Los centenarios vagones de madera belga La Brugeoise volvieron a circular por la línea A de subte ayer casi a medianoche después de cinco años de haber sido radiados de servicio, en el primero de los tres paseos que se harán hasta finales de 2017 y al que los interesados podrán acceder anotándose a través de Internet.

El paseo comenzó a las 23.30 en la estación Perú –acceso sentido a San Pedrito– y consistió en tres recorridos, ida y vuelta, hasta la estación Acoyte con guías turísticos que contaron la historia de los coches, de cómo fueron restaurados y de la línea A, la más antigua de todo el Hemisferio Sur.

Después de su salida de circulación, el 11 de enero de 2013 –tras 99 años, un mes y diez días de servicio–, los vagones en servicio regular más antiguos del mundo fueron enviados a los talleres El Polvorín, en el barrio de Caballito, y reemplazados por formaciones cero kilómetro y con aire acondicionado traídas desde China, que son las que actualmente prestan el servicio regular en la línea A.

Ese mismo año, la Legislatura porteña sancionó la ley N° 4886, que ordenó que veinte de los históricos coches fueran “puestos en valor, reacondicionados y adaptados técnica, mecánica y eléctricamente” de modo que volvieran a circular “con fines educativos, culturales y turísticos”.

El trabajo de restauración de las unidades comenzó en 2013 y estuvo a cargo de Subterráneos de Buenos Aires, bajo la dirección de la arquitecta María Elena Mazzantini con la colaboración técnica e historiográfica de la Asociación Amigos del Tranvía, un grupo de estudiosos de los transportes urbanos, que son los que restauraron los tranvías que los fines de semana hacen un viaje turístico y cultural Caballito.

“Fue un trabajo muy artesanal, casi ‘de cirujano’. Los vehículos se desarmaron totalmente, se numeraban las piezas, se limpió la estructura y se restauró todo lo que podía arreglarse”, expresó Mazzantini, quien también tuvo a cargo la restauración de la sala central del Teatro Colón.

Por el momento ya hay cuatro unidades restauradas, pero desde el gobierno porteño se asegura que están listos los pliegos para trabajar en otras dos y se espera avanzar con el resto.

Aunque aseguró haberse sentido “muy triste” cuando se enteró de que habían sacado de servicio a “Las Brujas” –nombre con el que se conocía a los vagones por su procedencia belga–, Mazzantini admitió que las unidades no estaban en condiciones de seguir funcionando. “A simple vista parecían estar en perfecto estado, ya que habían sido construidos con maderas nobles como roble y cedro, pero las uniones de hierro estaban oxidadas y había lugares donde ni siquiera había pisos”, explicó la arquitecta, especialista en patrimonio y en conservación de la madera.

Los trabajos de acondicionamiento incluyeron el reemplazo de piezas desgastadas –como las lengüetas de cuero para abrir las ventanas o las correas que sostienen las anillas para sujetarse– y el agregado de refuerzos en puntos clave para evitar la clásica oscilación que tenían cada vez que los coches “doblaban” en las curvas de las vías.

También volvieron a pintarse con los tradicionales colores gris, azul y amarillo, y a la pintura se le aplicó un tratamiento ignífugo, y las maderas de sus interiores fueron barnizadas nuevamente.

El orfebre Juan Carlos Pallarols se encargó de restaurar los bronces y cromados de los históricos trenes y, aseguró, “fue algo mágico”. “Cuando sacamos las ventanillas y metíamos la mano encontrábamos billeteras, cartas de amor y otras cosas que datan de 1920. Fue un auténtico regalo y placer hacer este trabajo. Son vehículos que ‘tienen alma’”, se emocionó Pallarols. 

Desde el punto de vista de técnico y de seguridad, también fue necesario hacer otras modificaciones que hicieran posible su circulación.

Para esto se cambió la tensión de los coches de 1100 voltios a 1500, que es la potencia con la que circulan las unidades nuevas, se modificó la medida de la trocha y se le agregaron sistemas de seguridad: luz de emergencia y enclavamiento de puertas, lo que impide que el coche arranque si hay alguna que no haya cerrado.

“Logramos que ‘Las Brujas’ sean tan seguras como los coches que hoy funcionan en la flota nueva. Para ello también se hicieron pruebas de frenado y marchas sin pasajeros durante horarios nocturnos”, explicó Pablo Piserchía, director la obra de restauración mecánica de los coches y encargado del mantenimiento de la flota del tranvía turístico de la Ciudad.

“Queremos que los más chicos vivan la experiencia de recorrer la Ciudad en estos coches centenarios y que los más grandes revivan un viaje al pasado inolvidable”, expresó Franco Moccia, ministro de Desarrollo Urbano y Transporte porteño, a cargo de la puesta en funcionamiento.