En la movilización del viernes pasado para exigir la aparición con vida de Santiago Maldonado, entre las miles de personas que marcharon por Rosario hubo estudiantes de primaria y secundaria. Qué piensan, qué dicen y qué hacen las pibas que en el presente construyen su futuro.

Son cuatro. Se llaman Azul, Ana, Eugenia y Sol y tienen entre 12 y 13 años. No miden más de un metro cuarenta. Están juntas en la intersección de Córdoba y Dorrego, esquina de la Plaza San Martín, a punto de comenzar la marcha hacia el Monumento a la Bandera para exigir la aparición con vida de Santiago Maldonado. Las cuatro llevan el uniforme de la escuela tapado con carteles con consignas sobre la causa. Nadie las obligó a estar ahí como sí las obligaron a no hablar del tema en la escuela. "Apoyamos que se haga todo esto, por más que tengamos 12 años sabemos que no puede desaparecer gente en democracia", dice una de ellas. Y otra remata: "Santiago no desapareció solo, lo desapareció el Estado".

El señor gordo de la televisión de los domingos, visto en promedio por más de un millón de personas, de seguro miente con conocimiento de causa. Sería ilógico que, después de décadas de profesión, no sepa que para el Código Penal Argentino el delito de desaparición forzada alcanza al funcionario público o a las personas que con el apoyo del Estado priven de la libertad a una o más personas y se niegue a informar sobre su paradero. Sería lógico que, al menos, se ocupara de preparar el contenido de su programa con información fehaciente. Pero al tipo no le interesa. Se burla de los que prenden el televisor y de quienes se van al piso del canal a aplaudir su show. Entonces larga la mentira que al día siguiente será replicada, y constituirá el argumento de los que miran para otro lado: "No es desaparición forzada porque no hay un plan sistemático".

Son operaciones mediáticas que legitiman y consolidan el discurso de la represión a la protesta social, de la defensa acérrima de la propiedad privada y extranjera, y también de la desaparición forzada de personas. Por ese lado apunta su análisis el Secretario General de Amsafé Rosario, Gustavo Terés, cuando habla de la "libertad de cátedra" para que en las aulas pueda hablarse de la desaparición de Santiago Maldonado. "Las familias miran televisión, ven los diversos canales donde se discute este tema, y nosotros creemos que no hay derecho a que solo tengan una mirada pasiva. En la escuela secundaria hay chicos que a los 16 años están definiendo los destinos de la república porque pueden votar a presidente, cómo no van a poder discutir este tipo de situaciones y hechos gravísimos que debilitan las instituciones democráticas", cuestiona Terés.

"La escuela es una caja de resonancia de lo que pasa en la vida, se abordan problemas como la desigualdad social, la violencia de género, el narcotráfico. Los profesores tienen libertad de cátedra y el derecho a abordar estos temas, no pueden sepultar este debate o acallar las voces", explica el docente. Así se deja ver que el trabajo hacia dentro de las aulas hace tiempo está arraigado a la realidad social y que no puede escindirse de ella. En la marcha por Santiago Maldonado hubo chicas como Martina y Julia, de 16 años, alumnas de cuarto año e integrantes del Centro de Estudiantes de la Escuela Nigelia Soria, que dan cuenta de que "la politización" no es más que la elección de ejercer un derecho. Por eso se movilizan también cuando las consignas son por ni una menos, contra la violencia institucional o por la educación pública. Por eso, tan convencidas como necesarias, aseguran: "Lo personal es político, y está bien que en la escuela impulsemos estos temas que nos tocan tan de lleno. Ese miedo a que los jóvenes hagan política es totalmente erróneo y lo queremos erradicar".