La petrolera YPF sorprendió este lunes al aumentar el precio de sus combustibles un 3 por ciento. La medida refleja el traslado al surtidor de la última suba del precio de los biocombustibles. El resto de las compañías ya había hecho ese ajuste, pero la firma controlada por el Estado Nacional postergó la corrección para después de las elecciones. La suba no implica el fin del acuerdo de precios que continúa vigente hasta el próximo 31 de octubre.
Con este nuevo ajuste, las naftas y el gasoil que vende YPF subieron en promedio unos 10 pesos. En la Ciudad de Buenos Aires el litro de súper pasó a costar 287 pesos; el de Infinia (nafta premium) 367 pesos; el de Gasoil Diésel 500 307 pesos y el de Diésel Infinia 399 pesos.
En la semana posterior a las PASO, el gobierno autorizó una suba de 12,5 por ciento en el precio de los combustibles y al mismo tiempo aseguró que las petroleras mantendrían sus precios congelados hasta fin de octubre. Como parte de ese acuerdo se les garantizó a las refinadoras un barril criollo de crudo a 56 dólares, el congelamiento del tipo de cambio oficial y otra serie de concesiones menores.
El 23 de agosto, la semana siguiente al acuerdo, el gobierno autorizó una suba del 20% en el precio del biodiesel elaborado a base de soja, que pasó de 361.672 a 434.006 pesos por tonelada. A su vez, el 28 de agosto Economía también modificó los precios del bioetanol. El bioetanol obtenido a partir de la caña de azúcar trepó a 237,672 pesos por litro y el bioetanol derivado del maíz subió a 224,309 pesos por litro.
Como los bios se mezclan con los combustibles, la mayoría de las petroleras ajustó levemente el precio en sus surtidores apenas se conoció la medida al considerar que la absorción de esa suba no estaba contemplada en el acuerdo de palabra cerrado con Economía. No obstante, demoró ese traslado hasta ahora.
Presionan por nuevas subas
Por ahora el acuerdo de precios sigue vigente, pero las petroleras vienen presionando con fuerza para que se las autorice a aplicar un ajuste, pues afirman que el atraso en los precios del surtidor ya supera el 40 por ciento. La decisión que debe tomar el ministro de Economía Sergio Massa es delicada. Por un lado, está tentado a prolongar el congelamiento hasta el balotaje para que una suba de precios no genere malhumor social en el medio de la campaña y lo afecte electoralmente.
Por otro lado, extender el congelamiento podría derivar en mayores problemas de abastecimiento, los cuales también generan malestar social. De hecho, en las últimas semanas, hubo muchos problemas para conseguir gasoil y nafta súper en numerosas estaciones de servicio, sobre todo en las provincias. Uno de los problemas está dado porque debido al congelamiento el precio mayorista del gasoil es más caro que el precio minorista lo que incentiva el cruce de canales y obliga a las petroleras a establecer cupos de venta.
En los días previos a la elección crecieron las versiones sobre un aumento inminente en el precio de los combustibles. Como consecuencia de ello, durante el fin de semana numerosas estaciones de servicio dejaron de vender a la espera de la actualización de precios. Cuando se conoció que YPF había modificado sus valores, muchos creyeron que se trataba del fin del congelamiento, pero el valor era tan bajo que rápidamente quedó en claro que se trataba de otra cosa.
Las petroleras esperan que Massa defina cuánto antes se finaliza autoriza un aumento que al menos acompañe la inflación para descomprimir un poco la situación y que el desabastecimiento no se agudice en el tramo final de la campaña.