Lamentaron no haber podido hablar ante los jueces de la Corte Suprema de la Nación el jueves, el último día de audiencias por el pedido de amparo colectivo que presentaron por la educación religiosa en escuelas públicas salteñas ellas y otras cuatro madres de alumnos. Alejandra Glik y María Alaniz querían dar testimonio, contar “experiencias puntuales de discriminación”, dijeron a este diario. “Es muy difícil, por ahí, para alguien que no vive en Salta dimensionar lo que nosotros vivimos como padres dentro de la escuela”, advirtió Alaniz, a siete años de que comenzara la odisea legal que las llevó a recorrer todas las postas judiciales hasta el máximo tribunal del país, luego de que el Estado provincial estableciera la educación religiosa en la currícula de las primarias públicas. “Cuando presentamos el recurso de amparo, en 2010, nunca imaginábamos que alguna vez íbamos a estar en una audiencia en la Corte. Ni lo hicimos pensando en eso”, acotó Glik.
–¿En qué pensaban? ¿Qué expectativa tenían?
A.G.: –Queríamos que se solucionara la situación en Salta, por ejemplo.
M.A.: –Claro, que se solucionara a nivel local.
A.G.: –En parte se solucionó, porque los jueces (de la Corte provincial) reconocieron que había discriminación, pero las sentencias no fueron lo suficientemente contundentes para poder cambiar algo. No reconocieron inconstitucionalidades, y la Corte creo que hasta minimizó un poco todo.
–Sus hijos eran chicos cuando comenzó el reclamo.
M.A.: –Mi hija tenía 9 años.
A.G.: –El mío más chico tenía 6.
M.A.: –Ahora son grandes.
A.G.: –De los míos, uno está en el secundario y otro en la universidad.
–¿Sostener la decisión de reclamar durante estos años en qué se tradujo? ¿Tuvo algún costo en la vida cotidiana?
M.A.: –Sostener nuestro derecho de decidir que nuestros hijos no reciban educación religiosa dentro de las escuelas, más allá del amparo, ha significado que nuestros hijos sean discriminados dentro de la institución. Constantemente teníamos que asistir, nos llamaban.
–¿Para qué?
M.A.: –Para que demos explicaciones de porqué. Nuestros hijos quedaban afuera de las clases, eran excluidos de su grupo, del grado, sacados.
A.G.: –En un aula de una escuela pública argentina no puede haber un niño que tenga que ir a sentarse en un banquito afuera.
M.A.: –Mis hijos, Eva y Emiliano, tenían que salir del aula cuando se daba religión. Se quedaban dando vueltas por la escuela.
A.G.: –Yo tengo miles de anécdotas. Una vez encontré a mi hija sentada en un banco en el pasillo al lado de la puerta, sola. Cuando pasó eso, decidimos que mejor se quede dentro del aula, porque era peor esa exclusión. Así por lo menos se quedaban allí. Pero un día en esa clase trataron el tema de la Creación, por ejemplo. Mi hijo había visto un documental sobre el Big Bang, entonces levantó la mano y dijo “pero el origen del universo es otro, lo vi en un documental”. La maestra lo retó, le dijo que se calle, que él no participaba de la clase, así que no podía opinar. Y otra cosa que quiero resaltar es que no solamente en la materia Religión sino la institución escolar en general desacredita permanentemente a los padres que tenemos otra religión con chicanas, te diría, por usar una palabra poco técnica.
–¿Cómo qué?
A.G.: –Les dicen a los alumnos, en relación a los chicos que no, “ellos no van a hacer la materia, porque ellos no creen… ¿en qué creen tus papás?”. O les dicen cosas como “cuando seas grande, vas a entender la verdad”. Los padres somos desautorizados.
M.A.: –O la maestra preguntándome directamente qué valores manejábamos los que no creíamos en dios.
–¿En reuniones de padres?
M.A.: –No. A pesar de que somos madres presentes en la educación de nuestros hijos, siempre éramos llamadas por el tema este, no para explicar o discutir otro contenido, sino para hablar de esto. En cualquier momento del año. Cuando estaba en primer grado, mi hijo ya sabía leer, entonces lo ponían a leer las oraciones religiosas al inicio o a la salida de clases sin consultarme. Yo ya había dicho que no quería que recibiera educación religiosa, porque entiendo que lo religioso pasa por lo privado. En mi casa lo haré o no de acuerdo a mis convicciones. Al chiquito lo ponían en el micrófono en contra de mi decisión y enfrentando esta situación. El nene finalmente te dice “no hagas lío porque me siento mal” o “porque me señalan” o “por las cargadas”.
Pasaron siete años pero la situación, acotó la abogada Gabriela Gaspar, que representó a las madres en el amparo desde el comienzo y llegó en medio de la charla que este diario mantuvo con ellas, no cambió. En la provincia, aseguró la letrada, la vida cotidiana de alumnas y alumnos de escuelas públicas sigue atravesada por clases de una currícula que, más que “educación religiosa”, consiste en “catequesis” (ver aparte).
–En su exposición y en sus respuestas a los jueces de la Corte, la ministra de Educación Analía Berruezo dijo que esa situación fue corregida.
A.G.: –No es así. Y te voy a decir por qué: un maestro de religión está egresado de un instituto donde se dicta dogma católico. Puede tener buena voluntad de incorporar otras cosas en las clases, pero no tiene elementos para hacerlo, no ha tenido la formación.
M.A.: –No ha tenido ni la formación pedagógica ni la formación para dar valores en forma integral.
A.G.: –Nos referimos a valores que no estén atravesados por el dogma católico. Imaginate una clase sobre el cuerpo, sobre la biología, la sexualidad, atravesada por esto.
M.A.: –En Salta no se aplica la Educación Sexual Integral (ESI), como han dicho.
A.G.: –La Iglesia Católica controla los contenidos que van a dar a nuestros hijos. No se trata sólo de la religión o los rituales católicos, sino que controla todo. Si no se implementa la ESI, es porque la Iglesia no lo ha dejado. En su momento, secuestraron las cartillas y las mandaron guardar y cambiaron los contenidos con material producido por la Universidad de Navarra, que es del Opus Dei. Lo que se pretende es adoctrinar. Creo que las autoridades se dan cuenta de que es una cosa muy pesada y en estos días, con este momento que estamos viviendo, se están cuidando un poco.
M.A.: –Esta semana, desde el miércoles no se rezó en las escuelas.
A.G.: –Esta semana dieron esa orden.
M.A.: –Sí, si no en la escuela se reza a la entrada y a la salida.
–Pero la ministra Berruezo dijo que no es así.
Gabriela Gaspar: –La Circular 02 de 2012, del Ministerio de Educación, dice que en las escuelas públicas están prohibidas todas las prácticas que tengan que ver con la fe del credo católico, pero que quedan a criterio discrecional de los directivos aquellas que se consideren “culturales”. A través de esa oración filtra estas prácticas y las vuelve legales. Por eso no hay ningún docente sancionado, porque el docente dice “es una práctica cultural”, sobre todo en los pueblos. Cada pueblo tiene su fiesta patronal, está el cura párroco de cada pueblo, que tiene más autoridad y peso que el propio intendente. Ese argumento de “pobre la gente pobre que no va a recibir formación religiosa” si no se dicta en escuelas públicas es mentira, porque la Iglesia es la primera presente en todos los lugares.
M.A.: –Con esa Circular empezaron a lavarse la cara, pero es mentira que cumplen con la sentencia de la Corte salteña. La ministra mintió abiertamente ante la Corte Suprema de la Nación. Se ha subestimado el hecho de que seamos seis las madres demandantes en el amparo. Llegar a esta instancia, firmar un papel en esta condición de coerción en la que están nuestros hijos cuando vos no sabés qué les va a pasar si hacés algo, o si trabajás en administración pública tenés que tener cuidado, tenés miedo. Que seamos seis en esta instancia no es fácil. Detrás nuestro hay un montón de padres y nosotras conocemos la historia. Las prácticas religiosas y los contenidos del catecismo están presentes hasta ayer mismo, y no en sentido figurado. Se han cuidado un poco esta semana las autoridades, pero los contenidos están presentes y tenemos testimonios, pruebas en cuadernos de religión donde se trata el catecismo de la Iglesia Católica.