Sergio Massa super activo, usando todas las herramientas a su alcance en la doble condición de candidato y ministro, y el repliegue táctico de Cristina Fernández y la desaparición de la escena del presidente Alberto Fernández, sumado al reconocimiento que el electorado le dio a Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires, son las claves que le permitieron a Unión por la Patria revertir el resultado de la PASO y colocar al oficialismo en carrera para la segunda vuelta. Nada está definido. Pero está claro que nuevamente cambió el mapa político de la Argentina y que el gran derrotado de estas elecciones es Juntos por el Cambio, una fuerza política que aspiraba a consolidarse y que ahora puede estar al borde de la implosión. El electorado le dio una nueva oportunidad al peronismo.
Con el correr de las horas y de los días seguramente habrá más elementos para evaluar. Entre ellos la importancia de los votos recuperados en las provincias del Norte (Chaco, Formosa, Catamarca entre ellas) por UxP. Desde ahora se puede decir que, contrariamente a lo que se argumentó en las PASO respecto del “voto bronca” apoyado en las emociones y que en su momento fue la justificación de la votación de La Libertad Avanza, ahora ciudadanas y ciudadanos, votaron con memoria histórica y política. Esto a pesar de la catastrófica situación económica que afecta la calidad de vida de gran parte de la población. No hay un cheque en blanco para UxP. Las demandas continúan vigentes y la necesidad de escucha de las mismas también.
Todo indica que el voto por Javier Milei tiene un techo. En términos estrictos no sumó sufragios a los que había recibido en la PASO. A pesar del mensaje de Milei reivindicando su “hecho histórico” por disputarle la presidencia al kirchnerismo, el libertario acusó el golpe. Su futuro es incierto y por eso tiró líneas hacia el macrismo. Necesita de cada voto y decide a aferrarse a su argumento original. No parece querer alejarse de su discurso. Por ese motivo decidió hablar de los “dos tercios” que votaron contra el gobierno y asumió como suyo el discurso de Patricia Bullrich: “terminar con el kirchnerismo”. Milei se olvidó de las acusaciones de “terrorista”. Se mimetizó con sus propuestas. Modificando el contexto y el momento, bien podría haber sido un candidato de JxC. Se olvidó de sus acusaciones de “juntos por el cargo”, felicitó a Jorge Macri y a Rogelio Frigerio e invitó a pensar en el futuro con la consigna “kirchnerismo o libertad”. Fue un Milei controlado, que acusó el golpe e intentó sumar a los caídos a sus filas.
La derrota de Milei no es únicamente por virtudes de sus adversarios, sino fundamentalmente por los errores propios, los desaciertos y, podríamos decir, los delirios del propio candidato. También porque LLA, que aspiraba a ganar en primera vuelta, carece de una estructura partidaria de la que el peronismo dio muestra evidente en la provincia de Buenos Aires, con sus intendentes, y en varias provincias por la conducción de los dirigentes provinciales.
De cara a la segunda vuelta las miradas tienen que centrarse en el futuro de JxC y la posible implosión de esa fuerza, por lo menos como se la conoce hasta ahora. Un buen dato, son las caras de quienes acompañaron a Patricia Bullrich en el escenario de la derrota. Incluido el de Mauricio Macri, otro de los grandes perdedores. Pero en esa foto no estuvieron los radicales que, siendo también derrotados, tomaron distancia para no hundirse con el Titanic. En su discurso de derrota la candidata de JxC hizo todo lo posible para eludir un posible respaldo a Milei, pero siguió levantando banderas de antiperonismo, que la llevaron a evitar saludar al triunfador en las elecciones.
Un jugador que en algún momento no fue considerado fue otra de las sorpresas. El caudal electoral de Juan Schiaretti lo transforma en uno de los árbitros de la próxima elección. Difícil es prever lo que puede resultar.
Sin perder de vista, de ninguna manera, que los votos no son de los dirigentes. Que la segunda vuelta abre a un escenario absolutamente nuevo e imprevisto. Que los resultados de la segunda vuelta dependerán tanto de los movimientos políticos, de las alianzas que se construyan, de los temores que se alienten. Pero también de las maniobras y de las operaciones que el poder económico haga. Aquí y más allá de las fronteras.
El radicalismo está en una encrucijada. Y sus dirigentes se debaten entre la abstención, el respaldo a Milei o negociar con Sergio Massa. Nada está claro. Y todo ello puede agravarse si en las próximas horas Mauricio Macri se expresa públicamente a favor de Milei.
Es verdad que Massa, como lo hizo en su solitario discurso de victoria, intentará seguir ampliando la idea de la gran coalición, con un llamado al gobierno de unidad nacional, convocando a “los mejores” y más allá de los límites de UxP, porque lo necesita ahora y, quizás mucho más, para ganar la elección. Por eso la mención expresa a los votantes de Schiaretti, a los de Myriam Bregman y, en general, a los radicales.
Massa también se hizo cargo de los problemas que se viven en el país, pero tomó distancia afirmando que desde el 10 de diciembre comienza una “nueva etapa”. La suya, que es igual, pero que es diferente. Un Massa característico, que no pierde sus rasgos fundamentales.
Pero no menos cierto es que si bien ese es un camino elegido por el candidato del oficialismo, también Axel Kicillof que fue el principal soporte con el gran caudal de votos y la diferencia obtenida en la provincia de Buenos Aires, marcó la cancha. Invitó a seguir militando por Sergio Massa, pero recordó, agradeció y reivindicó a Cristina Fernández de Kirchner. También levantó banderas históricas del peronismo militante: “dictadura nunca más”. Agradeció a la militancia y volvió a hacer suya la consigna de “memoria, verdad y justicia”.
Otro dato para tener en cuenta es que más allá de la elección presidencial que todavía está pendiente, por la remontada en muchas provincias (especialmente las del Norte) en estos comicios el peronismo logró recomponer buena parte de su fuerza parlamentaria. Análisis posteriores y con los números finos en la mano, será posible profundizar este análisis. Se trata de un dato central pensando en la gobernabilidad futura.
Tan importante como todo lo anterior es valorar que cuarenta años después, como sociedad la Argentina decidió ratificar el valor de la democracia. Quizás una democracia renga, seguro que limitada, con muchas carencias y errores a cuestas. Pero también el sistema al que vale la pena darle una nueva oportunidad. Sin dejar de exigir y de exigirse, sin dejar de reclamar derechos pero comprometiéndose también a trabajar para ello.