Ernesto estaba muy manija. La ansiedad se alimentaba de su celular. Sentía que ya no leía el wasapp. Lo inhalaba. Sus contactos recargaban el efecto pidiendo sus propios nariguetazos de información:
“¿Cómo la ves para el domingo?”
“¿Tenés algún dato?”
“¿Tenés algún número?”
“Estoy ansioso. Estoy muy ansioso. ¿Qué onda en provincia?”
Fue entonces que pensó en la responsabilidad del Estado ante la situación que vive gran parte de la ciudadanía:
–Vizzotti y el Ministerio de Salud tienen que salir con aviones a fumigar la ciudad con clonazepam. Como si fueran grandes aerosoles de Rivotril 0,5 mg (eso para empezar) rociando las calles para que podamos soportar estos días hasta el 22 de Octubre a las 21 hs. Un montón de tiempo que no termina de suceder.
Encuestas. Encuestas. Cada año aparecen más empresas encuestadoras. Dealers de una falopa similar a los horóscopos: un instrumento de consuelo frente a la angustia de un futuro que no termina nunca de llegar. Los horóscopos y las encuestas son hijos directos de la ansiedad. Y la ansiedad es viajar con nuestra imaginación en el tiempo. Yendo a un montón de futuros a la vez.
Pensó:
–Siento que me subo a un bondi que tiene seis ramales distintos, y que puede ir por todos al mismo tiempo: “X Hospital Finochietto” “X Boulevard Garmendia” “X Cementerio de Lanús”. La multiplicación de posibilidades y situaciones en el futuro. La incertidumbre no es solo no poder pensar en un futuro. La incertidumbre también está hecha de pensar en un montón de futuros, todos peores y todos juntos. Y de ahí la angustia. ¿Cómo puedo salir, entonces, de esta recontra manija de no saber si entramos en ballottage o si el otro gana en primera vuelta?
El problema es uno y la información. Esa claraboya rota no está rota si no la miro. El problema no existe si no lo estoy viendo. Saber todo, enterarse de todo quizá también nos convierta en adictos.
–¿Por qué sé quién es Fede Bal si yo nunca quise enterarme? –se preguntó Ernesto. Y enseguida se contestó:
–¡Uy dio, lo sé! Es porque la información me persigue. La que me interesa y la que no me interesa. Yo no busco la información. La información me busca a mí –dedujo al darse cuenta de que televisores en bares, radios en taxis o Ubers, amistades y cuñados en forma presencial o por mensajes, nos tiran información que no queremos o no necesitamos. Como Paginasdoces, Clarines, Infobaes humanos, todos vamos llevando información de acá para allá, transmitiéndola, reproduciéndola. De nuevo, la droga.
–Soy un falopero pasivo de información… las noticias son merca que está en el aire! –se dijo Ernesto con cierta desesperación–. No hace falta que quiera saber algo. Está en el aire y lo voy a respirar. Como este clima que estamos viviendo donde me entero de casos e indignaciones ajenas que también son información, y como la droga nos cambian el ánimo y el comportamiento.
“Ayer me crucé con el del quinto en la verdulería. ¡Por Dios! Me dijo que lo iba a votar… ¡Y es empleado estatal! ¡No entiende nada! ¡Me quiero matar!”, escuchó en un audio que le mandaron. Cada caso cercano que nos cuentan, cuenta. Cada testimonio es otra dosis para volver a escalar la manija. Pensó entonces en irse del país. Alejarse.
–No creo que estando afuera esto me afecte de la misma manera. No sé cómo voy a soportar el domingo. Lo único que está en mis manos es votar. Y durante el voto medir el grosor de los pilones de boletas de cada candidato. ¿Y después? Una larga agonía de domingo. Viendo cómo votan los candidatos. Los abuelos y abuelas. Los memes sobre casos raros, el que fue a votar disfrazado de Bob Esponja, etc., etc.
Y después, merca rebajada: los “boca de urna” que llegan por wasapp.
EUSEBIO “Me mandan esto de Unidos por Neuquén. Es de uno de adentro, ojo…
CORTE 12 HS
Flavio Mendoza 57
Gigi Ruá 22
Bruce Willis 14
Ernesto recordó algún domingo donde le mandaron unos datos ganadorísimos, llenos de felicidad. La siesta apacible del que se sabe ganador. Pero a las 21 hs, todo era lo contrario. La caída, el bajón, el fin de la fiesta, the dream is over. Sin embargo, con el tiempo, valoró esa tarde de fantasía:
–Me hicieron pasar un domingo feliz. Después se terminó. Pero… mientras duró, estuvo buenísimo. A la postre, de eso se trata la existencia. La negación no siempre es mala. Bien administrada y construida, nos puede dar grandes momentos de goce y felicidad en nuestras vidas.
Fue entonces que entendió que la ansiedad y la manija tienen dos grandes elementos: Uno y todo lo que viene de afuera. Y como lo que viene de afuera no se puede manejar, queda solo lo que uno puede hacer con uno mismo.
–Estos días y hasta las 21 hs del domingo 22, salvo en el momento de ir a votar, voy a evitar la manija y la ansiedad siendo otro. Si tanto voy a estar manija por lo que se juega en la Argentina, voy a tomar distancia. Voy a ser paraguayo. De esa manera no voy a estar tan pendiente. Voy a vivir como paraguayo. Sentirme paraguayo. De esa manera voy a vivir las elecciones con esa tranquilidad que otorga la indiferencia. Las voy a vivir como cuando soy argentino y hay elecciones en Paraguay: no me importan tanto.
Entonces Ernesto empezó a ver todos los días el Diario ABC de Asunción. A desayunar con chipá y cocido (así se le dice al mate cocido) y comer asado con mandioca y chipá guazú. Incluso se puso a ver videos de Chilavert, para ver si se le pegaba un poco el acento.
Vivir como paraguayo, sentirse paraguayo hasta las 21 hs del 22. Y si funciona, y es necesario, ser paraguayo hasta el 19 de noviembre, la segunda vuelta.
–No soy Ernesto. Te equivocaste. Me llamo Ramón Caamaño –contesta cada vez que le mandan un wasapp. Y entonces vuelve a mirar el Noticiero de la medianoche de Canal GEN de Asunción, ver noticias de Argentina y decir:
–Mba’e pío cheve (Es algo así como “me chupa un huevo”).
Obviamente ya está más relajado, sin ansiedad y sin manija. Sólo por darse cuenta de que, simple y fatalmente, estamos hechos de lo que nos informamos.