¿Qué encarna la comunicación indígena mediática y qué hay por fuera de sus bordes? Es una de las preguntas transversales que responde cada uno de lxs 22 autores que componen el libro “Pueblos indígenas y territorios mediáticos. Estudios sobre comunicación indígena en Argentina” editado por Liliana Lizondo y Magdalena Doyle, y recientemente publicado a través de la Fundación Friedrich–Ebert–Stiftung (FES Comunicación).

La historia que condujo a la realización de este libro nos lleva a los inicios del año 2022, cuando las editoras –investigadoras y activistas pioneras en el trabajo comprometido con medios de comunicación indígenas- se plantearon la necesidad de amalgamar una publicación que cohesione aportes al campo de los “estudios de comunicación indígena” en Argentina. Este camino de construcción responde, de acuerdo a sus testimonios, a la motivación de suplir la “poca institucionalización de la investigación sobre comunicación indígena en Argentina” algo que impacta en la generación de “una vacancia”. En ese sentido, el libro comprende una iniciativa que busca contribuir a la institucionalización de los estudios de la comunicación indígena en este país.

No sería justo decir que el libro está compuesto sólo por discusiones académicas, ni que intenta satisfacer una demanda meramente universitaria. Por el contrario, se trata de un texto polifónico que se orienta más a amplificar las voces indígenas que lo habitan, a poner en valor los modos en que la comunicación indígena representa un tipo de saber diverso y transtemporal, y a resaltar la condición de lucha intrínseca a las presencias y movilizaciones indígenas contemporáneas, que a considerarlas en su acepción de “experiencias de estudio”.

A lo largo de 235 páginas amorosamente cuidadas, el libro, como señala Omar Rincon “no es sobre los pueblos indígenas, sino sobre la comunicación habitada, experimentada, gozada y, sobre todo, peleada por las diversidades indígenas” (2023, p. 8). Lxs autores son pensadores-activistas indígenas que hacen parte de emisoras de sus respectivos pueblos, investigadores, docentes, activistas y comunicadores.

La trama conceptual de esta edición se extiende por diferentes dimensiones temáticas: propone trazar una genealogía sobre las categorías, métodos y epistemologías con que se estudia la comunicación indígena en Argentina; da cuenta de la heterogeneidad de lenguajes, formatos y modalidades que caracterizan a las prácticas de comunicación de los pueblos originarios; expone la estrecha relación entre los procesos organizativos amplios de los pueblos indígenas y la centralidad que la comunicación adquiere para sus luchas y agendas políticas; revela la imposibilidad de pensar a la comunicación indígena por fuera de las relaciones vitales con la naturaleza. Podemos decir que el libro ofrece una variedad de formas de entrar a los estudios de comunicación indígena. En suma, el texto trata sobre todo lo que la comunicación indígena es y hace.

Los artículos que componen el libro se enfocan en desanudar las preguntas sobre qué provoca la comunicación indígena; qué campos de emergencias habilita la apropiación y el acceso de los pueblos indígenas a los medios de comunicación, qué umbrales de politicidad se visualizan. En esta línea, los escritos evidencian de qué manera la comunicación indígena mediática configura una modalidad de impugnación de los sistemas dominantes del decir y percibir; muestran cómo diferentes experiencias desarrollan iniciativas orientadas a “desordenar” los ordenamientos étnico-raciales, de clase y género que distribuyen y fijan a los sujetos indígenas en determinados roles y sitios, y cómo, en ese andar, plantean subvertir los esquemas hegemónicos del “estado-nación” blanco.

En esta perspectiva, diferentes artículos nos muestran que los medios indígenas son mucho más que herramientas de visibilización y expresión: son espacios sumamente productivos para el devenir organizativo de los pueblos, lugares de reunión, lugares que activan luchas en los territorios, actores que planifican estrategias y albergan diversas formas de agenciamiento político. En definitiva, el libro nos enseña que la comunicación indígena resulta -como propone Claudia Magallanes-Blanco-, un “espiral”: “repositorio y amplificador de cosmogonías, saberes, tradiciones y relaciones ancladas en la identidad, la territorialidad, las lenguas, la espiritualidad, la autonomía y la soberanía” (2023, p. 37).

* Investigadora y docente de la Sede Regional Tartagal de la Universidad Nacional de Salta, activista e integrante del colectivo de comunicación “La Voz Indígena”.