan de Kirchner para el desarrollo del Norte. Y pudimos ir a la escuela. Mis hermanas todavía eran pequeñas, no tenían edad para el jardincito, pero las dejaban estar en el jardín. El Estado las cobijó para que mamá pudiera ir a buscar trabajo. Y lo consiguió, y volvió a estar dentro del sistema después de tantos años” recuerda Leandro.
Hoy sus hermanas tienen 18 años. Son mellizas: Antonella y Jimena. Una estudia psicología, la otra arquitectura. “Pero hicieron varias veces jardín de 5 --se ríe--, y en esa escuela yo hice hasta sexto grado y fui abanderado, siempre fui muy aplicado” afirma. “Pero mi vida también era hacerme cargo de mis hermanas, llevarlas a la escuela, al dentista, a clases de inglés. Las criamos de esa manera porque mi mamá trabajaba todo el día: salía de madrugada y volvía a la noche” completa.
De la militancia LGBT al activismo en DD.HH.
La secundaria fue en San Miguel de Tucumán. “Mamá ya podía permitirse pagar el cole y teníamos más acceso a la ciudad que en un principio” explica. Así llega su etapa militante: “Siempre anduve inmiscuido en la militancia de DD.HH., soy gay y nunca estuve en el clóset, desde los 8 años milito por lo mismo, y eso me llevó a formar parte del movimiento de derechos humanos”.
La trama de lazos comunitarios, social y familiar, despierta su avidez por el derecho. “Y por los derechos” señala. Sin embargo su educación “no tuvo un contexto apropiado” anticipa. “Sufría mucho de bullyng por ser gay, en la primaria. Fue un trabajo arduo poder egresar, fue intenso, y hasta el día de hoy me cruzo a compañeros que me piden disculpas. Yo entiendo que no se puede culpar a niños de 8 años por decirle a otro niño ‘puto’. Como tampoco a un joven de 18 por decir que no hay negacionismo”.
Rossi busca explicaciones sociológicas frente a los discursos que niegan al terrorismo de Estado. El marketing de esta campaña electoral desdibuja el pensamiento crítico. Se difuminan los argumentos detrás de avalanchas de publicaciones en Tik Tok. Se esparce el ilusionismo de la fuerza individual para superar las crisis, analiza. Y afloran los perfiles más violentos de la sociedad.
Orgullo “norteño y argento”
Tras la medalla, mientras muchos lo felicitaban “por difundir el laburo de Abuelas y exponer a Milei, otros se metieron con mi sexualidad y con mi familia” cuenta. “Sabía que si el discurso era bueno, esto iba a ocurrir” enuncia, con orgullo. “Orgullo norteño y argento” subraya. “Esto muestra la situación en la que estamos con vistas a esta elección presidencial, porque no interesa si estas con el peronismo o el macrismo, sino que haya quienes respetan a las instituciones y quienes les quieren poner una bomba” sintetiza.
Su argumentación, expuesta en el certamen, tiene una posición clara: “Siempre a favor de las instituciones, del estado democrático, y por las políticas de Memoria, Verdad y Justicia”. Algo que en nuestra sociedad se difuminó, analiza. “A las generaciones que no vivieron el 2001 y mucho menos la dictadura, hay que llegar con otra voz joven –evalúa-, y más educación”.
No habla solo de educar en las escuelas, sino de lo que informan los medios de comunicación. “Si salís a la calle y preguntas quién tomó la deuda con el FMI, muchos no saben que fue Macri” asegura. “Si no le puedo exigir a la sociedad que sepa del manejo económico del Estado, menos le puedo exigir a los jóvenes que analicen qué pasó hace 40 años”. Sobre esto pesa además, que “en Latinoamérica las sociedades viven constantemente entre fake news y lawfare”.
Rejuvenecer a la clase política
Bajo la fórmula de “educar e informar”, Rossi vislumbra un abanico de salidas. “Hay que ver cómo llegar de manera más efectiva a los jóvenes. Hay que intentar rejuvenecer a la clase política” apuesta el medallista. El votante de Milei “está ligado al votemos por votar, no razona. Y mi deber cívico era exponer esto en el Mundial” enfatiza. Para generar un aporte a la reflexión “incluso en quienes no piensan igual” sostiene. Y se define: “Soy kirchnerista, la bandera que levanto es por una política de Estado netamente kirchnerista”.
“Y aunque no gané la final, regresé con una medalla de plata que me llena de orgullo, y con la convicción de haber puesto al movimiento de derechos humanos argentino en la cima de una competencia con más de 400 participantes”, concluye. “Estoy muy contento con eso” afirma.