Dentro del aluvión de visitas internacionales que desembarcan en Buenos Aires en el segundo semestre de 2017, la de mañana es quizá la más inesperada. El baterista Sly Dunbar y el bajista Robbie Shakespeare debutarán finalmente en el país, aunque como integrantes de la banda de Michael Rose. El otrora cantante de Black Uhuru será parte del Festival Internacional de Reggae porteño, organizado por el Gobierno de la Ciudad en Parque Sarmiento (Av. Balbín 4750), en el que a partir de las 14 y con entrada gratis también tocarán Julian Marley, Gondwana, Klub y DJ Nelson. La trascendencia de Sly and Robbie es tal que los conoce como “los gemelos del ritmo”, se los considera la base rítmica más influyente de Jamaica y se dice que fueron parte de más de 200 mil grabaciones.
Pero su prolífica obra no sólo se remitió a la escena jamaicana, sino que también trascendió fronteras y géneros. Desde mediados de los 70, tras coincidir en la banda The Aggrovators, el sello de Sly and Robbie puede distinguirse en discos de figuras del reggae como Peter Tosh, Bunny Wailer, Jimmy Cliff y Gregory Isaacs, pero además en trabajos del calibre de Lord Upminster (1981), de Ian Dury; Nightclubbing, de Grace Jones; Infidels (1983), de Bob Dylan; y el primer álbum solista de Mick Jagger, She’s the Boss (1985). Y hasta intervinieron en remixes de Madonna y en el maxi single “Rockit”, clásico de Herbie Hancock. Sin embargo, uno de los momentos fundamentales de la dupla fue cuando acompañó a Serge Gainsbourg en su periodo antillano (1979 - 1981), del que destacó “Aux armes et cætera”, tema el que el cantante francés desató la polémica al flirtear en clave de reggae con “La Marsellesa”. “Siempre tuve muchas ganas de ir a la Argentina, así que llevaremos la mejor música para que la gente pueda disfrutarla”, adelanta al otro lado del teléfono, desde los Estados Unidos, el bajista Robbie Shakespeare (Kingston, 1953).
–Vienen como parte de The Sound of Black Uhuru, proyecto que repasa los clásicos del grupo. ¿Qué sensación le evoca el reencuentro con ese repertorio?
–Lo venimos tocando desde hace tiempo, pero es algo intermitente. Grabar discos como Showcase, Sinsemilla, Red y el resto de esa obra que desarrollamos entre 1979 y 1984 fue una experiencia maravillosa. Se trató de una época en la que estábamos muy creativos y el resultado fue muy bueno.
–Dubrising (2014) es su más reciente álbum de estudio como Sly and Robbie, donde muestran su veta más moderna. ¿Entraron al estudio con esa idea?
–El disco lo grabamos en Londres y, básicamente, no tuvimos ninguna fórmula ni idea preconcebida. Una vez que entramos en el estudio, lo que hicimos fue mantener un proceso coherente para que el material saliera de esa manera.
–Discos como Rhythm Killers (1987), producido por Bill Laswell, o Drum & Bass Strip to the Bone (1998), en el que colaboran con Howie B, los saca del reggae para reubicarlos en la electrónica y en el funk. ¿A qué se debe ese interés?
–El acercamiento a la novedad, para luego generar combinaciones, es algo que nos contagian los músicos y productores más jóvenes. Nosotros somos artistas más de raíz o tradicionales, pero al juntarnos con ellos para colaborar en un tema o en un disco, aparecen esas incorporaciones electrónicas, funk o de otros estilos.
–¿Qué los inspira para seguir reinventándose?
–Tratamos de continuar experimentando, probando y generando música que sea creativa. Luego de tantos años, nunca nos cansamos de esto. El objetivo es producir buena música para la gente.
–¿Eso fue lo que los llevó también a trabajar con artistas ajenos al reggae como Bob Dylan?
–En lo personal, soy muy fan suyo. Luego de vernos en un recital, recibimos un llamado de su equipo, mientras estábamos en el estudio en Nassau (Bahamas), en el que nos avisaban que él quería grabar con nosotros. No lo podíamos creer. Y volamos a Nueva York para hacer Infields.