Si los diccionarios hicieran justicia, la definición de “groove” debería ser “Nile Rodgers - Bernard Edwards”. Es que el guitarrista y el (fallecido) bajista, que crearon Chic en 1977, dominaron como nadie el arte de poner los pies en movimiento con el pulso humano como arsenal. Ya antes de la banda, cuando todavía tocaban los temas de moda y se hacían un camino como compositores, facturaron hits como “We Are Family” para Sister Sledge, y más tarde pensaron “I’m Coming Out” para Diana Ross. Como grupo, definieron el sonido de la música disco con “Le Freak” y “Good Times”, y su influencia se multiplicó en el hip hop (“Rapper’s Delight”, el primer tema que popularizó el género, tiene un sample de Chic) y la electrónica (Daft Punk se cansó de samplearlos y directamente llamó a Rodgers para “Get Lucky”). La carrera del guitarrista, además, tuvo picos altísimos como productor de rock (Let’s Dance de David Bowie) y pop (Like a Virgin de Madonna). Y los nombres siguen...
Hasta que los diccionarios no hagan justicia, habrá que quedarse con otra definición de “groove”, salida de la propia boca de Nile Rodgers en comunicación telefónica con PáginaI12: “Es el encuentro rítmico y espiritual de dos o más individuos”, dice el guitarrista, que volverá con Chic a Buenos Aires para presentarse el 12 y el 13 de septiembre en el Gran Rex. “Yo sólo toco con personas que tienen esa habilidad, esa cualidad mágica y espiritual del groove. Es algo mágico, realmente. Puede rastrearlo en internet y verá que durante treinta años jamás tuve una banda que no grooveara. Todavía somos súper chapados a la antigua: tocamos sin click, sin pistas de apoyo secretas, sin nada extra... Y grooveamos como locos”, se ríe.
–Cuando empezó en la música, ¿soñaba con una carrera como la que ha tenido?
–No, por supuesto que no, porque la carrera que he tenido ha sido mucho más grande que el más loco sueño juvenil. En ese entonces, por ahí pensaba que quería hacer tal o cual cosa, pero mi sueño era poder escribir una canción que conociera mucha gente en todo el mundo. Con una sola me conformaba. Pero mi sueño se hizo realidad en 1978, cuando escribí “We Are Family” para Sister Sledge. Y después volvió a hacerse realidad con Chic y “Le Freak”, y de nuevo con Diana Ross y “I’m Coming Out”, y más tarde con David Bowie y con Daft Punk... Es maravilloso saber que podemos tocar en cualquier lugar del mundo y decir “One, two, ahhhhh...”, y el público va a gritar “Freak out!”
–¿Y cuándo se dio cuenta de que su conexión rítmica y espiritual con Edwards iba a ser tan brillante?
–Siempre tuvimos esa conexión, aunque al principio no componíamos juntos; tocábamos para otra gente y yo componía toda la música, a la que Bernard le agregaba su fantástico toque. Pero la primera vez que compusimos una canción entre los dos se convirtió en un hit, entonces pensé: “Mi dios, no quiero volver a escribir una canción sin al menos mostrársela a este tipo antes”. El tenía lo que llamamos un gran oído de arreglador. Cuando empezamos, había muchos trabajos en la música y tu rol te definía. Bernard y yo éramos arregladores, yo más técnico y Bernard más del feeling; él podía decirle a la gente qué hacer, mientras que yo podría orquestarlo y escribirlo para cada uno. Así que teníamos una sociedad fantástica, nos complementábamos, y nos hicimos muy, muy profesionales. Pero recién nos dimos cuenta de lo perfecta que era esa sociedad que teníamos cuando empezamos a grabar nuestras canciones.
–¿Cómo se da cuenta cuando una canción va a ser un hit? ¿Es una especie de superpoder?
–No, no es un superpoder, es sólo creer en tu honestidad y en tu habilidad para transmitir ese mensaje. Como siempre dije, Madonna es por naturaleza una fantástica narradora de historias. Bruno Mars es otro: te cuenta una historia con todo su cuerpo, le creés todo lo que sale de su boca. Cierta gente tiene ese regalo, que a veces va mucho más allá de la canción. Simplemente tenés que tener suerte y esperar que cuando publicás tu música todos los elementos converjan en lo que podríamos llamar... la tormenta perfecta. Tenés que tener la credibilidad, la calidad, la melodía fantástica y el groove: cuando todos esos elementos se juntan, sucede algo especial. Y ahora también hay que agregarle el componente visual: es raro que una canción sea grande si el video no es entretenido. Y eso hace las cosas más difíciles para alguien como yo, que básicamente soy un compositor y guitarrista: ahora tengo que pensar también en todo eso... ¡Mi dios! “Mirá, yo escribí esto: ‘We are family/ I got all my sisters and me’. ¿Con eso no alcanza?”. “No, no alcanza” (carcajadas).
–Pero, ¿usted sabía que esas canciones iban a ser hits?
–Sí, es algo que sentís en tu corazón. Es fácil decirlo después de que una canción se convierte en un hit, pero nosotros lo sabíamos antes. De hecho, creo que por eso se convirtieron en hits. La compañía discográfica no entendía nuestra clase de música, entonces nos dejaba hacer lo que queríamos.
–¿Usted le dejó hacer lo que quería a Madonna?
–Cuando terminamos Like a Virgin sabía que el álbum era grandioso, pero fue Madonna quien quiso que “Like a Virgin” fuera el primer single. Yo quería que fuera “Material Girl”, me parecía una canción más pegadiza. Ah, esto responde su pregunta inicial sobre el groove: Madonna entendió la conexión espiritual entre un grupo de personas, que eran las chicas, y les habló sobre el concepto de dejar de ser vírgenes. Una noche, Madonna me sentó y me explicó eso, entonces mi respuesta fue: “Bueno, en primer lugar, es tu disco, si vos querés que el single sea ‘Like a Virgin’, va a ser ese, pero yo estoy tratando de darte el beneficio de mi experiencia”. Y ella me contestó: “Bueno, dejame a mí darte el beneficio de MI experiencia” (risas). Y ella tenía razón. Yo sabía que íbamos a vender cuatro o cinco millones de discos, pero terminó vendiendo 25 millones en las dos primeras semanas.
–¿Cuál es su recuerdo más vívido de su trabajo con David Bowie en Let’s Dance?
–Ese fue el disco más fácil que hice en mi vida. Lo hicimos en diecisiete días. No hay grabaciones extra, no hay temas para bonus tracks. En todos estos años, jamás salió un disco de lados B o de segundas tomas, cosa que a la compañía le habría encantado: siempre quieren ganar dinero con cosas así. Pero no hay nada de eso porque una vez que una canción estaba lista, seguíamos con la próxima. Fue el disco más simple, fácil y divertido en el que haya estado involucrado. Y eso que estaba pasando por uno de los peores períodos de mi vida... No tenía contrato discográfico y David Bowie tampoco, así que básicamente éramos él y yo contra el mundo. Fue una asociación perfecta. El realmente creyó en mí en una época en la que nadie lo hacía. Así que imagínese cómo me sentí cuando pasé de que nadie creyera en mí a que lo hiciera uno de los más grandes artistas de todos los tiempos.
–¿Le sucedió algo parecido con Daft Punk y Pharrell Williams? Hace poco, en Glastonbury, dijo que había vencido al cáncer y justo lo llamaron para hacer “Get Lucky”. ¿Fue como una segunda o tercera oportunidad?
–Sin dudas, así fue como se sintió. En primer lugar, Daft Punk son los tipos más amables que conozco y estuvimos tratando de trabajar juntos durante más de veinte años. Los conocí cuando ellos estaban en Nueva York, en una fiesta, justo después de que muriera mi socio Bernard Edwards (en 1996), y ellos me dijeron que eran muy fans de Chic. De hecho, me dijeron que en cierto sentido le habían dedicado el primer álbum de Daft Punk a Chic. Y no entendí qué querían decir hasta que escuché el disco, que estaba lleno de samples de Chic. Entonces supe que Daft Punk tenía amor y respeto por Chic, pero nos llevó veinte años hasta juntarnos y hacer ese disco. Lo habíamos intentado antes, ¿eh? Con Chic hacemos giras por Europa todos los años y cada vez que iba a Francia los llamaba, pero nunca podíamos juntarnos... Siempre había alguna manifestación o algo así. Los franceses son muy buenos para hacer manifestaciones (risas)... y en la Argentina no le van muy en zaga, ¿no? La última vez que tocamos en Buenos Aires vimos que había una manifestación... Estados Unidos era así en otra época: los maestros hacían huelga y los estudiantes los apoyaban, cosas así. Pero nos pusimos muy haraganes, ya no nos importa nada de los demás... Es una locura.
–Pero en los últimos tiempos están reaccionando, ¿no?
–¡Eso espero! Igual, lo mejor que tiene la clase de música que hago es que hace que la gente se junte sin que importe cuál es su pensamiento político, su color de piel o lo que sea. Eso es lo que hace que ame tanto a la música bailable. Cuando salíamos a los clubs con Bernard, veíamos que había portorriqueños, negros, blancos, gays, lesbianas... Y no se podía ver algo así en ningún otro lado. Era simplemente gente pasándola bien. Nos dijimos que teníamos que entender de qué se trataba la magia de la música disco, porque en ese momento nos resultaba un misterio. Recién cuando nos sentimos identificados con la música disco, una música que ponía a la gente en la pista de baile, fue cuando empezamos a entender el poder de escribir música y letras que hablaran sobre la unificación, sobre juntar a la gente. Es lo que le decía antes: es muy fuerte que todos canten “ahhhh... freak out!” Lo que estás diciéndole al que está al lado en la pista de baile es que no se preocupe porque nadie vaya a juzgarlo. ¡Freak out! Hacé lo que quieras, lo que la música te lleve a hacer.
–En su juventud, usted fue parte de las Panteras Negras. ¿Cuál es su opinión sobre la situación de la comunidad negra en los Estados Unidos de hoy?
–Se ve mal en un nivel, pero bien en otro. Lo malo es que parecería que grupos racistas están cobrando poder, lo cual es completamente delirante en Estados Unidos: peleamos la Guerra Civil, combatimos a los nazis... Es una locura. Pero, al mismo tiempo, es saludable que al menos estemos discutiendo sobre historia, que es algo que no hacíamos. Odio decirlo, pero como los estadounidenses tenemos tanto, incluso los más pobres, es muy fácil que nos distraigan. Somos una nación de consumidores, entonces no estudiamos los temas en profundidad, sólo miramos los titulares. Y todos los aparatos que tenemos para comunicarnos y entretenernos nos sacan más tiempo, entonces no estamos bien informados. Eso me entristece, porque yo crecí en tiempos más “lentos”, así que estábamos extremadamente bien informados, profundizábamos con los medios que había en ese momento.
–¿Hay algún artista con el que le gustaría trabajar y todavía no lo hizo?
–Acabo de terminar de trabajar con Anderson .Paak y Bruno Mars, y lo pasamos fantástico juntos. Lo que hicimos fue estar juntos en el estudio, grooveando, escribiendo y viendo hacia dónde nos llevaban las cosas... Hay muchos artistas fabulosos hoy en día y no conozco a todos, no puedo ponerme al día porque estoy escribiendo otro libro (ya publicó su autobiografía) y un musical de Broadway. ¡Hasta grabé con el Puma Rodríguez! El año pasado recibí una extraña llamada en la que me proponían grabar unas guitarras para un disco del Puma y por supuesto dije que sí. No todo en mi vida tiene que ver con una estrategia; a veces solo quiero tocar la guitarra.