Elián González, que en 1999 y 2000 siendo un niño de cinco años fue el centro de una batalla político-judicial entre Cuba y Estados Unidos por su custodia, realizó ayer una guardia de honor en la Plaza de la Revolución donde se homenajea a Fidel Castro. Elián, que en 2005 declaró que consideraba a Fidel Castro no sólo un amigo sino un padre, se unió ayer a una de las guardias de honor que rinden homenaje a Castro en el Memorial José Martí de la Plaza de la Revolución. Preguntado sobre el legado de Castro, González, que ahora tiene 22 años, declaró: “El legado de Fidel es todo este pueblo desfilando por aquí. El está vivo en cada obra de la revolución, que es precisamente lo que nos ha dejado. Es motivo de orgullo, para sentirnos más fuertes”, continuó. “A quien hable mal de él, a quien denigre su nombre, la respuesta es esta, el pueblo que desfila y lo recuerda”, señaló. Poco antes de cumplir seis años de edad, González sobrevivió en noviembre de 1999 el naufragio de la balsa en la que su madre y su padrastro intentaban alcanzar las costas estadounidenses. La madre de González y su padrastro murieron en el naufragio pero él sobrevivió y, tras ser rescatado fue entregado a familiares que vivían en Miami. Pero Elián fue reclamado por su padre, que seguía en Cuba y que nunca autorizó a la madre del niño a llevárselo a Estados Unidos, lo que desencadenó una batalla político-judicial que terminó en abril de 2000 cuando la entonces Fiscal General de Estados Unidos, Janet Reno, ordenó el retorno de González a su padre.
Guardia de honor del balserito
Este artículo fue publicado originalmente el día 30 de noviembre de 2016