A ojos cerrados parecía un acto en Plaza de Mayo o los festejos de la Copa del Mundo del último diciembre. Los olores a carnes y verduras asadas, el apretujamiento, las canciones, las formas en las que circulaba el entusiasmo. Durante la proyección de Puan (la película) en Puan (la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA) hubo vibras muy distintas del miedo o el derrotismo. Ocurrió el jueves pasado, y fue como tener el 22 de octubre encima, en modo cancha. Fue un reencuentro para una comunidad que recién ahora empieza a reconectarse consigo misma después de la pandemia y también una expresión de orgullo por la educación pública.

Exactamente un año antes, muchas escenas se habían filmado ahí mismo. Después del éxito de taquilla, que cosecha por estos días, Puan, de María Alché y Benjamín Naishtat, tuvo la oportunidad de ser vista “en casa”. La proyección desbordó la capacidad del espacio a tal punto que hubo quienes la vieron desde las ventanas de las aulas de los pisos superiores que dan al patio donde estaba la pantalla. Hubo también filas de gente que se extendían por la vereda.

“La película moviliza muchas cosas. Se pensó quizás como distópica, cuando se filmó una escena que ocurre en la puerta de la facultad”, dijo esa noche Ricardo Manetti, decano de la facultad, antes de la proyección, con cuidado de no spoilear. Esa escena a la que se refiere imagina un pico de desfinanciación de la educación, casi de modo premonitorio, ya que el guión es de 2020. “La película, y en parte las distopías son eso, termina hablando de una realidad muy presente. Espero que se emocionen, se rían, y que puedan salir a defender lo que defiende Puan, dijo Manetti.

Censura y espacio público

El clima que Puan despertó en Puan no sólo se da en la sede de Filo: es muy aplaudida, con gritos y cantos durante los créditos en las salas comerciales. El evento de este jueves tuvo además su propia épica de prohibición, lucha y resurrección: Clara Muzzio, ministra de Espacio Público e Higiene Urbana y la candidata a vicejefa del Gobierno de la Ciudad de Juntos por el Cambio, no otorgó el permiso para proyectarla en la calle. La negativa obligó a reprogramar la locación, mudar la pantalla y las sillas al patio interno de la nueva sede de la Facultad (sobre la calle Bonifacio). Lo cual provocó demoras y un nivel de amuchamiento que seguramente al aire libre no hubiera sido tal.

La prohibición deja al descubierto, para Micaela Ibáñez, presidenta del Centro de Estudiantes, “que el modelo educativo que tienen quienes gobiernan la Ciudad es el de la desmovilización. No quieren participación estudiantil, ni una comunidad educativa que pueda articular con el barrio. Queríamos hacerlo en la calle para que vinieran los vecinos, y los vecinos terminaron viniendo igual. A pesar de las trabas, el evento fue inolvidable”.

Guadalupe Lombardo


Puan en Puan: de visionado obligatorio

“El día que nos recibamos vamos a hablar de cuando vimos Puan en Puan”, prometió dando cuenta del suceso Octavio, ingresante de Letras de “casi 19 años” y poco pelo en la barba, mientras esperaba el comienzo de la función junto a Ana, también estudiante, para quien “ver Puan en Puan me parece obligatorio. Es un homenaje a la UBA y a nosotros y encima ganó el premio al mejor Guión en San Sebastián”.

“Ya la vi en cine y vine de vuelta. Me gustó lo que plantea sobre la importancia de los espacios de encuentro, y de que puede haber diferencias pero también siempre hay un punto que une”, analizó Victoria, que cursa el CBC.

Meli Watanabe, subdelegada gremial de Filo, relata que los no docentes estuvieron muy involucrados en el proceso de filmación, del mismo modo que estudiantes y docentes. Desde haber participado como extras hasta del diseño de la cartelería: “Es muy destacable ver rostros familiares en la película y no personas que ‘hicieron de’. Sentimos que nos representa”.

Filosofía que transforma

Para Claudia D’Amico, profesora de la carrera de Filosofía, la película “pinta bien esta aldea”. Ya la había visto pero le entusiasmaba participar de un evento de este estilo. Los dos profesores que Puan enfrenta son Pena (Marcelo Subiotto: introvertido, torpe y aparentemente más conversador) y Sujarchuk (Leonardo Sbaraglia: recién llegado del exterior, exitista y engatusador). A la profesora D’Amico le resultan “caricaturescos, porque es una comedia, pero en el fondo, típicos”.

En la ficción, Pena, después de haber trabajado como mano derecha del jefe de cátedra por 20 años, está tan asustado por concursar para ese cargo como si fuera su primer examen. “Eso es así: ante un concurso los profesores estamos asustados, hasta de viejos. Es una instancia de evaluación. Te exponés. Es una gran reflexión sobre qué hacés e hiciste, cómo te cruzó la vida”, asegura Graciela Schuster, profesora de la Carrera de Artes.

En tiempos en los que se habla de cerrar el CONICET es interesante ver qué viene a decir la película sobre el valor del conocimiento y cómo se aborda el problema de su aplicación: “Hoy esa discusión no tiene mucho sentido”, argumenta D’Amico. “Todo conocimiento aplicado tiene un conocimiento teórico de base. En cualquier ciencia, sin investigación básica no hay posibilidad de aplicar nada”.

Orgullo y pensamiento crítico

En un momento en el que la fuerza política más votada en las PASO, La Libertad Avanza, sostiene una plataforma que abandonaba cualquier forma de bien común, con tintes cada vez más bizarros (que van del negacionismo al terraplanismo, del autoritarismo al racismo), uno de los logros de la película es poner sobre la mesa el valor de la educación pública. Filo es un lugar de discusión donde nada queda cerrado. Como espacio de formación, es en sí mismo un alegato de las humanidades y del pensamiento crítico como modos de enseñar, aprender y leer el mundo -desde una fotocopia de La República de Platón hasta un tuit-.

Así lo remarcó su decano, Ricardo Manetti, para quien detrás de la reivindicación de esta película está también “defensa del cine argentino". Y eso significa “defender nuestras representaciones, el modo en que nos contamos, los modos en los que podemos disentir. Podrá gustar más o menos la película pero lo bueno es que esa variedad de representaciones esté. Por eso decimos que toda película es política. El acto de proyectarla, también”.