Habían pasado dos minutos desde que Sergio Maldonado empezó a hablar en el escenario de la Plaza de Mayo cuando desde el fondo las palabras sueltas, los silbidos y la bronca se transformaron en un sólo reclamo: que se vaya. Sergio acaba de mencionar a la ministra de Seguridad, sin nombrar a Patricia Bullrich. “¿Hasta cuándo debemos soportar esta situación? ¿Hasta cuándo debemos preguntarnos dónde está Santiago? ¿Hasta cuándo seguirán cuestionando a Santiago, a sus fuertes convicciones, a su ideología de la solidaridad sin transar con nada ni con nadie”. Entonces volvió a nombrarla. Y la voz de la Plaza volvió a responder. A cantar. ¡Qué se vaya! Sergio retomó el punto justo en el que había quedado: “A la señora ministra de Seguridad le pido que de un paso al costado –dijo–, y deje el lugar a alguien realmente capacitado para poder brindarnos seguridad y no inseguridad”.
Los únicos que hablaron en Plaza de Mayo fueron los dos hermanos de Santiago Maldonado, Sergio y Germán, y sus compañeras Andrea Antico y Carolina. Poco antes de las siete de la tarde los organizadores dijeron desde el escenario que había más de 250 mil personas. Llegaban noticias de las manifestaciones que recorrieron las plazas de todo el país desde Jujuy hasta Tierra del Fuego. ¡Aplausos!, pidieron para los que también exigieron aparición con vida en Montevideo, Estcolmo, Chile, en San Francisco frente al consultado argentino a las cuatro de la tarde, en Francia, México, Bilbao y Río de Janeiro. A un mes de la desaparición de Santiago Maldonado la Plaza salió a decir frente a Casa Rosada que esta es una desaparición forzada que el Gobierno sigue negando y de la que es responsable. El escenario levantó ese reclamo como consigna central. Y que ubicó como responsables directos a dos personas cuyos nombres fueron pronunciados durante toda la tarde: Patricia Bullrich y su jefe de Gabinete, Pablo Noceti.
La familia estaba acompañada por las Madres de Plaza de Mayo, integrantes de Abuelas, de la Mesa de organismos de derechos humanos, del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia y miembros de la Pu Lof de Cushamen con banderas. Todos los que estaban allí levantaron los dos brazos cuando la Plaza volvió al “que se vaya” en singular, con una voz que fue creciendo desde atrás hasta desbordar el escenario.
Sergio fue el último que habló. “Siguen negando la desaparición en manos de la Gendarmería y pareciera que negaran hasta su propia existencia”, dijo. “En ningún momento se cuestionó el accionar de esta fuerza el día de la represión en la comunidad mapuche de la cual fue testigo el mundo. Lo único que hicieron fue cuestionar a Santiago, a sus amigos y a su familia. Somos maltratados por la señora ministra de Seguridad”, dijo y la Plaza respondió. “Somos maltratados por la ministra de Seguridad que ha demostrado no estar capacitada para ocupar ese puesto. Y tampoco esclarecer la desaparición de Santiago. Somos hostigados con informaciones falsas que lo único que hacen es sembrar la desesperanza en mi familia. Tenemos que soportar declaraciones de funcionarios que lo único que hacen es aportar dudas y confusiones. Nuestra familia ha colaborado desde el primer día con todos los requerimientos”, dijo. Aportaron las muestras de ADN: “Jamás nos negamos porque negarse sería no querer tener a Santiago”.
A diferencia de lo que sucedió en la Plaza del 11 de agosto, cuando los organismos de derechos humanos consensuaron un documento para establecer los principales reclamos, esta vez todos los espacios hicieron posible que sea sólo Sergio el que los enumerara.
“Queremos una investigación seria e imparcial”, dijo. “Queremos que se investigue a todo el personal de la Gendarmería que actuó en el operativo el día 31 de julio y 1º de agosto, ellos son los responsables y tienen que dar cuenta de su actuación”.
¡Asesinos! ¡Asesinos! –dijo la Plaza. Entonces, hizo las preguntas: ¿hasta cuándo tenemos que preguntarnos dónde está Santiago? Le pidió a la ministra que de un paso al costado. Y agradeció. A las organizaciones sociales, sindicales y políticas, a los organismos de derechos humanos y muy especialmente, dijo, a la comunidad mapuche. Una línea que también repitió su compañera, para dejar en claro dónde están las víctimas y dónde los perpetradores. La multitud dijo “viva el pueblo mapuche”. Y él pronunció el Presente.
¡Santiagado Maldonado!
¡Presente! –respondió la Plaza.
¡Santiago Maldonado!
¡Presente!
¡Ahora y siempre!
A las cuatro de la tarde, los pasacalles de La Poderosa iban recibiendo a los primeros que entraron desde avenida de Mayo. 30.000 mil veces la verdad, decía uno en una esquina. ¡Lo desapareció la Gendarmería!, colgaron entre dos árboles. Un hombre caminó con un cartón escrito a mano con la misma pregunta que se escuchó hasta entre los vendedores ambulantes de los subtes. ¿Dónde está Santiago Maldonado? Los vendedores voceaban ¡helado, helado! Y Miguel Pirelli, 78 años, antiguo vendedor de una editorial, se paró en la esquina del Cabildo con dos carteles dibujados: “Han regresado”, puso con una cara de Santiago. El escenario comenzó a reunir a distintas bandas musicales que se sucedieron hasta las siete. Pasaron los tambores en lucha de la Chilinga que ensayaron antes entre la gente.
Durante la semana, las organizaciones se reunieron para consensuar el diseño de la convocatoria para exigir claramente aparición con vida de Santiago Maldonado y para denunciar las políticas de encubrimiento desplegada por el gobierno nacional. Detrás de la convocatoria estuvieron organizaciones jóvenes sindicales, sociales, estudiantiles, barriales, culturales, políticas y de género que fueron nombradas una a una durante el acto. El dispositivo dispuso el ingreso de las columnas de las organizaciones de izquierda y del Encuentro por Diagonal Norte cubriendo el sector de Catedral y Rivadavia. Y el ingreso de la Mesa de organismos de derechos humanos y sus organizaciones por Diagonal Sur. Ambos espacios compartieron la Plaza sin avasallar a los que fueron llegando de modo individual durante la tarde.
Como sucedió en agosto, las pantallas del escenario repitieron la pregunta de Santiago con la convocatoria a la marcha: “Soy Victoria y estoy en mi casa. Quiero saber dónde está Santiago Maldonado”. Cerca del escenario, el ex diputado kirchnerista Horacio Pietragalla decía que lo que había cambiado desde entonces era que ahora hay una carátula que dice desaparición forzada. Pasaron Nicolás del Caño y Myriam Bregman, del FIT. “Creo que esta plaza es mayor y lo que hay de nuevo entre los dos momentos es que se consolidó la postura del gobierno nacional que desconoce estos hechos, cosa que esperemos que cambie con esta movilización y con todas las que sean necesarias”. Pasó Camilo Mones, delegado de Pepsico, que habló de Santiago en esa suerte de escenario que poco a poco comenzó a improvisarse en distintos puntos de la Plaza.
Entre muchos dirigentes sociales, políticos y de derechos humanos estuvieron Néstor Pitrola, Roberto Baradel, Victoria Donda, Victoria Montenegro, Adolfo Pérez Esquivel, Horacio Verbitsky, Nora Cortiñas, Daniel Filmus, Mara Brawer, María Elena Naddeo, Vera Jarach, Lita Boitanio, Tati Almeyda, Laura Conte. Y Ruben López, el hijo de Jorge Julio López.
En el escenario se escuchó la voz de Milagro Sala. Desde una pantalla preguntó por Maldonado.
“Hoy todas y todos estamos acá porque venimos a reclamar por la desaparición forzada de Santiago Maldonado”, abrió la locutora desde el escenario. “Santiago no está extraviado como dicen en el gobierno. Santiago está desaparecido y ellos son los responsables”. Leyó un pasaje de los textos de Santiago. Y pidió bajar las banderas o correrse a un costado. “Esta va a ser una tarde llena de dolor, pero también de esperanza”.
Pasó Teresa Parodi. “Es así –dijo ella sobre el Gobierno–: ellos miran para otro lado y es lo peor que pueden hacer”. En el escenario, entre bandas de músicos, se fueron leyendo los nombres de cientos de agrupaciones. Y luego la cronología de la desaparición reconstruida por la familia de Santiago. Cuando llegó al 1º de agosto, mencionó a Pablo Noceti en la ruta, y luego: Santiago no puede cruzar y lo agarran.
¡Pedimos aparición con vida! –se oyó. “¡Santiago presente!”, dijeron. “¡Que se oiga! ¡Que se escuche! Pocos minutos antes de las siete, Germán Maldonado abrió el tramo final.
“Quiero hablar como hermano de Santiago”, dijo. “Quiero decir que mi hermano es la libertad, la juventud, la solidaridad, el apoyo mutuo, preocupación y la cooperación, la ecología, la medicina, la aventura, la música, el dibujo, la pintura, el mural y los tatuajes. El viajó para aprender y conocer lugares nuevos y cosechó muchísimas amistades. Desde el norte y el sur de la Argentina, Uruguay y Chile. Marcó a muchas personas con sus ideas de libertad como con sus tatuajes”.
Habló Carolina, su compañera. Dijo que cuando le preguntan por Santiago, lo primero que dice es que es mágico. “Santiago es mágico. No dejemos que esa luz se apague. Lo amo muchísimo. Para mi es ardilla”. Y desgarrada le gritó: ¡Te amo ardilla! En el escenario también estuvo su abuela Lita.