El entusiasmo del macrismo por el nuevo Código Urbanístico despierta las sospechas de toda persona que ame esta ciudad. Mauricio Macri tuvo en su vida sólo una actividad que se parezca en algo a una profesión y eso es dirigir la empresa constructora del grupo familiar. Además del fútbol como negocio, lo que conoce íntimamente, lo que considera real, es la especulación inmobiliaria. Eso se notó en sus ocho años de gestión porteña y es la impronta que le dejó a sus sucesores en la Ciudad.

Con lo que es necesario leer con cuidado y en este contexto el nuevo código “urbanístico”, que es presentado como una obra maestra del planeamiento, la palabra final en la materia y la herramienta para construir una ciudad mejor. SOS Caballito, con desconfianza pampa, está leyendo la creación macrista con cuidado y encontrando cosas que no despiertan ni calma ni paz. Por ejemplo, cómo aparecen con claridad las prioridades del documento. En sus 148 páginas, hay 115 referidas a normas constructivas y uso del suelo, y 14 a generalidades, conceptos e introducciones diversas. Lo que deja apenas un par de docenas de páginas para temas fundamentales: 

Garantías del Hábitat, Articulación Metropolitana, Equidad de Género e Inclusión del colectivo LGTBI, Ribera Accesible (del Río de La Plata y del Riachuelo), Parques Metropolitanos, Áreas de Reserva Ecológica, Ciudad Verde, Reserva de Árboles, Compromiso Ambiental, Reurbanización e Integración Socio-Urbana, Protección Patrimonial e Identidad, Protección Ambiental, Áreas de Protección Histórica Específicas, Áreas de Arquitectura Especial,. Túneles y Vestigios Arqueológicos, Desarrollo Territorial y Programas de Actuación Urbanística; Área de Desarrollo Prioritario Sur, Planes para Grandes Equipamientos, Plan para Parcelas Mayores de 2500 metros cuadrados, Plan de Comunas, Polos Productivos, Convenios Urbanísticos, Asociaciones Público Privadas, Acceso justo al hábitat.

Como se ve, se detalla lo que importa financieramente, lo que es negocio, lo que se entiende como importante y se deja en el mero resumen enunciativo lo que hace al tejido urbano y a los que lo habitan.

Pero la cosa no termina ahí, como bien señala SOS Caballito, que encontró un ejemplo francamente freudiano en el lenguaje de redacción. Se trata de algo llamado Evaluación Ambiental Estratégica, que suena a un estudio de impacto ambiental pero no lo es. “La EAE es un instrumento de apoyo al proceso de planificación urbana que complementa el esquema de evaluación de impacto ambiental tradicional. La EAE ayuda a identificar las consideraciones ambientales que puedan surgir de acciones más amplias tales como nuevas políticas, planes urbanos e iniciativas de programas de actuación con efectos en un territorio determinado, e introduce en sus fases distintas instancias de participación del universo de actores territorialmente implicados”. Muy lindo lo de “apoyo”, pero como en las 148 páginas del proyecto de ley ni se mencionan los estudios de impacto ambiental, queda la duda sobre qué están hablando. No se detallan obligaciones, no se dice siquiera que algo así sea obligatorio ni qué parámetros hacen algo aprobable o no… Con estas vaguedades es que se crean los peajes.

Los trucos son incesantes, como se puede ver en el capítulo sobre los centros de manzana. Esto de dejar espacio ahí, de no ocupar todo, es una idea muy, muy vieja que fue aplicada como emblema de modernidad por los españoles que andaban fundando ciudades. En esos tiempos se hacía la manzana como un anillo y se dejaba una entrada para carros y caballos. Los vecinos compartían el centro de la manzana como un espacio común donde había aljibes, huertas, carros y caballos atados, y era un lugar de circulación interno entre las casas, apenas aisladas. En el siglo 18, los ingleses llevaron el concepto a la creación de plazas internas a las que se puede acceder desde la calle o directamente desde los pequeños jardines privados de las casas. Son lugares de enorme belleza, especialmente los de Bath y los de Dublín.

Entre nosotros, este espacio comunitario fue cerrado y sobrevivió sólo como el famoso pulmón de manzana, privado pero no edificable. Esto con la solemnidad actual, se transforma en el Centro Libre de Manzana que supuestamente se debe dedicar a espacio libre, verde y absorbente, una suerte de jardín obligatorio. Pero el que se alegre con esto tiene que moderarse porque el cálculo de esta área la limita a menos de una décima parte de lo disponible, una miseria. De todos modos, esto sirve apenas para mostrar la intención de complacer a los especuladores porque es raro que se abran manzanas nuevas en esta ciudad ya saturada.

Patrimonios

La Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos que preside Teresa de Anchorena acaba de recibir a un invitado de primera importancia. Se trata de Francesco Bandarin, Subdirector General de Cultura de la Unesco, el órgano cultural de las Naciones Unidas. Bandarin, arquitecto e italiano, es un viejo amigo de nuestro país y habla un castellano sorprendente, exacto y vernacular. Esta vez vino a hablar de patrimonios de nivel internacional, mundial, como son alzada de la Unesco, y porque “hace ocho años que la entidad no visitaba oficialmente Argentina, que es un país muy importante para nosotros”.

Y para que esto quede en claro, Bandarin explica que Argentina es un ejemplo dentro del amplio conjunto del patrimonio internacional porque es de los “muy pocos países que aplican todas las convenciones de la Unesco en materia de patrimonio”. De hecho, junto con Uruguay, es de lejos el país sudamericano más riguroso en estas cuestiones. “Hay países que parecen tener problemas psiquiátricos con mantener sus cosas, pero ustedes no. ¿Será por la cantidad de psicoanalistas que tienen?”, ríe el funcionario. Esta asombrosa declaración alegra el corazón, porque se ve que hay algo en lo que nos aplicamos a cuidar las cosas y porque la Unesco, si bien funciona con toda la diplomacia del mundo, no es de andar elogiando gratuitamente. Y también explica la atención con que Bandarin se tomó dos proyectos de primer orden propuestos por la Comisión.

El primero es el de ampliar drásticamente el sitio ya protegido de la Cueva de las Manos, en Santa Cruz. La cueva en sí es un tesoro de pinturas rupestres bien conservadas y de importancia para fechar la llegada de humanos al hemisferio. Remotas y aisladas, las pinturas llegaron a nuestro tiempo en un contexto básicamente virgen, pero en peligro en parte por el avance de la minería. La Comisión propone una solución simple y original, la de crear un “territorio prehistórico” que preserve el contexto habitado por los autores de las pinturas. “Es una buena idea que respaldamos”, explicó Bandarin, “porque es una nueva interpretación del sitio. Hay que terminar de desarrollar la parte técnica y el manejo del sitio, y hay complejidades como que se abarcan tierras privadas. Pero es una gran idea que puede proteger el lugar de usos dañinos como la minería”.

El segundo proyecto es una retomada, con seriedad, del proyecto de crear un paisaje cultural en Buenos Aires. Esta vez, la idea incluye a la capital y a La Plata, dos ciudades muy demolidas y arruinadas por la mala calidad arquitectónica y la especulación. “Estos proyectos fueron presentados antes y fueron rechazados”, recuerda Bandarin, “pero esta vez tienen una coherencia que no tenían antes y crean un nuevo relato de estas ciudades. Son dos capitales que de hecho se construyeron simultáneamente como ciudades modernas, cosmopolitas y eclécticas. Ahora se presentó un plan que define mejor los conceptos y los ejemplifica con conjuntos particulares que reflejan la inmigración, la nueva sociedad urbana que se creó y una cierta estética muy particular. Es un plan muy interesante que necesita un año de trabajo para estar listo”.

Bandarin fue, además, a Córdoba a ver los sitios coloniales protegidos por la Unesco y terminó recibiendo una sorpresa de regalo. Se trata del Teatro Libertador, que está siendo restaurado con un notable presupuesto de 450 millones de pesos. Bandarin destaca que dentro del universo de teatros a la europea que existen en el mundo, el cordobés es un caso único en que se conservaron las piezas mecánicas del escenario: “Las poleas, los encordados… ¡está todo! Nunca vi algo así, es increíble”. De vuelta en Buenos Aires, el funcionario firmó un acuerdo con el ministerio de Comunicaciones para crear una programación de televisión sobre cultura y patrimonio de la Unesco. Y también discutió la idea de crear el Patrimonio del Nunca Más, centrado en la Esma y siguiendo el mismo modelo con que se protegió Robben Island, la isla-prisión del apartheid sudafricano, y la ciudad de Hiroshima.

Sobre el adobe

Este lunes comienza en San Juan el Seminario sobre Adobe Histórico organizado por la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos y por el gobierno de la Provincia. El encuentro promete ser un lujo, con expertos en manejo, restauración y construcción de sitios de primer orden en Medio Oriente y Africa. Por ejemplo, se va a exponer sobre la reconstrucción de Timbuctú, en Mali, después de la ocupación destructiva de la rama local del Estado Islámico. Van a participar especialistas de las provincias argentinas con este tipo de patrimonio y vecinos del continente.

Este seminario es la primera movida en un trabajo de la Comisión para valorizar el material, que entre nosotros es despreciado como un signo de atraso y suciedad. Una parte importante de este primer encuentro, preparatorio de un congreso internacional en 2018, es el marco legal de las arquitecturas de tierra. El adobe es algo ilegal en varias regiones argentinas, en particular las que tienen movimientos sísmicos, lo que no sólo afecta el uso moderno del material sino que pone en riesgo el valioso patrimonio del adobe.

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