“Este libro para mí es como un cuaderno de dibujo porque está todo el proceso que hice”, explica Maitena. Tiene en la mano el tomo negro, con trazos brillantes, sin título y sin su nombre en la tapa, que es Lo peor de Maitena. “Le fue horrible”, confiesa sin vueltas. Y claro: los libreros no tendrán pruritos en poner las quichicientas sombras de don Grey en las vidrieras, pero si el libro tiene tetas, pitos y cuerpos desnudos franeleándose dibujados, ya es otro cantar. “Había que ir y pedirlo, así que estaba guardado y mucha gente hasta pensaba por el título que era malo, ¡se me fue la mano de canchera!”, cuenta. Nada más lejos de eso. Lo peor... compila sus trabajos en la primera etapa de la revista Fierro, lo publicado en Sex Humor y en Cerdos y peces. “Cuando empecé esto tenía 21, 22 y los seis o siete años que recorre el libro fueron los de formación para mí”, señala. El ojo avizor recorre sus páginas y sí, advierte en esas historias adultas algunos indicios gráficos de la Maitena por venir, la Maitena del éxito en Superadas, de Curvas peligrosas, de Mujeres alteradas. “Si pude contar cosas de mí misma en Mujeres alteradas fue gracias a que ya me había incinerado con esto”, confiesa.  “Me re costaba ir a la editorial con la carpetita y entregar estas páginas, qué sé yo, era joven, pero lo fui venciendo y me permití a mí misma hacerlo, levantar la autocensura y dibujar lo que tenía ganas”. Sus temas preferidos todavía hoy: drogas, sexo, relaciones. Es un libro que –entiende– puede interesar especialmente a los dibujantes. Y no sólo por los bocetos a lápiz que reúne en el apéndice que cierra el libro, sino porque se puede ver la evolución de su trazo y los cambios de su línea de acuerdo al medio en que se publicaba. “Acá ves cómo el trabajo va encontrando a esa chica que era, hay mucha copia de Milo Manara, de Moebius, de Guido Crepax”, señala una página tras otra mientras recorre también las series en las que fue volcando sus primeras inquietudes. “Este –El langa– era un boludo, nunca cogía pero se creía lo más”, apunta. “Esta también era mi forma de burlarme de los varones, de esas revistas de sexo donde las mujeres estaban en cuatro patas con el whisky apoyado arriba, ¿te acordás lo que era SexHumor, no? Entonces como mujer que laburaba ahí hacía un poco de contrapeso, les pateaba un poco por abajo”, recuerda. “Después hice La fiera durante mucho tiempo, una de mis favoritas, que cada semana agarraba una profesión y era completamente hembrista”. “Esto, por ejemplo, tiene mucho del Mujeres alteradas de después. Pero bueno, fueron años de trabajo. Esto otro era para Fierro y entonces me ponía más seria y trataba de dibujar mejor. Hay un recorrido en todo, un camino. Por eso creo que es el libro más lindo que hice”.